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La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

À la française

Mucho se está hablando sobre la diferencia en la reacción social ante las medidas de ajuste en España y en Francia. Bueno, en los periódicos no mucho, creo. En la televisión tampoco, y en la radio no he oído demasiado sobre el tema. Pero el caso es que flota en el ambiente, o en el viento, si nos ponemos folks.

Mis amistades más radicales inundan mi correo con arrobadas soflamas en donde el modelo francés de movilización social, con sindicatos y estudiantes en primera linea de frente, parece a punto de hacer comprensible e incluso explicable la santísima trinidad revolucionaria, a saber liberté, egalité, fraternité, cual trillizas. Los periódicos se recrean con la joven marianne que ha reencarnado la République, y a izquierda e izquierda quien más quien menos hace remontar su pedigree revolucionario a la única revolución que aún conserva algo del glamour que toda revolución debe perseguir y conservar si quiere perdurar en la memoria política de los hombres.

Incluso hoy uno de mis alumnos le preguntaba por eso mismo a Andrés Perelló, eurodiputado socialista que acudía a nuestro instituto para difundir la labor del Parlamento Europeo y que de paso consiguió cambiar la percepción que los chavales tenían sobre los políticos. Por lo menos sobre el que tenían delante. El caso es que la respuesta de Perelló dio en la clave: la revolución francesa fue una revolución burguesa, como las movilizaciones que ahora toman las calles francesas, añado yo, son movilizaciones de la clase media (incluidos los estudiantes, ese estado medio de la vida en nuestras sociedades del primer mundo) que se siente apaleada y engañada. Pero las revoluciones burguesas tienen el recorrido que tienen, como demuestra la historia: hasta que aparece Napoleón.

Así pues, ¿por qué en España no hemos asistido a movilizaciones parecidas a las francesas? Puede que, para empezar, por nuestra falta de tradición en revoluciones burguesas, lo cual conlleve, también, la falta de formación de nuestras clases medias en este tipo de menesteres. Pasando por la precariedad de su estatus social (la clase media ha perdido tantos efectivos como empleos ha precarizado o hecho desaparecer la crisis, haciendo un cálculo conservador), y acabando con que nuestros Napoleones sólo lo igualaban en talla física, y nuestras revoluciones andan parejas.

Josep Izquierdo | 22 de octubre de 2010

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