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La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

El político valenciano como artista conceptual

Aunque tendamos a descreer del adagio popular que quiere ver en todo valenciano un artista, hay ocasiones en que debemos rendirnos ante la evidencia. El único oficio sobre la tierra capaz de manufacturar como un solo producto las flores, la luz y el amor es el de artista. El artista valenciano por antonomasia era pintor, o escultor. Ahora sólo puede ser, a falta de materias primas propiamente valencianas, artista conceptual.Que la que fue antaño la tierra de las antedichas commodities ogaño las importe de China sólo ha producido ese pequeño cambio.

Nuestros políticos han comprendido y han aprendido. Si lo valenciano es ya tan sólo un concepto desprovisto de toda materialidad, rellenemos ese espacio vacío con una grandiosa instalación. Si las flores, la luz y el amor existían tan sólo para su exhibición, es decir, con fines artísticos, sustituyámoslos por los correspondientes espacios que permitan la exhibición: parques temáticos, estadios, circuitos y apartamentos playeros. Como artistas conceptuales han comprendido que la esencia valenciana es el espacio vacío en el que mostrar y mostrarse, y que si aquello que debía mostrarse en él debe desaparecer para alcanzar la esencia pura de lo artístico, que así sea: huertas a cambio de plazas en las que ofrendar flores (chinas) a la virgen, playas a cambio de estadios y apartamentos desde los que contemplar las carreras o las regatas, y hoteles, discotecas y burdeles a medio camino entre el self-service y el buffet libre sexual.

En ese acto puro creativo con que nos regalan los políticos valencianos hay momentos de incomprensión y momentos sublimes, y como buenos artistas son conscientes que ambos son necesarios para perdurar, para fijar en el archivo de “lo valenciano” su forma más depurada, su obra más excelsa, que no es otra que el nuevo canon de lo valenciano como aquello-que-debe-ser-mostrado-aunque-no-haya-nada-que-mostrar.

La incomprensión procede, cómo no, de Europa. El Parlamento Europeo ha promulgado un dictamen durísimo contra el modelo urbanístico valenciano, y contra las leyes autonómicas que lo han hecho posible. Filisteos ignorantes. ¿Cómo si no íbamos a crear la infraestructura necesaria para la exhibición de la Nada? ¿No se dan cuenta de que aquello-que-debe-ser-mostrado-aunque-no-haya-nada-que-mostrar necesita sus gradas y sus palcos, sus zonas de ocio y sus galerías comerciales? ¿No se dan cuenta de que el ser valenciano es la pura exhibición del espacio para la exhibición, es que no han entendido la lección de nuestro arquitecto de cabecera, no comprenden el modelo estético de Santiago Calatrava?

Pero del mismo modo que la muerte era necesaria para que Dios se manifestase ante los hombres mediante la resurrección , la crucifixión a la que nos somete Europa es necesaria para la epifanía de “lo valenciano” en cada uno de nosotros: como artistas de la nada y como espectadores de nuestra propia obra, Europa nos dice que somos ilegales, corruptos y criminales, que no deberíamos existir. Como dijo alguien no hace tanto, nos quieren quitar la paella, simbólica añado yo.

Pero ante semejante persecución, ante semejante voluntad de aniquilación por parte de nuestros enemigos, sólo el acto puro creativo, sólo la obra de arte sublime que es la creación de “lo valenciano” nos puede redimir. Así que uno de nuestros más egregios políticos-artistas se ha puesto a trabajar, y ha encontrado nuestra redención en una nueva instalación conceptual. El Conseller de Educación de la Comunidad Valenciana, Alejandro Font de Mora, ha anunciado la implantación del “Chino Mandarín” (sic) como optativa de bachillerato para el curso 2010-2011. Ya que hemos arrasado nuestro espacio vital para convertirlo en un puro vacío que se corresponda con nuestra esencia, demos una nueva vuelta de tuerca a la instalación para que pueda mostrar el vacío (valenciano) y el no-vacío (chino).

Total, ya tenemos arroz, naranjas y pólvora. Sólo nos faltaba la lengua.

¿Alguien cree que puede pergeñar una explicación mejor de lo que está pasando?

Josep Izquierdo | 27 de marzo de 2009

Comentarios

  1. marisol brunet
    2009-03-28 12:30

    Atroz. El pensamiento de los mandatarios en el poder se debe haber contagiado del “fallerío” en auge y funciona como una “petardá”. No me creo que este sea el sentir del pueblo valenciano, más bien deslumbrado en las 2 últimas décadas por el boom del consumo e inmerso en los mall macrocomerciales y el apartamento en alguna colmena de la costa para los finde. Cuando los fachas toman la sartén o la paella, qué más da, atienden a mostrar solamente la fachada y nada más que la fachada de sus obras: artísticas, sociales y lingüístico-culturales. ¡Qué horror! Menos mal que la cantera de artistas no baja del superàvit y siempre alcanzan a echar mano de alguien que dé cumplida satisfacción a sus aspiraciones. Según este modelo de funcionamiento aparencial, por lo demás altamente costoso para el erario, también deberíamos incluir en la categoría de “lo valenciano” a la señora Esperanza Aguirre, pues también pretendió abrir en Madrid un macrocolegio para la enseñanza del catalán, llegó octubre y sólo se le matricularon dos alumnos. Hay que ser paleting.
    (Con el debido respeto, Izquierdo: creo que la hache de hogaño no es muda).
    la hundida

  2. laundida
    2009-03-28 21:06

    ¡Ah!, si para “mostrarse” de esta manera hay que tirar con presupuestos millonarios para acontecimientos efímeros y comportamientos políticamente incorrectos solapados, Dios sea valenciano y nos coja confesados del conceptual actual.


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