Se publican aquí críticas de libros que por algún motivo —pequeñas editoriales, escasa distribución, desconocimiento del autor, fuera de modas— no aparecen en los medios y publicaciones tradicionales.
Ramiro Cabana
Título: Cuentos para tahures y otros relatos policiales
Autor: Rodolfo Walsh
Editorial: Espasa
Colección: Línea de sombra
Lugar y fecha de edición: Madrid, 2003
Rodolfo Walsh fue asesinado por los milicos en 1977, por decir, y publicar, lo que pensaba. Han pasado veintiséis años y los defensores del silencio vuelven a hacerse con el poder. Aunque ahora son más sutiles: usan la ley para asustar.
Es importante que en España se conozca la obra de Rodolfo Walsh. No sólo por su compromiso con la verdad, sino por su utilización de formas poéticas para expresarla, para representar las formas de su búsqueda. El relato policial, como el soneto, tiene sus reglas; sólo los muy buenos pueden desobedecerlas con éxito. Y Walsh es de los buenos.
Argentina tiene una excelente tradición experimental en la literatura. Desde Macedonio Fernández y Juan Filloy hasta César Aira, ese país no deja de pensar el idioma y las formas literarias. España es, en ese sentido, amante de ir a rueda, sobretodo del más poderoso, en este caso Estados Unidos, aunque en ningún momento parece que se quiera leer la rica tradición experimental de los norteamericanos. España es, en literatura, un pobre país. Debemos importar a los mejores escritores.
Walsh pertenece a esa tradición experimental, amante del juego, de jugar y de jugársela, y divertida con la broma. En España, donde el sentido del humor va a piñón fijo, no nos gustan las verdaderas bromas literarias. Nuestro humor se expresa en la política, y siempre de manera involuntaria: nos reímos porque no hay más remedio. El siglo veinte es rico en literatura jugadora y juguetona. Nosotros menos.
Por eso es importante que la obra de autores como Walsh se publique en nuestro país. El libro que reseño nos llega exactamente 50 años después de su primera edición argentina. Más o menos el tiempo que necesitamos para ir asimilando lo que ocurre en el resto del mundo.
De esta colección de relatos, me gusta especialmente “Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto)”. Walsh lo construye como una adivinanza, o como pasatiempo de revista para leer en el tren. Copio el primer cuarteto:
El primer portugués era alto y flaco.
El segundo portugués era bajo y gordo.
El tercer portugués era mediano.
El cuarto portugués estaba muerto.
En la segunda sección del juego empieza el interrogatorio del comisario Jiménez y en la tercera el de Daniel Hernández, detective amateur y amigo del comisario, ambos personajes recurrentes en la obra de Walsh. El relato se va desarrollando como un juego de lógica y de observación. El criminal es atrapado, y no cuento quién es para no estropear el palcer de viajar en tren.
En otro cuento, las pistas principales son un bote de pintura verde y una larga carrera deportiva que lleva años coleccionando polvo en forma de trofeos y aparejos de deporte, que duermen el sueño de los campeones sobre una estantería o colgados en la pared.
El relato que da nombre a la colección, “Cuento para tahúres”, es un ejercicio de memoria circunstancial relacionada con una partida a los dados en el que un jugador es condenado a ganar y, claro, un asesinato.
Un buen amigo mío dice que es un error dedicar las vacaciones para leer libros ligeritos. Durante el resto del año, uno trabaja, está ocupado y esos libros ayudan a descansar. Durante las vacaciones lo que toca es leer los grandes libros. Se tiene tiempo para pensar, para entrar en ellos, para volver atrás y releer, para ser un verdadero lector. Yo recomiendo a Walsh para leer en cualquier momento del año. Como los cuentos son cortos, los he leído con gran placer en el metro. También son buenos para leer en la playa, y volver a leer en el tren de regreso.
2007-10-10 03:31
esta padre el cuento super chida e
2007-12-18 20:34
si, e sun muy buen libro, pero donde encuentro el resumen?’