La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
Les supongo conocedores del arrebatado idilio que los militantes del partido popular valenciano y sus afectos mantienen con la diosa Fortuna. Muchos lo pusimos en duda, e insistimos en que no podía ser verdad. Qué ignorantes, y, sobre todo, qué envidiosos y resentidos, como la misma diosa acaba de poner en evidencia inundando de millones a los populares de Manises, población en que es alcalde Enrique Crespo, implicado en el saqueo de los bienes y el capital de la empresa pública de depuración de aguas residuales EMARSA.
Cierto que Fortuna proporciona el bien y el mal a quien quiere, y aunque en realidad no se desprenda de nada y quite lo dado en cuanto lo desea, parece extremadamente condescendiente con el Partido Popular. Condescendencia que llega al extremo de que sean absueltos muchos hombres malvados, y condenados otros tantos inocentes, por no hablar de que hace ricos a quien no lo merece, y encumbra a quien no siente temor de dios, humilla la inteligencia y exalta la grosería, convierte a los avarientos en caballeros, y en papa a hombres réprobos. Hay razones, pues, para renegar de los dioses, y en especial de Fortuna, la diosa del capitalismo de consumo.
Aunque también podemos llegar a la conclusión de que la mano de Fortuna es la mano invisible del mercado, i ambas son la Compañía que rige los destinos de Babilonia. Aunque algunos razonan “que es indiferente afirmar o negar la realidad de la tenebrosa corporación, porque Babilonia no es otra cosa que un infinito juego de azares”.