Desde que Francis Fukuyama predijera el fin de la Historia hasta que Pedro Solbes descubriese el impacto de la desaceleración económica el día en que Zapatero decidió congelarle el sueldo, no ha pasado casi nada. Y lo que ha pasado, apenas tiene importancia. Bienvenidos a la Era de la Poseconomía Ignorante. El periodista y profesor Manuel Ortiz, autor de la bitácora Apuntes de bolsillo, publica una reseña pseudoeconómica todos los días 14 de cada mes.
Al menos algo ha quedado claro después del Debate sobre el estado de la Nación, y es que José Luis Rodríguez Zapatero jamás será ese líder mundial que impresione al planeta con sus propuestas revolucionarias. Hubo, sí, otro debate estos días y tuvo lugar otra oportunidad histórica fallida de poner en marcha algún proyecto que tenga algo que ver con la palabra socialismo. “¡Ah, de eso sí que no tenemos!”, supongo que debe decir Zapatero a quien le pregunte por ello. Nunca como en épocas de crisis suelen mostrarse tan idóneas las medidas con contenidos socialistas. Pero está visto que ni por ésas. Zapatero se queda en lo social, que viste mejor, queda como más moderno. Lo cierto es que en el Debate me llamaron más la atención las cosas que no se dijeron que las que fueron dichas. Se pasaron por alto, de puntillas o apenas se rozaron temas fundamentales que están en boca de todos. Parece como si, carentes de cualquier solución, nuestros políticos, todos, se hayan enrocado en una serie de temas generales, sin especificar ni concretar en nada. Bueno, luego que no se quejen del descrédito social del Parlamento. No es de extrañar así que la gente cambie de canal cuando, haciendo zapping, le aparece el Debate en algún otro. Y es que hay tanto miedo a reconocer el fracaso del sistema en su conjunto, que unos y otros, todos, tratan de salvarlo poniéndole todo tipo de parches. Y se quedan en la superficie. Saben que sólo son parches, que finalmente quedarán más o menos decorosos, pero feos parches al fin y al cabo. Nadie, sin embargo, parece tener algún interés en analizar las causas del desastre, seguramente porque sería reconocer que uno mismo es ambas cosas ―la causa y el desastre―, y que en estas cosas influyen incluso razones psicológicas tan irracionales como racionales.
El caso es que por todas estas razones y algunas más el Debate no sirvió, por ejemplo, para hablar de temas curiosamente tan candentes hace unos días como la crisis financiera. No se quiso entrar a hablar del papel que ha jugado y que debería estar jugando la banca española en esta coyuntura. Apenas la intervención de algún diputado del Grupo Mixto rozó la cuestión. ¿No era acaso la Carrera de San Jerónimo el lugar adecuado para hablar de este asunto? Seguramente, así lo debieron de entender sus señorías, todas, porque nadie hizo mención sobre el particular. Me lo expliquen. En ningún momento se habló, por ejemplo, de la necesidad de obligar a los bancos a abrir el grifo del crédito ―algo que debería ser una iniciativa del Gobierno con el apoyo de toda la Cámara―. No hay crédito y, sin crédito, la economía se colapsa, estamos hartos de saberlo y de reconocerlo. Y así es imposible la reactivación del consumo. De poco sirven estos cheques-regalo que se empeñan en ofrecer: siguen hablando de adquisición de viviendas y de facilitar la compra de vehículos cuando estamos en un país con más de cuatro millones de parados. Como medio de locomoción, hay quien se conforma ya con ser dueño de unos buenos mocasines. Y si de lo que queremos es fiarnos de la autorregulación de los mercados, ya acabamos de ver que los mercados no se regulan a sí mismos con tanta facilidad como aseguraban algunos. Es más: es preciso, y muy preciso, regularlos bien a la fuerza, como hemos comprobado meses atrás.
Tampoco se habló con una mínima profundidad en este Debate de la imperiosa necesidad de promover la obra pública como único posible reemplazo de la hoy desacreditada ―nunca mejor dicho― construcción. Sería más que interesante que fueran en este momento las comunidades autónomas y los ayuntamientos quienes tiraran del carro de la inversión estatal para fomentar la productividad y el empleo. Las medidas de “impulso a la economía sostenible”, dotadas con 20.000 millones de euros, me parecen muy bien, pero resultan a todas luces insuficientes. No es necesario volverse verde de repente; hay miles de semáforos que arreglar en las calles. España tiene una importante necesidad de obra pública, y pienso que este es un magnífico momento para que tanto las CC. AA. como los municipios aporten sus iniciativas en planes que contribuyan a mejorar las carencias detectadas. En este y en otros asuntos similares hubiera sido deseable que se hubiera llegado a algún acuerdo conjunto Gobierno/Oposición. Tampoco llegó a fructificar nada de esto en el Debate.
Sorprendentemente, no se quiso hablar nada de inmigración. Como si de repente el problema no existiera, todos los grupos políticos obviaron el asunto. Cuando todo parece indicar que se hace necesaria una política de vuelta a casa para un gran número de inmigrantes que ha perdido su empleo ―mayoritariamente trabajadores de la construcción―, la voz del Parlamento enmudeció. Cabría preguntarse si es que sus señorías no reconocen este asunto como problema, o si tal vez es que no interesa que esa población flotante regrese a sus lugares de origen, porque aquí, sencillamente, ya no pinta nada. No se trata de practicar irracionales medidas xenófobas ―nadie piensa en una cosa así―, pero algo habrá que hacer con los cientos de miles de extranjeros que se han quedado sin trabajo y, lo que es peor, sin expectativas de encontrarlo. Otra cosa es que muchos de ellos no se quieran marchar, que todo puede ser. Es posible que su situación aquí, aún estando en el paro, les ofrezca más luz que la que ven en sus propios países de origen, especialmente si miramos hacia la población subsahariana. Pero algo habrá que hacer con toda esta masa que engorda las estadísticas, nos guste o no. Si estamos hablando del paro como del gran drama nacional, buen momento hubiera sido éste para abordar tal asunto. Tampoco fue así.
Pero el caso es que así es como se pierden las grandes ocasiones. Se consumen los debates en un trasiego de palabras que fluyen paralelas y que no llevan nunca a ningún punto de encuentro. Se confunde el Debate sobre el estado de la Nación con un debate de investidura. Se tratan asuntos que no deberían tener lugar en estos plenos y se escamotean otros, quizá los que pudieran ser más útiles a la sociedad pero que, por alguna razón, no les interesan a los señores diputados. Y al final, queda siempre ese regusto amargo que deja lo que pudo haber sido y no fue. O tal vez ocurra que todavía siga habiendo algunos inocentes que esperan pacientemente algo de un Parlamento que cada día se muestra ―por más que ellos se empeñen en sostener lo contrario― más alejado que nunca de la sociedad.
2009-05-14 13:50
Empiezas diciendo que el gobierno Zapatero no pone en marcha ningún proyecto socialista, y no lo entiendo, la verdad. ¿Qué entiendes tú por proyecto socialista? ¿No están estas medidas (varias al menos) en las antípodas de las que haría el PP? Tienes razón en el resto de lo que expones, pero no creo que lo primero que dices sea así.
2009-05-15 13:31
Pinto, que algo esté en las antípodas de lo que haría el PP no significa que sea una propuesta socialista ni que vaya en esa línea. El problema es que siempre analizamos las cosas por contraste PP-PSOE, en lugar de analizar las propuestas desde el punto de vista de un modelo general al que queremos llegar y qué hacer para conseguirlo, como ha hecho Manuel. Y sí, yo creo que la caridad es lo más alejado del socialismo que hay y yo lo que he visto como siempre son medidas caritativas para los que tienen menos y esa es la mejor forma de que sigan instalados ahí.
2009-05-15 13:33
Pues es bastante sencillo. No es socialista el modelo de fiscalidad que propone el PSOE, no es socialista colmar de prebendas a la Iglesia Católica, no es socialista convertirse una y otra vez en salvador de la banca, no es socialista apuntarse a la refundación del capitalismo… etc.
A Zapatero parece que le gusta más el Peronismo que aquello a lo que supuestamente representa.
2009-05-15 14:06
Muy bien resumido el debate en el último párrafo, Manuel: eso es lo que yo pensé, al menos.
Una pregunta: ¿me aclaras lo de la supresión del gravamen sobre el Patrimonio? No, no lo mencionas ni lo mencionaron en el debate (creo), pero una medida que yo pensaba de política económica de derechas y en la que están de acuerdo unos y otros y que se reflejó, al parecer, en la Ley 4 / 2008 , de 23 de diciembre de 2008. No es por morro por lo que lo pregunto, te lo juro, es por aprovechar: ya que tú entiendes y yo no me aclaro :-) Gracias.
Un beso.
2009-05-15 19:39
La supresión del Impuesto sobre el Patrimonio, y en general, esa timba de descuentos fiscales, ya no me parece ni de izquierdas o derechas: me parece una grave tontería. Da la impresión de resolver así el problemita de turno, u otro inventado. De ser los impuestos, cosa frívola. De ser el estado (español) opulento y dadivoso.
Pero y además, me parecen chapuceramente gestionadas. Si fuera el caso de quererse fomentar la instalación de, pongamos, acuarios de base triangular (a lo peor veremos esa tontería o más grave), lo sencillo es rebajar el tipo de IVA, o bonificarlo en la factura correspondiente, y voilà, miren qué fácil. Pero no, lo anuncian doquier, meses después se aprueba entre protestas por la no retroactividad (?), y ya tenemos durante los siguientes meses a compradores y tenderos trasladando copias de facturas a funcionarios y preguntando en bancos y cajas si han o no han llegado los equis eurillos de la famosa ayuda para fomento de acuarios triangulares. Es que en tontería es imposible ganar a nuestros políticos, la verdad.
Ah y me estaba olvidando, la supresión del antedicho Impuesto sobre el patrimonio. Es medida de derechas, claro. Que se vendió como tantas, a través de una mentira: que la UE ordenaba suprimirlo. Mentira trufada con otra: que era pagar dos veces, cuando generación de la renta, y por propiedad de los frutos de esa renta (lo que, grave tontería, además). Pues no señores. Y digo más: ese impuesto se inventó en Francia por un gobierno de derechas, y Monsieur Sarko, ni intención de tocarlo. Será que no le dejan. Pero, Monsieur ZP, el inventor de la memez de los 400 euros, impulsó la supresión. En fin … Tenemos una clase política tan dada a las teatralizaciones y a la ineficacia que no nos la merecemos, digo yo. La del PPSOE mayormente, especifico. Saludos.