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La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

¿Escándalo? ¿Qué escándalo?

El caso Gürtel no altera la inane y destartalada arritmia de la ciudad de Valencia. Los troyanos malgastan media amazonia en pasta de papel para la pastosa versión que transmiten del psicodrama que fue representado de viernes a martes pasado en escenarios vivientes del cap i casal (“y como siempre ha sido / lo que más ha alegrado y divertido / la representación bien aplaudida, / y es representación la humana vida, / una comedia sea / la que hoy el cielo en tu teatro vea.”), y los tirios la otra media en titulares que se expanden más allá de los límites geopolíticos de la comunidad autónoma, cual pedo de buey. El observador imparcial está obligado a constatar que ni tirios ni troyanos son quienes el sentido común (no necesariamente veraz, pero común) indicaría, y que aunque los actores del drama actuaban aquí, en Valencia, su escenario ocupa todo nuestro espacio mientras que la boca de dicha escena linda con Murcia, Castilla, Aragón y Catalunya, como las primeras filas de una platea que abarca la península entera, con algún periodista o wikipedista instalado en un gallinero extranjero. Aquí, pues, en el escenario de la magna comedia desarrollada en torno al poder, la amistad, la virtud y el decoro (o según los tirios, la impotencia, la traición, el vicio y la impudicia) el hombre de la calle se comporta como el figurante perfecto de un guión que prescribe que la crisis ha sido provocada por un ejército ajeno que ha querido conquistar nuestras conciencias, introduciendo la semilla del mal en una sociedad que había alcanzado ya el nirvana colectivo. No he visto una sola persona que no apartara la vista ante los titulares, que no cambiara de canal ante las “promos” de uno y otro signo, quien no dejara caer su periódico gratuito si éste dedicaba demasiado espacio al asunto y no lo cambiara por el rival que lo limitaba a un dieciseisavo del espacio de una página. Mis coviajeros en el metro sólo aparentan conocer el trabajo y la diversión, y no necesariamente en ese orden, aunque después uno no sepa muy bien en qué apartado de esa dualidad habrá de inventariar el grito con que las masas acogerán al “enemigo” en el partido del sábado contra el Barça: “¡nosotros sí somos españoles!”. Hay que reconocer que ninguno de los periódicos ni de las televisiones ha logrado teñir de forma suficientemente sugestiva e inesperada las crónicas y reseñas de la performance representada, al punto que un vídeo promocional del próximo partido de liga ha logrado mucha más repercusión (prohibición incluida) que las amargas lágrimas de Ricardo Costa (“que solamente ejecuto / lo que ordenas, que aunque es mía / la obra, es milagro tuyo.”), o el refinado dontancredismo de Francisco Camps, quien al parecer realmente creyó que no hacer nada mientras se le dice a cada uno que se ha hecho lo que cada uno espera que se haga, valdría también en esta ocasión (“Pues soy tu Autor, y tú mi hechura eres, / hoy, de un concepto mío / la ejecución a tus aplausos fío.”).

Pero la información desapareció del espacio público escurriéndose entre adolescentes emperifolladas, proxenetas del alma ajena, prostitutas y prostitutos de la propia, y entre transeúntes hambrientos de amor y seguridad. “Fuese, y no hubo nada”.

Josep Izquierdo | 17 de octubre de 2009

Comentarios

  1. Manuel Haj-Saleh
    2009-10-17 11:42

    En el fondo creo que es también un mecanismo de defensa inconsciente: descubrir que la persona a la que votas ciegamente durante tantos años es un sinvergüenza redomado y que te ha estado tomando por imbécil todo el tiempo debe de ser muy duro, y se reacciona con un sostenerla y no enmendarla. Incluso, si es necesario, buscando enemigos externos. Ya pasó algo parecido con Felipe González en su día. No estoy tan seguro, sin embargo, de que la reacción con Camps vaya a ser la misma.

    Un excelente texto, Josep. Me gusta la perspectiva que le has dado. Un saludo.

  2. Jose
    2009-10-21 15:46

    Plas, plas, plas… enriquecedor texto en todos los aspectos.
    Como dices, la obra ya no llena la platea, a ver que obra nos programan para los siguientes dias en este teatro que es España.

    Postdata: enriquecedor blog.


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