La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
Andaba yo liado con escribirles unos “elementos de retórica pepera” o un “decálogo del perfecto troll”. Ya saben, ese cruce entre retórica comercial y prosa académica low cost que se recrea en la pomposidad verbal, la reelaboración lingüística de lo obvio, la reiteración como fundamento de verdad, la confusión entre sentido común y trivialidad, la santificación de las estadísticas sin padre ni madre, y la trabajosa recapitulación de lo comprendido solo a medias, que resulta generalmente en una inane y elaborada basura. ¿Ejemplo? Abran el periódico y lean cualquier declaración de cualquier miembro del gobierno o del partido que lo sustenta (CiU y UPD también valen, por si lo dudaban, aunque en estos dos casos, como en el del PNV, el factor nacionalista altera las cosas, como diré después).
Cuando iba a explicar que derecha y PP en realidad son esa forma de pensar, decir y escribir, independiente de la adscripción partidaria, me encontré con tres cosas: 1) El sacramento del lenguaje, de Agamben; 2) el artículo “Authoritarian Capitalism Versus Democracy” de Ivan Krastev en la Policy Review; y 3) el caso Repsol.
Me explico. Ustedes ya conocen mi pasión por Agamben, Agamben es Walter Benjamin aplicado a la tarea de explicar aquello que en nosotros no nace en el XIX, objeto de estudio preferente en el alemán, sino que continua desde que la tradición oral se imbricó con la escritura. Nadie tiene su capacidad para entender y explicar los fundamentos teológicos de nuestra construcción social, algo que tanto la sociología como la antropología han olvidado. En El sacramento del lenguaje: arqueología del juramento, el profesor italiano acaba concluyendo que la humanidad se encuentra ahora frente a una disolución, o por lo menos ante un aflojamiento del vínculo que, a través del juramento, unía al viviente con su lengua, con la realidad y con sus acciones. La disolución de ese vínculo reduce al viviente a una realidad puramente biológica, por un lado, y por otro el hablante es separado artificiosamente del viviente por medio de una multiplicidad de dispositivos técnico-mediáticos que hacen que la experiencia de la palabra sea cada vez más vana (de aquí la retórica pepera) y en quien, por tanto, la capacidad para tener una conciencia política (entiéndase “de la sociedad”) es cada vez más precaria. Roto el nexo ético que une las palabras, las cosas y las acciones humanas, en un momento en que la política se ha reducido a la oikonomia (la mera administración de lo que hay), lo que queda es el gobierno de la palabras vacua sobre la nuda vida, o dicho de otro modo la obsolescencia del contrato social.
La obsolescencia del contrato social entre los ciudadanos y las elites globalizadas es uno de los temas que recorre el artículo de Krastev: dichas elites son cada vez más transfronterizas (menos nacionalistas porque uno de sus objetivos es sustraerse de las restricciones de las naciones-estado) y emocionalmente menos dependientes de sus ciudadanos (soldados, trabajadores, consumidores) como consecuencia, en parte de su falta de ideología (de política, de “ser en sociedad”) de ahí las dificultades de los ciudadanos-votantes para garantizarse la lealtad de las elites (dígase actores políticos y económicos), con la consiguiente pérdida de soberanía popular. Una de las causas de la erosión del contrato social es la facilidad para que las elites puedan almacenar su dinero fuera del radar redistributivo del estado-nación (en España: fraude fiscal, evasión de capitales, SICAVs…). Pero la cuestión principal es que dichas elites dependen cada vez menos de sus ciudadanos nacionales que ya son prescindibles como soldados (substituidos por mercenarios y drones), como trabajadores (por la deslocalización) y como consumidores (por la globalización mercantil de los recursos naturales y la alta tecnología). Ahora bien, todo esto sucede mientras vuelven el nacionalismo (en su variante Capitalismo Autoritario, modelo China, India o Rusia) y la religión (mundo islámico) que no se autopresentan como una vuelta al pasado (bueno, sí lo hacen, pero es solo un topos retórico), sino como un contrabalance enfocado al ciudadano y sus preocupaciones: nacionalismo económico versus economía globalizada, y énfasis en lo social frente a la deestructuración, la deconstrucción de la estructura social de los países occidentales.
Y 3, Repsol. El ejemplo de todo lo dicho es Argentina (capitalismo autoritario light), que en su rearme nacionalista y religioso (esa es una de las muchas virtualidades del Peronismo: es al tiempo una política y una religión), propiciado mediante el “caso Repsol”, ha dejado fuera de juego a un gobierno español que actua como un perfecto gobierno post-moderno y post-nacionalista, renunciando a ambos, a la modernidad y al nacionalismo, para cumplir con la secular Europa.
2012-04-16 14:10
Mas de lo mismo.
El uso de la reiteración de la palabra para convertir en verdad una mentira no es exclusivo de la derecha, entidad inexistente hoy en día, es mas, es casi un invento de las izquierdas, otra entidad inexistente, que en este país llamado España no hay manera de eliminar (me refiero a eliminar esa dicotomia llamada izquierdas y derecha)(observese que las izquierdas siempre van en plural y la derecha es siempre una), y está muy bien descrito por otro ideólogo italiano que debes conocer.
Eliminando pues la referencia política, todo lo demás es mas o menos exacto, la política hoy en día solo es una sucesión de vacuas palabras que inciden en crear un universo onírico inexistente fuera de esa dimensión de las palabras.
Y llegamos a Repsol, metida en la cuestión con calzador.
Si el anterior Gobierno (de izquierda) no hubiera tenido esa connivencia estúpida con esos gobiernos salidos de una mezcla de indigenismo, militares golpistas, socialismo marxista del XIX, anticapitalismo militante y algún que otro anti mas, posiblemente podría haber evitado lo que está pasando, algo que el Gobierno actual trata de evitar advirtiendo al Gobierno argentino de las posibles consecuencias a nivel de rupturas con Europa, FMI, ayudas económicas y Tribunales Internacionales.
Como siempre, las inacciones de unos siempre la tienen que resolver otros.
2012-04-16 21:48
Nunca fui peronista (mi origen es psico-bolche, como lo definió un examigo bastante fascista) (tampoco hay mérito alguno en no haber sido nunca peronista, lo reconozco), lo cual quizá favorezca (?) el que pueda tener ahora una perspectiva no nacionalista ni religiosa sobre el gobierno de Cristina Fernández… En su momento voté a Cámpora (para que volviera, ay, Perón), voté a Néstor Kirchner y ya van dos mandatos de Cristina a los que también contribuí con mi voto. ¡Amigos de este maravilloso Libro de notas!: algún rato libre tendréis, espero, para dedicar un minúsculo esfuercito de intelección a investigar de verdad qué es lo que está pasando en la Argentina, o sea, mi país de origen y pertenencia. Solo (sin tilde, ay, la RAE manda) que necesitaréis algún otro ratito para averiguar en serio qué ha sido antes y qué es hoy América Latina. ¡Vamos, que no perderéis ni una brizna de vuestra genial lupa sobre el pepe! Animaos, anímense, dicho en criollo: y se enterarán un poco mejor de lo que significa haber sido un continente colonizado durante siglos, y que se está animando en serio a dejar de serlo. Para lo cual ni el nacionalismo ni la religión son en lo más mínimo imprescindibles. ¡Hay mundo fuera de Europa, amigos!
2012-04-16 22:12
Hola Francisco Javier,
Celebro que esté de acuerdo conmigo en que la reiteración de la mentira no la convierte en verdad, y en que no es exclusivo de lo que convencionalmente conocemos como derecha. Ya imaginaba yo que no lo estaria en que ello convierte la retórica de quien lo usa en una retórica de derechas, aunque se trate de un discurso de Lenin. También intuía que la mera dicotomía derechas/izquierdas le provocaría alguna roncha alérgica, aunque esto último no lo entiendo muy bien si, como usted afirma, las derechas y las izquierdas, o la derecha y la izquierda, son entidades inexistentes (nótese el oxímoron). Veo en ello los resabios de la (mala) interpretación que se hizo del famoso ensayo de Fukuyama sobre el fin de la historia. Sobre si la derecha y la izquierda son unas o múltiples, todo depende de si hablo de un conglomerado ideológico (singular) o de los partidos políticos que lo representan. Aunque no entiendo si su tesis es que la derecha es más plural de lo que parece (lo es: PP, UPD, CIU, PNV, UPN, Foro Asturias, por poner ejemplos de partidos con algún tipo de representación parlamentaria) o que la izquierda no lo es tanto como presume (que un rojo es un rojo es un rojo, vaya). Ese último argumento podría ser interesante, si se demuestra, porque la percepción sobre ello actualmente es que la izquierda es un bosque lleno de grillos cantando cada uno a la suya.
Y celebro especialmente que esté usted de acuerdo conmigo en que la ruptura del nexo ético entre las palabras, las cosas y las acciones humanas comporta una ruptura del contrato social y la pérdida de la soberanía popular. ¿Se lo explica usted a Rajoy, por favor?
Sobre Repsol y los países latinoamericanos. Leídos sus exabruptos, tengo la impresión de que no habla usted de Argentina (puede que de Venezuela o Cuba, o Bolivia, o Ecuador, o Perú…). Que seamos incapaces de entender qué pasa en cada uno de los países latinoamericanos no nos autoriza a creer que todos son iguales. Eso es una actitud colonial, y es lo que, con toda razón, nos reprochan constantemente. No sé si los gobiernos de Zapatero tuvieron una “connivencia estúpida” con los regímenes a los que usted alude, pero creo que Repsol no se podía quejar de los negocios que hizo en Argentina bajo gobiernos españoles socialistas. Si lo que usted dice es cierto, ¿por qué no nacionalizaron YPF el año pasado? ¿Por qué han esperado a que gobierne Rajoy? Puede que la respuesta sea que la “connivencia estúpida” rindió mejores resultados económicos para las empresas españolas que la descalificación o el desprecio. Para nuestra desgracia (o no: yo no tengo acciones en Repsol; por no tener, no tengo ni coche…) la nacionalización de YPF se explica por la situación interna argentina, y tiene mucho más que ver con el nacionalismo económico que con la izquierda.
2012-04-16 22:58
Hola Irene,
Viajo cada dos años a Buenos Aires, donde tengo amigos que merecen tal nombre. Algún día escribiré el artículo que pides, aunque Argentina no es una novedad en mi repertorio temático. Si fuese argentino (algo que puedo imaginar, y a veces incluso desear) creo que hubiese votado lo mismo que tú, para escribir a continuación sobre lo mucho que Argentina debería cambiar. Más o menos lo que hago en España.
Un saludo cordial
2012-04-16 23:20
Ah! Y se me olvidaba: la respuesta del gobierno español será tan desproporcionada como la puesta en escena de la nacionalización. La derecha española democrática está presa del ojo por ojo. Rajoy no querrá ser menos que Aznar, y querrá demostrar firmeza y determinación. Que serán interpretadas por los mercados como histeria y debilidad. Y volveremos a las andadas.
2012-04-17 14:09
Veo que sigo explicandome mal, es un defecto de esos de la niñez que luego resultan difíciles de corregir si no directamente incorregibles.
Yo no expongo nada de mi cosecha, me limito a decir las incongruencias de la suya, mi cosecha está aún por ver.
Y claro, sigo con las incongruencias. Argentina, y me limito a interpretar el discurso de su Gobierno, es una mezcla entre bolivariana y anti USA, mezclado con una religión peronista y un socialismo paternalista, una incongruencia se mire por donde se mire.
Y este gobierno, mala memoria la suya, ya expropió YPF en el 2008, Zapatero en la Moncloa que se tragó el sapo sin más, de ahí la connivencia, ejemplos con otros países de la misma linea populista heterogénea e indescifrable hay todos los que quiera.
Si hay algo que debe ser sagrado es la seguridad juridica, porque sin ella no hay inversión, aunque Argentina supone que debido al esfuerzo de Repsol, puede vivir de sus propios recursos sin necesidad de ella y por eso lanza este órdago a la grande, Telefónica que ya sufrió una expropiación encubierta antes, puede ser la siguiente, una vez ha modernizado lo que no funcionaba del suministro eléctrico.
Así también me hago yo un chalet, con no pagar…
Por cierto, no tengo contacto con Rajoy, quizás si me hablara de F.G o A.G. o algún otro…
Y he mirado y no encuentro exabruptos, si tiene la bondad de citarmelos podré corregirlos.
Y no sé lo que hará Rajoy, de momento desdecirse de lo que dijo en primera instancia, pero si sé lo que le puede costar a los españolitos, que, usando una expresión de finales del XIX ya están viviendo en la buhardilla y a este paso acabaremos en la calle.