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La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

Gallardón y las submujeres

Uno de los principales problemas de la vida pública española y sus protagonistas es la escasa altura intelectual de sus protagonistas. Va muy bien para ganar elecciones (“hey, que soy como tú…”), pero va muy mal para que el país funcione. Y para no ofender sin necesidad (y, a veces, sin voluntad). No se salva nadie, pero el problema es especialmente grave en la derecha, porque para ellos la inteligencia sólo tiene la función de ancilla politicae: una muleta con la que acogotar a la competencia, y no un vuelo libre del pensamiento hasta donde lleguen las fuerzas mentales.


Hay evidencias: ellos mismos lo sienten como un defecto porque buscan doctorados cuando ya se les ha pasado el arroz (tipo Trillo o, el más reciente, Camps), o siendo más suspicaz, cuando su prestigio político puede asegurarles un tribunal complaciente. Otra es su obsesión por encontrar auctoritates que sostengan sus argumentos no por la fuerza del raciocinio, sino por su condición de auctores, condición que antiguamente no se concedía por el mero hecho de ser capaz de poner una palabra detrás de otra, sino por su talla intelectual.


Gallardón buscó una autoridad para defender lo indefendible, y lejos de ponerse a bucear entre el valioso pensamiento que alumbró la humanidad desde que tiene registros escritos, acudió directamente a un santo. La diferencia no está en la persona citada, puesto que una y la misma pueden ser un gran intelectual que haga fructificar el pensamiento de otros, o un santo al que se toma como palabra de Dios. En su caso se trataba de “san” Manuel Azaña. Nadie de ustedes se extrañará, porque aún recordarán la “profunda vocación azañista” que su exjefe y marido de su sucesora al frente de la alcaldía de Madrid proclamaba hace ya veinte años. Observen, pues, como la conexión que hace semanas señalaba entre Gallardón y los Aznar añade un nuevo hilo, y con ello se hace más fuerte. Cada vez veo más claro que Gallardón está buscando el perdón para conseguir el beneplácito de la “sagrada família”  a la sucesión de Rajoy.


Gallardón se embarró por querer ser un intelectual y parafrasear una cita de Azaña  según la cual “la libertad no hace felices a los hombres, pero sí es lo que hace hombres”, que nuestro flamante (y flagrante) ministro de justicia adaptó para decir “la libertad de la maternidad es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres”.


La frase de Azaña se inscribe en un contexto polémico sobre la emancipación humana, que presupone que los condicionamientos vitales (económicos, sociales, familiares, de género…) coartan la libertad inherente a todo ser humano, y por tanto existen hombres esclavizados por sus condicionantes políticos (de vida en la polis) y otros que están libres de ellos, y por tanto poseen la libertad que según Azaña es imprescindible para la emancipación humana. Una idea que podríamos rastrear en el socialismo utópico que sirvió de base al republicanismo tal y como lo entendía don Manuel, y con anterioridad en la noción cristiana de fe: algo que solo podía ser verdadero si era libremente elegido. Y aún antes en el concepto de ciudadanía entre los griegos: quien depende de los demás no es un hombre, sino un esclavo.


Fijémonos en que este razonamiento presupone que existen dos tipos de hombres: los hombres de verdad y los subhombres. Diría hombres y superhombres pero esto nos llevaría a caminos que no quiero recorrer ahora. Para nuestra desgracia este es el fundamento occidental (o la coartada, según donde pongamos el foco) de buena parte de los impulsos y los actos genocidas que la humanidad ha tenido y ha perpetrado hasta el momento. Llegamos, pues, al concepto de biopolítica que el pensamiento contemporáneo ha elaborado a través de Foucault (la vida no es espontánea, sino cultivada por la sociedad…) pasando por Agamben (la desposesión de los derechos que la ley tradicionalmente reconocía a los individuos), y que podemos sintetizar en que, efectivamente, existen hombres (y mujeres, ça va de soi) cuya vida vale tan poco que no puede ser objeto de sacrificio porque los dioses no la aceptarían como ofrenda.


Gallardón ha establecido un silogismo: Libertad como condición de humanidad, maternidad como condición de mujeridad (disculpen el palabro, pero por razones obvias, creo, no correspondían ni “de feminidad”, ni “femenina”). Solo esto ya supone un paralogismo que le hubiese supuesto un suspenso en filosofia.


Primera objeción: la equivalencia entre libertad y maternidad. Una creación del espíritu humano frente a un hecho biológico. Como le gusta decir a su sucesora, peras con manzanas.


Segunda objeción: cabe decir que la libertad es una aspiración legítima de cualquier hombre, salvo casos patológicos. ¿Nos está diciendo Gallardón que la maternidad es una aspiración legítima de cualquier mujer, y que las que no la sienten como tal son casos patológicos? ¿Submujeres?


La tercera objeción, y más grave en mi opinión, es que no supo ver la trampa a la que le conducía la cita de Azaña: ¿la mujer es más mujer si puede decidir libremente entre ser madre y no serlo? No es eso exactamente lo que dijo. Es lo que quería decir? Creo que tampoco, porque una afirmación así sólo puede tener una respuesta por parte del poder político: una legislación que proteja de forma real y efectiva el derecho de las mujeres a que su maternidad no las prive de ningun derecho (igualdad salarial, bajas por maternidad y paternidad, red de guarderías públicas y gratuitas, medidas de conciliación de la vida familiar y laboral…) y a que su maternidad sea el fruto de una elección y no de un accidente, o algo peor (ley de plazos para el aborto).


Ah, ¿que no era eso lo que defendía Gallardón? Evidentemente: de sus palabras se desprende que hay mujeres y submujeres, y que las segundas no son gratas para ser ofrecidas a su Dios. Y creo que ellas, por lo menos una parte de ellas, lo agradece.

Josep Izquierdo | 30 de marzo de 2012

Comentarios

  1. francisco javier
    2012-03-31 20:56

    Ya estamos en las mismas.
    Ver lo que se quiere ver en vez de ver lo que se quiere decir.
    Y solo te subrayo una frase: ¿Nos está diciendo Gallardón que la maternidad es una aspiración legítima de cualquier mujer, y que las que no la sienten como tal son casos patológicos? ¿Submujeres?

    Pues teniendo en cuenta que la mujer, y solo la mujer, puede ser madre, es obvia la correlación mujer->madre, y que es lo mismo de obvia que solo la mujer puede aspirar a ser madre y ser esa aspiración parte de su libertad.
    Sin embargo, esa no aspiración, bastante dudosa por cierto, desde el punto y hora en que mujeres lesbianas en relación de pareja también aspiran a ser madres, no tiene porque significar que se considere a estas como submujeres.
    Ese es un salto lógico que no se sostiene mas que en la creencia inicial de la falta de conocimientos de ¿los demás?

  2. Josep Izquierdo
    2012-03-31 22:07

    Querido Francisco Javier,

    Un par de cosas, o tres. La primera, que suelo enseñar a mis alumnos que “lo que se quiere decir” no existe si no se dice. O dicho de otro modo, que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.

    La segunda, es que parece usted discutirme algo que yo no discuto, sino que defiendo enfáticamente: la aspiración a ser madres forma parte de la libertad de las mujeres. Y lo es precisamente porque existe la posibilidad de no aspirar a ser madres, porque la libertad solo se da si se puede elegir. Si todas las mujeres aspiraran a ser madres no existiria libertad, sino imperativo biológico. Ah, y si tiene alguna duda sobre la existencia de mujeres que no aspiran a ser madres, le puedo presentar a mi mujer…

    Y tercera. Gallardón convierte a las mujeres que no aspiran a ser madres en submujeres desde el momento en que relaciona la maternidad con la plenitud mujeril, en primer lugar, y en segundo cuando dificulta el cumplimiento de su aspiración a no ser madres modificando la ley del aborto. Es evidente que para Gallardón ambos grupos de mujeres no son iguales, y por tanto no gobierna para todas.

  3. francisco javier
    2012-04-03 01:35

    No estoy de acuerdo. El salto lógico desde la madre a la submujer no se sostiene en ninguna evidencia.
    Pueden existir mujeres sin esa aspiración y no por ello se entiende que sean submujeres, su ejemplo me vale, no creo que piense que su mujer sea una submujer. Y ahí llega el momento de ver lo que no se dice, porque Gallardón no lo dice, usted lo deduce simplemente porque lo dice Gallardón y no un gurú de izquierdas.
    Que es a lo que yo iba. Sus opiniones me gustan en general, hasta cuando se obsesiona con la derecha española, que no con otras, pero a mi me molesta esa obsesiva cuestión de lo mala que es la derecha.
    Le he leído incluso ponerlos verdes por decir incluso lo que ya le había leído a usted mismo.
    Y una última cuestión, el imperativo biológico existe, está demostrado y es una cuestión genética, luego es un elemento que no hay que dejar de lado.
    Y no entro en valorar la cuestión de la libertad del neonato, algo a tener en cuenta cuando se habla de libertad y se nos llena la boca con la palabra, palabra que a efectos reales no tiene valor ya que nadie es libre. Ni la madre que se debe enfrentar a una Sociedad que hoy presiona para que no sea madre, ni para el neonato que pocos defensores tiene, ya que el no se puede defender.

  4. Perla del Turia
    2012-04-11 00:42

    Pues yo creo que está muy bien desmenuzado el tema (por parte de Josep, si se me permite las familiaridades). Gallardón es un modelo curioso de híbrido ideológico, cosa que se estila poco en nuestro país, por cierto… Y lo que tienen los híbridos es que es difícil que la mezcla sea exactamente 50-50, es decir, que al final le sale el ramalazo derechoso.


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