1.

No puede haber mejor momento, ni peor, para que se le conceda a la Unión Europea el premio Nobel de la paz. En estos momentos, la UE es el gato de Schrödinger. Según la teoría cuántica, no hay un gato dentro de la caja, vivo o muerto. Hay, realmente, dos gatos: uno muerto, otro vivo, ambos encerrados en un estado llamado de superposición, es decir, co-presentes y materialmente enredados uno con otro. Este estado peculiar dura tanto como la caja permanece cerrada. Contra la física euclidiana, contra la biología y contra la lógica aristotélica, el gato se encuentra en un estado de indeterminación que cesa en el momento en que un observador abre la caja y emerge o bien un gato muerto o bien un gato vivo. Pero no porque realmente el gato esté vivo o muerto, sino porque es observado. En la física cuántica, la observación es un procedimiento activo que en este caso fija el objeto de estudio en uno de los dos estados mutuamente excluyentes. Hay una UE viva  y otra muerta, material y espiritualmente enredadas la una en la otra, en un estado de indeterminación que solo se resuelve cuando abrimos la caja, cuando la observamos. A la UE viva se ha concedido el Premio Nobel.

2.

Pero hay una UE muerta que ha olvidado que la máquina gubernamental funciona si la economía (el poder como gobierno y gestión eficaz) y la gloria (el poder como religión cívica, como majestuosidad ceremonial y litúrgica) se anudan a ojos del espectador. Por seguir con nuestra metáfora, si la caja permanece cerrada y dentro hay un gato, aunque esté en peligro. Como explica Simon Critchley en una entrevista en e-flux, todas las entidades políticas, especialmente los estados, se autojustifican e intentan motivar a sus ciudadanos apelando a una forma de religión civil que, en la modernidad, se transubstancia en diferentes formas: el constitucionalismo americano, el secularismo francés, la monarquia imperial británica, el nacionalismo turco o el revolucionarismo mexicano. El premio Nobel de la paz le recuerda a la Unión Europea que su pathos, que su religión civil es precisamente, la paz, la erradicación de la violencia estructural que, no tan paradójicamente, la conformó.

3.

Y la Unión Europea está muerta, al menos en uno de los mundos posibles, porque actualmente se ha convertido en una máquina de generar violencia estructural. Prácticamente ha aniquilado los mecanismos que permitían desactivar esa violencia mediante la minorización de la desigualdad social, entre individuos, entre estados, y entre la relación del individuo con el estado y viceversa. El estado del bienestar solo era uno de los atributos de la religión civil europea, el mecanismo a través del cual la paz se hacía presente, en majestad, en cada uno de nosotros, y relegábamos la guerra a su ritualización futbolística.

4.

Simon Critchley cita en su entrevista el viejo topos de que la rivalidad entre Barcelona y Real Madrid es una ritualización de la guerra civil española. Lo fue, desde luego, pero el tipo de fútbol que se ha convertido en seña de identidad del Barça, ese futbol total, casi gramsciano, que se despliega en red y que afronta cada partido como una lucha por la posición y por la posesión que solo se gana con optimismo, astucia y paciencia, es en realidad la ritualización de la mejor Europa.