Visitaremos aquí, cada día cinco, intérpretes extravagantes, versiones poco ortodoxas, extrañas herramientas tecnológicas para crear o descrear la música. Quizá también recordemos a viejas joyas olvidadas. Estas rarezas se ilustrarán con videos provenientes de youtube, dejando en ellos la carga de la prueba de futuras demandas de la SGAE. No esperen encontrar aquí música de moda: está estrictamente prohibida. Francisco Serradilla también escribe Computación creativa y otros sueños.
El violín es el instrumento solista por excelencia en toda música arrebatada y sensual, desbordada y romántica. Por eso hay legiones de niños que ingresan en el conservatorio para estudiar violín, pero de esos muy pocos llegan siquiera a dedicarse profesionalmente a la música, y la mayoría de los pocos que perseveran pasan a formar parte de la sección de cuerda de una orquesta, trabajo por cierto enormemente loable y que tiene su parte gratificante: la de ser miembro de un todo el que cada uno realiza su pequeña misión.
No en vano las cualidades para tocar el violín son más exigentes que las de otros instrumentos, aunque en música clásica cualquier instrumento es increíblemente exigente si uno quiere pertenecer a esa reducidísima élite de los “grandes intérpretes”. El violín exige, al ser un instrumento sin trastes, que el intérprete pulse el lugar exacto del mástil para que la nota suene perfectamente afinada, lo que hace necesario un oído muy fino en los estudiantes para darse cuenta de los errores. Las obras para violín solista exigen, por lo general, enormes destrezas manuales, ya que algunas son auténticos suplicios de mecánica interpretativa.
Y sin embargo, como suele suceder en música clásica, de entre todos esos virtuosos, los hay que transmiten “algo más”. Veremos hoy algunos de ellos.
Según muchos amantes de la música, el mejor violinista de todos los tiempos seguramente fue Nicolò Paganini, del que se cuenta que tenía oído absoluto (una rara capacidad para identificar la frecuencia de una nota musical de modo aislado, y no sólo la relación con otras, que es lo que hacemos la mayoría de los humanos –y algunos ni eso :) –) y se sospecha que quizá tuviera síndrome de Marfan, una extraña enfermedad que hace crecer exageradamente las extremidades. Se dice que las manos extendidas de Paganini medían 45 cm.
Lamentablemente no hay registros de audio para que apreciemos sus habilidades, pero hay otro hecho que las demuestra. Sus veinticuatro caprichos son todo un reto para cualquier solista que se precie. Y uno de los mejores de la historia es Jascha Heifetz. Veámoslo interpretando el más famoso de ellos: el capricho 24.
Jascha Heifetz interpreta el Capricho Nº 24, de Nicolò Paganini
Continuando con violinistas del siglo pasado, oiremos a Yehudi Menuhin, un violinista de origen rusojudioamericano, que lo hace así de bien:
Yehudi Menuhin interpreta la danza Húngara Nº 5 de Brahms
Otro violinista de gran fama es Itzak Perlman, músico de origen judío que, para sacarnos un poco de los temas clásicos, toca aquí música klezmer uniéndose a unos músicos callejeros. Una peculiaridad de Perlman es que, debido a la poliomielitis que sufrió de pequeño, camina con muletas y ello le obliga a tocar sentado, cosa inhabitual en un solista de este instrumento.
Itzhak Perlman toca música Klezmer
Y de los más jóvenes, destaca una chica, que viene a demostrar que el violín no sólo es cosa de hombres. Se trata de Hilary Hahn, violinista americana nacida en 1979, capaz de tocar a Bach de este modo:
Hilary Hahn interpreta la Sarabanda in Re menor de Bach
Finalmente, terminaremos con una prueba del poder arrebatador de este instrumento: vean que incluso los monstruos sucumben a su sonido
El Dr. Frederick Frankenstein, ayudado por Igor, embelesa al monstruo con su violín
2011-10-05 12:29
Prométeme que, en honor al título de la columna, estás preparando una sobre violinistas no-clásicos: Grapelli, Jasser Haj Youssef o Karen Briggs
2011-10-05 13:12
Ok, tomo nota :)
Aunque en estos tiempos que corren parece que “lo clásico” en sí es una rareza…
2011-10-05 21:05
En esto de la música, me da que hay como dos formas de aproximarse (tanto interpretando como escuchando… que es otra forma de interpretar): quienes gustan o prestan atención a los solistas, a la parte más aguda en general, y quienes lo hacen a los graves, los ritmos,…
Es curioso como es más fácil reconocer la ‘melodía’ de una canción que la línea del bajo o del ritmo (quitando excepciones en las que tienen un gran protagonismo), aunque ésta sustente la pieza.
Diría que soy más de bajo que de soprano…
Gran artículo, Francisco
2011-10-06 05:41
Para la nota de no-clásicos: un grupo de uruguayos, el Club de Toby
http://www.youtube.com/watch?v=lFhpi91pRkU&feature=related
2011-10-07 15:56
Interesante tu reflexión, Haciendo Eco. Sobre el protagonismo de graves y agudos, te dejo una curiosa obra en la que nadie consigue al principio distinguir la conocidísima melodía.
http://www.goear.com/listenwin.php?v=82d14ae
En parte tiene que ver con tu afirmación. No hay que buscarla en los agudos.
Eso sí, una vez que la oyes, te parece imposible no haberla podido oír antes.
Lo publiqué hace tiempo, junto con otras ilusiones musicales, aquí mismo: http://librodenotas.com/computacion/13832/ilusiones-musicales
2011-10-13 18:47
Muy, pero muy limitado el articulo. Si se va a escribir de estas cosas el lector relativamente informado esperara algo mas que unos parrafos sin mucho que ofrecer, incluyendo a los violinistas mencionados.
Señor escritor: amplie sus conocimientos del tema, pues este tema ha sido muy bien elegido por usted, ya que es sumamente interesante, sin embargo, le falto mucho que decir.
2011-10-17 16:56
Pues nada venga Sr. Francisco complete usted. Una entrada tampoco puede ser muy extensa porque sino no se lee.