La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
Vivimos tiempos feroces. Lo son siempre cuando los viejos principios ya no sirven y los nuevos aún no. Lo son cuando el equilibrio ya no es la solución y nos esperan largos años de lucha para que, al final, alguien gane y alguien pierda. ¿Siempre los mismos? No necesariamente, pero el cálculo de probabilidades a cuenta de la historia no deja demasiado margen para la esperanza.
Vivimos tiempos furiosos. Y la furia es un tornado que destruye para que construyamos, que mata para que vivamos en quienes sean capaces de sobrevivir y sobreconstruir. Con los fundamentos arrasados, hay que limpiar el terreno antes de proponerse cimientos, alzados y muros. Pero llegarán: el juicio final ha sido anunciado demasiadas veces como para creer que ésta es la definitiva.
Vivimos tiempos desalmados. No es baladí que los zombies pueblen nuestras ficciones si pueblan nuestras realidades, en dura pugna con muertos almados que intentan encontrar la paz, o proporcionarla, mientras los vampiros, semidioses acrónicos, desangraron a Clío y ahora la encarnan. Nos lanzamos a la metafísica con la esperanza de encontrar en un no-lugar el lugar en que no estamos.