La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
Bien, parece que España, con su cuota parte de retraso consuetudinario, ha llegado al fin a la modernidad. Hay gente en la calle reclamando nuevas políticas y nuevas formas de hacer política. Va bene: al fin estamos sincronizados con el mundo tal y como nos llega por las ventanitas que se nos abren, al fin vivimos el presente y lo producimos. Incluso habla de nosotros el NYT, aunque Rita Barberá no se dé por aludida con actitud filistea y cazurra, muy del gusto de sus votantes. En esencia, si la esencia es lo que cuenta Andrés Boix en su blog, estoy de acuerdo con el movimiento.
La idea, nada descabellada, que late en toda la acción del movimiento #15M, desde su génesis a su desarrollo actual, es la misma y es muy unitaria. Muchas de las cosas que pasan, de las barbaridades contra colectivos como jóvenes, inmigrantes o trabajadores que hemos visto recientemente, se han producido y están produciendo, sencillamente, porque no tenemos mecanismos participativos reales que permitan influir en la toma de decisiones y porque además el sistema institucional democrático ordinario (eso de votar cada cuatro años y tal) está diseñado de manera tal que bloquee la aparición de contrapoderes y para asentar a las oligarquías sociales y económicas que llevan el timón. No se trata de definir qué políticas queremos en economía, pensiones, derechos sociales, medio ambiente… No. Se trata de definir qué derechos políticos y de participación real pensamos que es bueno que tengan a su disposición los ciudadanos. Porque esas reglas del juego son básicas y esenciales para articular mayorías de verdad legítimas desde un punto de vista democrático. Que nuestro modelo, diseñado hace casi 40 años en un determinado contexto, está totalmente esclerotizado y ha dejado de funcionar de manera satisfactoria hace mucho tiempo que es una evidencia de la que la generalización de la corrupción de baja intensidad en el país es sólo un síntoma más.
Pero tras las muestras de entusiasmo, es necesario enunciar unas cuantas verdades de la vida. Tras la acción, siempre hay reacción: dentro de dos días ganará la derecha que encarna cuanto los manifestantes odian, y ganará por un margen mayor que si esto no hubiera pasado. Nada que objetar si lo tenemos claro, es decir, si el objetivo es refundar la izquierda. Pero atención a la frustración y el resentimiento que causará. Tras el mayo del 68 ganó la derecha, y, tras el fiasco, el rencor se convirtió en violencia (ETA, Brigate Rosse, Baader-Meinhof…) la cual allanó el camino para la revolución conservadora de Thatcher y Reagan, cuya ideologia y políticas han acabado provocando la crisis que nos ha llevado, de nuevo, a indignarnos. ¿Acabaremos cerrando el círculo de nuevo y reviviendo generación tras generación los mismos errores, como un mal remake de una mala serie? Puede que haya más necesidad de buenos guionistas que de buenas voluntades.
Otra. La gran baza de los partidos políticos en los últimos años no ha sido tanto la actitud sumisa de la sociedad como su fragmentación. Al parecer, en la asamblea de hoy en Sol las feministas han tenido dificultades para hacerse escuchar, y ayer algunos (parece que no pocos) abuchearon el despliegue de una pancarta. La indignación es un pegamento social muy perecedero, y al parecer no tan potente en sus estadios iniciales como algunos y algunas (en este caso, las feministas) quisieran.
Otra. En los márgenes de la democracia real habita el populismo real, que es una especie de fanatismo de la normalidad frente al monstruoso mundo que intentamos habitar. A veces detrás de la voluntad de un mundo mejor hay la voluntad de la normalidad, el “yo lo que quiero es que me dejen vivir”, una forma de egoísmo y también de ceguera. La democracia real de verdad de la buena es una forma de regulación de conflictos sociales para que sea posible habitar el mundo. La democracia será conflictual, o no será. Y el mundo siempre será monstruoso. Si el movimiento del 15M deviene un movimiento utópico, la jodimos. Esto lo digo a propósito de algunas de las propuestas emanadas de las asambleas, y de determinadas intervenciones, como aquella que pedía “¿Por qué no nos gobierna directamente una comisión de sabios?”. Alguien debería recordar que Platón, el primero en proponer algo así, era un fascista.
Otra. Hay que recordar que estamos hablando de justicia. Social, sí, pero justicia, uno de los flancos más débiles de nuestra democracia actual, como ha demostrado la resolución de la Junta Electoral Central prohibiendo las concentraciones y las manifestaciones en los días 21 y 22 de mayo. Sin justicia, no hay democracia. Curioso que quienes han votado a favor de la resolución hayan sido los vocales propuestos por el PP. Por si no teníamos identificado a quién preocupa esto, aunque la reacción histérica de Esperanza Aguirre diese muchas pistas.
Y last, but not least, si los políticos han entendido el mensaje, que vayan a la plaza, a cualquier plaza, y escuchen a la gente. Calladitos. Sólo escuchen.
2011-05-21 00:14
…y ganará por un margen mayor que si esto no hubiera pasado.
Me permito dudar de que esto vaya a ser así, pues para que lo sea la victoria tendrá que ser realmente abrumadora, o sea mas imposible. Caso contrario, no se cumplirá eso del margen mayor que si esto no hubiera pasado.
Este movimiento va a mover a mayor participacion en las urnas, mas de la prevista y vaticino que en Valencia y Madrid el PP no revalidaran a sus grandes candidatos designados. Si sucede así, ello dará alas al movimiento, hasta las proximas elecciones.
El problema mas grave que veo en estos dos proximos dias, el de reflexion y el de votacion, es la ocurrencia de incidentes que den pie a la intervencion policial. Puede bastar una simple excusa muy facilmente instigable.
2011-05-21 00:30
Me encantó este análisis, por eso te pongo link en el próximo Lo mejor de la quincena. Saludos!
2011-05-21 09:56
Dubitador:
Qué optimista te veo, y qué pesimista, al mismo tiempo. Yo aposté con alguno de mis alumnos que si perdía Camps me raparía al 1. Creo que mi hermosa cabellera no corre gran peligro. Cierto que en Madrid la cosa puede estar más igualada, y de ahí las muestras de histeria de Esperanza Aguirre, que incluso en esta ocasión no pudo evitar un golpe de humor involuntario con aquello de la acampada del PP frente a Ferraz.
Con todo, mi análisis está basado en la diferencia de escaños, y no de votos (por cierto, resolver esa anomalía forma parte de las reivindicaciones del 15M, ¿no?). Además, está el tema de la unidad y fidelidad del voto de la derecha, premiado por nuestro actual sistema electoral.
Saludos
2011-05-21 13:14
Es totalmente lógico que las feministas sean criticadas en una movilización como la del 15-M. Ellas son las responsables de buena parte de los mayores ataques directos a la igualdad y, por lo tanto, a la libertad, que se han vivido en España en los últimos tiempos. Han conseguido, entre otras cosas, que en este país haya, ante la ley, ciudadanas de primera y ciudadanos de segunda.
2011-05-23 02:26
Acertaste de pleno.
Tu cabellera no corre peligro :-)
En las elecciones no se elige al que lo hace bien, se castiga al que lo hace mal o al que está ahí cuando las cosas van mal.
Estaba convencido de que la conciencia respecto a la corrupcion del PP estaba mas extendida, pero no, ni aun aunciada con bombo y platillo, como ha sido el caso de la Comunidad Valenciana, ha tenido efecto alguno.
Tampoco en Madrid Gallardon ha sufrido por el inmenso endeudamiento municipal ni Aguirre por los continuos recortes en la cosa publica en general y la sanidad & educacion en particular.
Por lo visto ha sido eficaz la campaña de culpar de todo a Zapatero, aunque el ha ayudado lo suyo.
He confundido deseos con realidades.
2011-05-23 11:41
Y, sin embargo, ¡con cuanto placer hubiese renunciado a ella!
En València quienes han votado al PP creen que el trabajo, cualquier trabajo de la calidad que sea, les hará libres. Miedo y falta de autoestima, una combinación letal, que explica por qué las señales de alarma que les llegan desde el sistema educativo no calan: ¿para qué formar nuevas y mejores generaciones?¿para que nos quiten el (poco) trabajo que hay? La fractura social entre quienes quieren un presente mejor y quienes quieren un futuro mejor, entre la inmediatez y la paciencia, se reforzará en los próximos años. Esto es: empieza a ser irresoluble y habrá que ir pensando en vivir al margen, en vivir como si el otro (popular) no existiera. Microsociedades donde demostrar, y no solo decir, que se puede vivir de otra manera, que se puede pensar de otra manera.
También puede uno largarse y no volver nunca más. Si los que ganan pueden vivir, como lo hacen, en la nostalgia de lo que nunca fuimos, nosotros sabremos vivir con la nostalgia de lo que nunca pudo ser.
Saludos