Se publican aquí críticas de libros que por algún motivo —pequeñas editoriales, escasa distribución, desconocimiento del autor, fuera de modas— no aparecen en los medios y publicaciones tradicionales.
Marcos Taracido
Título: Arden las pérdidas
Autor: Antonio Gamoneda
Editorial: Tusquets
Año de edición: 2003
La luz hierve debajo de mis párpados.
Y viene la vejez, lúcida y abierta a la esperanza y a la certidumbre de la muerte; y viene la ira y el amor, y vienen las palabras inexactas y hermosas para recuperar ante el abismo la mirada del niño.
Arden las pérdidas nace en Descripción de la mentira: allí, creo para mí, Gamoneda cambió su modo y su forma y se entregó al versículo y las lápidas esculpidas y le brotó el recuerdo y la rabia y el dolor como de una herida gangrenada. Después, el Libro del frío y el Libro de los venenos limpiaron las yagas con alcohol y prepararon el canto de este nuevo poemario: una mirada a todo aquello que por haber sido sigue siendo:
Ahora mis ojos ven en el pasado: grandes flores inmóviles, madres atormentadas en sus hijos, líquenes fertilizados por la tristeza.
Gamoneda grita, huele, toca, siente, conoce, y la belleza de sus versos nace del germen poético de su poesía: ese verso bíblico, esas imágenes tan hermosas en su dislocación, esa sencillez de los verbos de sentido complementados con animales rotos o verdades atroces… todo eso, oculta realidades sencillas, vistas desde la claridad sin descanso de sus ojos:
Conocí los sudarios habitados
y las bujías del dolor. Hervían
las oraciones en los labios
de las mujeres frías.
No conozco en toda la poesía en castellano ninguna poética parecida a la de Antonio Gamoneda, y sólo eso debiera ser un mérito más que suficiente para que fuese leído. Parafraseando torpemente un verso suyo, sólo hay luz dentro de sus ojos.
Quizás sea interesante para el lector leer esta entrevista, que ilumina muchas claves de sus libros anteriores, pero también de Arden las pérdidas. Además, pueden escuchar en varios formatos (mp3, wav, wma) una lectura del propio autor de lo que entonces era una versión no definitiva del poema/sección “Ira” de Arden las pérdidas, que cambió en la versión definitiva sustancialmente.