La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
1. Entre la demagogia y el populismo, avanzamos en marcha triunfal hacia ninguna parte, o mejor, hacia un no-lugar. Si la demagogia es el arte de seducir a las masas para que crean que el bien de su líder es el bien del pueblo (la justificación del rescate bancario es demagogia), y el populismo una suerte de infantilismo de los fines democráticos (decir que la independencia o el estado federal, mediante su mera implantación, arreglarán alguna cosa), su conjunción está llevando al país a convertirse en un espacio efímero y provisional, porque en él sólo pueden establecerse relaciones efímeras y provisionales.
2. Efímero y provisional son características de la política española contemporánea, y caracterizan tanto los programas electorales como la acción política cotidiana: en cuanto al espacio, las ruinas de la modernidad inmobiliaria que somos incapaces de movilizar (la expandimos mediante desahucios; la mantenemos inactiva como, paradójicamente, “activos financieros” de bancos malos o buenos; y las mantenemos en pie en lugar de arrasarlas o crear con ellas una estructura estatal de alquiler social) junto a la apuesta turística franquista (que, en ella misma, convierte el territorio en un lugar de tránsito), han hecho de España un lugar de cosas, no de personas. En cuanto a las relaciones, el concienzudo desmontaje de la red de estructuras de protección social nos deja solos e inermes, incapaces de relaciones sociales fundamentadas sobre la estabilidad y la permanencia.
3. Un no-lugar lo es también, o lo es principalmente, por encarnar la ausencia del derecho: el modelo del transeúnte aeroportuario extendido a la sociedad entera, en donde la mujer, el pobre, la enferma, la maltratada, el discapacitado, la joven, el viejo, la parada, o el inmigrante son culpables hasta que demuestren lo contrario o, efímeros y provisionales como son, desaparezcan.
3. Un no-lugar que está dirigido por no-personas, privadas de libre albedrío en el mejor de los casos. En el peor, de toda razón: políticos capaces de decir una cosa y la contraria en horas, ministros de justicia que hacen leyes y las modifican en quince días, ministros de hacienda incapaces de explicar una gráfica, ministras de sanidad balbuceantes e ininteligibles, presidentes que no entienden su propia letra… Tan evidente que ya no hacen falta periodistas para informar sobre ellos, ya basta con paparazzi (excelente percepción, la de El Intermedio).
4. Un lugar inhumano en el que todavía hay quien vive y actúa como si no todo estuviera perdido, que desbroza aunque sea con los dientes un pequeño lugar en el no-lugar para que otro ser humano pueda dejar de ser provisional y efímero. Esta semana he sido testigo de ello, un raro privilegio el del maestro a quien un alumno da una lección de generosidad y altruismo.