Bien, ya estamos en ese preciso momento en que la gente quiere trabajo (esto es, dinero, capacidad de consumo), aunque quien se lo dé acabe siendo indecentemente rico o poderoso con ello. Fue el motto de la burbuja inmobiliaria, y nada ha pasado que lo desmienta, sólo que antes repartíamos riqueza y ahora repartimos hambre. Antes se trataba de ver quien pillaba más, ahora de ver quién se salva del pillaje.

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“Una política es otra cosa: es dotar a la acción pública de objetivos que sean compartibles por una amplia mayoría social porque en ella se puedan ver reflejados los intereses generales.” Ramoneda dixit en El País. ¿Acción pública? El contubernio entre acciones públicas e intereses privados ha dado lugar a la situación actual? Donde estaba la acción pública cuando podía (porque había dinero en las arcas estatales) y se la necesitaba para cambiar el modelo productivo español, y asociarlo a la educación y el I+D? ¿objetivos compartibles? La fragmentación  social pone este enunciado en cuarentena: el objetivo es un trabajo digno o cualquier trabajo a cualquier precio durante el tiempo que sea, que hay que pagar la hipoteca? ¿Por una amplia mayoría social, con “la quiebra de la antigua burguesía y la antigua clase obrera”? En estos momentos sólo les une el sálvese quien pueda, a costa de quien sea, aunque sea uno mismo. ¿Intereses generales reflejados en qué? ¿en la mayoría social? ¿en la acción pública? ¿en la política? Me temo que para que la política sea otra cosa es necesaria una reconstrucción de su fundamento en la “vida de la Polis”, o más aún, una redefinición del mismo concepto de Polis, de ciudad (o de autonomía, o de estado, o de imperio) en tiempos en que un ciudadano friki en paro se siente más cercano a otros frikis que a otros ciudadanos en paro.

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Habrá que pensar como reconstruimos el claro originario de la especie humana, ese espacio en cuya interacción fue posible la aparición de un ser no animal, infinitamente vulnerable e infinitamente capaz de sobrevivir. No descarto, con todo, que la derechización de la sociedad europea sea, en realidad, una forma de autoprotección del oasis originario: la reforma del tratado de Schengen y la destemplada reacción del PP a la autorización del Tribunal constitucional para que Bildu se presente a las elecciones. Son intentos de cerrar la permeabilidad del claro, pero equivocadas. La permeabilidad del claro a su entorno es fundamental para su supervivencia, su aislamiento es el anuncio de su desaparición.

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Al final Aznar tenía razón, y los responsables intelectuales del 11M no estaban en montañas lejanas ni en valles remotos, sino en aburridas ciudades de provincias, añado yo. Solo que se equivocó de ciudad, de provincia y de país. Y de responsables.Esperanza Aguirre mantiene viva la llama mesiánica de su Pater con una expectativa infinita de justicia que no puede (y, para su continuidad, no debe) ser satisfecha, por lo cual Bin Laden no puede ser responsable de las bombas de Madrid. Y Bildu podrá presentarse a las elecciones porque existe una conjura judeo-masónico-socialista (Mayor Oreja empieza a sonar como un Jonás enojado con Dios por su piedad hacia los habitantes de Nínive). Quién nos iba a decir que la bandera del mesianismo, que la izquierda robó a la derecha durante el siglo XX, sería recuperada por la derecha en el XXI. Sic transit gloria mundi.