Marcos Taracido

José Antonio Millán
Perdón, imposible
RBA Libros, Barcelona, 2005
Oceano, México D.F., 2005
Editorial del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2005

La puntuación es el gran olvidado de la docencia. Son escasos los manuales que le prestan atención, y la mayor parte de nosotros jamás hemos sido adoctrinados en su uso, vencida siempre y abrumadoramente por la obsesión por la ortografía. Cuándo poner una coma, cuándo un punto, por qué utilizar las comillas, los paréntesis… el punto y coma, los puntos suspensivos… son labores abandonadas a la intuición, intuición que normalmente funciona en el que lee mucho, y falla estrepitosamente en el resto. Y sin embargo, puntuar mal un texto es convertirlo en ilegible; hacer un uso arbitrario de las comas, obviar las motivaciones de la separación en párrafos, no discriminar el uso de las admiraciones, paréntesis, interrogaciones… puede destrozar un enunciado con mucha mayor saña que si se escribe sin tildes.

Perdón, imposible viene a cubrir este vacío formativo con una particularidad: lejos del manual árido, o del mero tratamiento expositivo, José Antonio Millán ha elaborado un ensayo, ameno, didáctico y útil, muy útil. Útil para profesores, que tendrán en él indicaciones y directrices para iniciar la tarea de ayudar a puntuar mejor a sus alumnos, con anécdotas curiosas, apuntes sobre la historia de los signos y explicaciones detalladas y ejemplificadas sobre su uso; útil para cualquiera que, aunque ya hace un uso adecuado de la puntuación, quiere pasar de la intuición a la consciencia. Y puede ser muy útil, sobre todo, al nuevo editor-internauta: la red ha venido a facilitar enormemente la autoedición de contenidos, y los procesos que tradicionalmente eran realizados por múltiples especialistas, ahora son labor de una sola persona: se carece, sobre todo, de filtros de calidad y corrección que intermedien entre el productor del texto y el lector. En Perdón, imposible tendrá, pues, el nuevo editor, una herramienta de autocontrol y aprendizaje; Millán es, además, muy consciente de ello y ha salpicado el libro de ejemplificaciones de textos extraídos de páginas web, y respecto de las nuevas tecnologías aclara en el prólogo:

«Además, en un mundo dominado por la tecnología electrónica de la escritura hay muchos usos de la puntuación que nos impone —o que nos da por defecto— el medio que empleamos: el teclado, el programa de ordenador [...] o la arquitectura de las páginas web. Tenemos que conocer bien los procedimientos que han estado en uso en nuestra tradición ortográfica y tipográfica porque es absurdo cambiarlos sin razón…»

La prosa de Millán encaja perfectamente con su cometido didáctico: sencilla y clara sin renunciar a la solidez ni caer en el simplismo; los numerosísimos ejemplos a los que recurre añaden en su mayor parte un plus de interés al libro por el buen gusto en la selección —Borges, Cervantes, Perec…— y por el humorismo que emana de muchos de ellos. Y la estructura del libro viene en ayuda del lector algo perezoso: los capítulos más eruditos o técnicos encierran su título entre paréntesis para que quien quiera sepa que puede saltárselos sin perder el hilo del ensayo.

Y Perdón, imposible, tiene una extensión interesante en la red: no sólo pueden leer el índice y un capítulo del libro, sino que puede accederse a numerosos materiales complementarios que no cabían en un libro tradicional (bibliografía, ilustraciones…), así como a una sección de recopilación de mal uso de los signos de puntuación en la prensa, los libros o la red de redes, y un concurso del buen puntuar.

Perdón, imposible cubre, pues, un vacío en la divulgación lingüística cumpliendo el principio de enseñar deleitando, y supone un regalo más del autor en su larga trayectoria de acercamiento de la tecnología y la cultura, ambas juntas, al ciudano.