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Quince hombres sobre el cofre del muerto, ¡y una botella de sake!

por La Pequeña Febe

Minetaro Mochizuki
Mai Wai (Vol. 1)
Glénat, Barcelona, 2007
280 págs, 10 €
ISBN: 978-84-8357-221-4

Desde Robert Louis Stevenson, las historias de piratas siempre han resultado de lo más emocionantes y atractivas para grandes y pequeños. En un libro, sobre el escenario o en la gran pantalla, los capitanes Silver, Garfio y Sparrow, entre otros, han generado y abarcado riquezas y tesoros, han conquistado mares, lectores y espectadores en todo el mundo, han surcado el océano buscando desesperadamente una X que no aparecía en los mapas corrientes.

Quizá uno pueda pensar por tanto que no hay mucho más que decir sobre aventuras de corsarios que no resulte repetitivo. En este nuevo manga el destacado autor Minetaro Mochizuki afronta ese desafío aprovechando que todas esas historias anteriores poseen un mismo rasgo común: ninguna está ambientada en nuestros días. Todas ellas se sitúan en tiempos que ya quedaron muy atrás, siglos XVI a XVIII en que se gestaron o alcanzaron mayor influencia los ladrones marinos.

Tras otros éxitos como la post-apocalíptica y decadente “Dragon Head” (una dura historia de atropellada supervivencia, caos sin respuesta y desesperación con visos de esperanza), este mangaka nos propone ahora en el primer tomo de la serie comenzar un viaje en pos de Libertaria, la patria de los piratas. Quién iba a pensar que la búsqueda de la Isla del Tesoro empezaría por el archipiélago japonés en pleno siglo XXI.

Esta vez para encontrar la escondida equis se dispone de GPS; el barco pirata es un carguero ligero de metal con motores de 12 cilindros en V, sin velas ni mascarón de proa; sus tripulantes no tienen patas de palo, garfios, parches, loros o macacos al hombro, sino que visten con jeans caídos y roídos, camisetas de tirantes, zapatillas de deporte y graciosas máscaras al estilo de los luchadores de la lucha libre mexicana.

Y en medio de todo esto tenemos los personajes principales. La protagonista de la historia se llama Funako (“hija de la carpa” en japonés), una chica de Tokio de esas que visten de marinera sin serlo (por el momento), va al instituto y tiene una típica vida de estudiante de quince años. Vive con su padre, Maguro (“atún” en japonés), un encorbatado y diligente trabajador corriente que a veces hasta teme la fortaleza física (y también mental) de su niña, que al mismo tiempo admira, adora y trata de educar como buenamente puede.

Funako podría ser aparentemente una chica normal de no ser por tres cosas que la diferencian del resto. La primera es que, desde la muerte de su enferma madre y las últimas palabras de ésta (“Pase lo que pase, sé fuerte”) y que se tomó muy al pie de la letra, practica lucha libre para derrotar a cualquier hombre que la desafíe. La segunda la tenemos en una extraña desazón que no parece desaparecer nunca, un desasosiego del que se aqueja constantemente en forma de fuerte dolor en el pecho, que originará también algunas escenas cómicas propias del ya clásico humor japonés de pervertidos y situaciones de confusión erótica.

La última diferencia, que supondrá el eje principal de la trama, le llega a través de su difunto abuelo, excéntrico y chiflado marinero rodeado de misterios. Veremos no pocos flashbacks en que aparecerá con una pequeña Funako de diez años a la que contará todo tipo de desvaríos y leyendas marinas. Además, a modo de extraña herencia familiar plagada de preguntas por resolver, la joven Funako se verá envuelta en aventuras e implicaciones con la piratería simplemente por ser nieta de quien es.

Para aumentar la incertidumbre, aparecerá otro enigmático a la par que cómico personaje, que encerrará también gran cantidad de misterios ocultos y suscitará no pocas dudas: Kato, un marinero de pelo engominado, unas eternas gafas de sol y un comportamiento de lo más sospechoso. Quizá tenga que ver con el abuelo. Quizá tenga que ver con los piratas. Quién sabe…

En definitiva y como podemos ver, se nos ofrece aquí una opción agradable para pasar el rato que además se adapta a grandes, pequeños, chicos y chicas por igual. Cosa un tanto extraña, por otro lado, dado que en Japón normalmente el manga para adolescentes suele dividirse en shonen o shojo (“para chicos” o “para chicas”, respectivamente), clasificación que para este caso no quedaría muy clara según los patrones habituales.

Sea como sea, tenemos a todas luces una historia divertida, cargada de aventuras de las de antes pero que comienzan ahora, con dosis de humor pero también de emociones humanas al más puro estilo Mochizuki, donde el ansia vital de luchar y superarse, las disyuntivas existenciales adolescentes y las situaciones más embrazosas e imprevistas se intercalan culminando en un manga entretenido y ameno para todos los públicos.

La Pequeña Febe | 28 de noviembre de 2007

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