Sebastián Garduña

Título: Fío e sombra
Fotografías de: Manuel Vilariño
Textos de: Antonio Gamoneda, Chantal Maillard, Félix Duque, Alberto Ruiz Samaniego, y Manuel Vilariño
Edita: CGAC, Xunta de Galicia, 2003.

Ranas ahorcadas, vencejos amortajados, búhos que yacen al borde de un crucifijo… la pimienta como el humus al que todos volvemos, tan roja y tan hermosa como la sangre cuajada; cráneos, alas rotas, culebras descamisadas, la cruenta desnudez del hueso, la muerte retratada en toda su quietud.

La fotografía de Manuel Vilariño es la de un coleccionista obsesionado y cuidadoso. La de un coleccionista que, como los buenos recopiladores, escoge delicadamente cada detalle de la obra y lo prepara para que presenciemos un velatorio perfecto. Entre la taxidermia y la entomología, entre el orfebre y forense, entre la belleza y la escatología. El catálogo de la exposición de fotografía de Manuel Vilariño en el Centro Galego de Arte Contemporánea es un libro hermosísimo y con identidad propia: yo no he visto la exposición, y sin embargo he gozado con la contemplación de este ejemplar. Uno no sabe si asiste a la contemplación de una herejía o de una ceremonia profundamente religiosa: múltiples pájaros, lagartos, comadrejas, posan cadáveres al lado de cruces realizadas con materiales diversos y siempre bellísimos: la pimienta, el ají, la medera calcinada… Después la muerte de los mochuelos ahorcados y la ceremonia forense del amortajamiento: recuerdan los cristos al oleo, las vírgenes y los santos de madera pintada de las iglesias. Imagino al Vilariño coleccionista, recogiendo con cuidado a los pájaros muertos, las alas rotas, los craneos engusanados y preparándolos para la liturgia, el beso de luz que sirge de su cámara y llega hasta nosotros.

Además, precioso poema de Antonio Gamoneda, y otros textos más sesudos de Félix Duque o Samaniego entre otros, todos ellos en castellano, inglés y gallego. Y un puñado de poemas del propio Manuel Vilariño que acompañan dignamente a su fotografía:

Son saraiva crua
e cerne de formigueiro,

son seda de cabalo
son ausencia

son luz de morte
e afora.

Agardo
os ollos nus
ceo aberto.