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La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

David Foster Wallace: eso es todo

David Foster Wallace se ahorcó el viernes pasado. Leí la noticia mientras intentaba traducir el discurso de graduación que pronunció en el Kenyon College de Ohio en 2005, sobre lo destartalada, estúpida y repulsiva que es la vida adulta, bastante turbador para el lector común e imagino que desconsolador para sus jóvenes oyentes, que debían esperar una palmadita en la espalda y un buen empujón psicológico para lanzarse al mundo, y que se encontraron con una completa subversión del tópico celebratorio.

La bondad de su discurso radica en que intenta hacer comprensible para los jóvenes una de las constantes de sus últimas obras, la autoconciencia, cómo ser consciente y estar lo suficientemente alerta para poder elegir cómo construye uno el sentido de sí mismo y de las cosas a partir de la experiencia cotidiana. Lo que me interesa especialmente de ese discurso es que, a pesar de que aparentemente refuerza tópicos bien asentados sobre las bondades de la educación, consigue desnudarlos de interpretaciones tradicionales hasta casi la indigencia; que consigue formular una reivindicación de la empatía hacia los demás (es curioso como evitamos la fórmula cristiana tradicional, “amor al prójimo”), desprovista de cualquier atisbo de trascendencia o de virtuosidad social: si acaso, pero poco, como un modo de no sucumbir siempre, de no hacerlo completamente, a la frustración, la ansiedad, el miedo y la ira a que nos aboca una vida adulta sin conciencia y, por tanto, sin capacidad de elección. Una idea que acompaña a Wallace desde sus inicios, y que formuló claramente en un artículo sobre Kafka: “la terrible lucha para establecer un ser humano libre se traduce en un ser cuya humanidad es inseparable de esa terrible lucha.”

Nada nuevo para los lectores de su obra. Quienes lo lean encontrarán su formulación narrativa en el último cuento de su libro Oblivion, de 2004, aquí traducido como Extinción, en lugar de Olvido. Ya sé, ya sé que soy muy pesado con lo de las traducciones de títulos, pero si el traductor o el editor hubiesen sabido que en su primera versión uno de los cuentos estaba encabezado por una cita de Borges, quizás hubiesen recordado también un poema suyo, Everness:

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en su profética memoria
las lunas que serán y que han sido.

Ya todo está. Los miles de reflejos,
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.

Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores

y las puertas se cierran a tu paso,
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.

Y ahora comparen las dos últimas estrofas del soneto con el siguiente fragmento de ese mismo artículo de Wallace sobre Kafka que citaba anteriormente:

“Usted puede pedir que imaginen su arte como una especie de puerta. Imaginarnos a nosotros, sus lectores, que llegamos y golpeamos en la puerta, golpeando y golpeando, no sólo queriendo entrar, sino necesitándolo, no sabemos lo que es, pero podemos sentirlo, esa total desesperación por entrar, golpeando y empujando y pateando, etc. Y, finalmente, la puerta se abre… y se abre hacia el exterior: hemos estado dentro de lo que queríamos todo el tiempo. Das ist komisch [eso es todo].”

Nada más cierto en la opulenta sociedad del malestar en que habitamos: eso es todo.

Josep Izquierdo | 19 de septiembre de 2008

Comentarios

  1. Alber
    2008-09-19 15:02

    Me ha gustado mucho tu nota, Josep. A mí también me gusta mucho Foster Wallace y sentí muchísimo que se ahorcara. El ahorcamiento, además, es una forma especialmente consciente de suicidarse, ¿no? Digamos que, a menos que te fractures el cuello y mueras más o menos rápido, lo normal es que la muerte por ahogamiento tarde un poco en llegar. Más autoconsciencia que la autoconsciencia de la propia muerte no puede haber.

  2. Ana Lorenzo
    2008-09-19 16:41

    Lector ileso puso esto sobre la muerte de David Foster Wallace:
    «David Foster Wallace se colgó el viernes en su casa.

    Learning how to think really means learning how to exercise some control over how and what you think. It means being conscious and aware enough to choose what you pay attention to and to choose how you construct meaning from experience. Because if you cannot exercise this kind of choice in adult life, you will be totally hosed. Think of the old cliché about quote the mind being an excellent servant but a terrible master. This, like many clichés, so lame and unexciting on the surface, actually expresses a great and terrible truth. It is not the least bit coincidental that adults who commit suicide with firearms almost always shoot themselves in: the head. They shoot the terrible master. And the truth is that most of these suicides are actually dead long before they pull the trigger.

    De una conferencia que pronunció en el Kenyon College en 2005.»
    Supongo que será el mismo discurso de graduación a que haces referencia. Me encantaría que publicaras en LdN la traducción, si fuera posible. (Si no, que dijeras dónde va a aparecer.)
    Gracias.
    Un beso.

  3. Marcos
    2008-09-19 18:59

    Sin haber leído al autor, y menos ese discurso, se me antoja que, en cualquier caso, su teoría es un tremendo fracaso, o al menos conduce a tal radical visión del mundo que conlleva la autodestrucción. Supongo.

    Saludos

  4. Josep Izquierdo
    2008-09-19 21:09

    Hola a todos:

    La muerte de DFW me impresionó porque había acabado de leer, precisamente, el fragmento de su discurso que cita Ana (es ése, sí, y ahora que repaso el artículo de vuelta a casa veo que se me olvidó el enlace: está aquí): Wallace evitó dispararle (dispararse) al “excellent servant but terrible master”, y prefirió la horca, un poco más abajo, en definitiva.

    Mi objetivo en el artículo no era, de todas formas, especular con los motivos que pudo tener para hacerlo, y para hacerlo así y no de otra forma. Mas bien rescatar la seriedad de un autor a quien en España se tiene por “humorístico”, y ya se sabe que aquí, a diferencia de la tradición anglosajona, un autor “humorístico” es un pendejo que utiliza el humor para reforzar el statu quo. Y en todo caso los grandes humoristas literarios suelen ser grandes pesimistas, e.g. Jonathan Swift.

    En cuanto a la radicalidad de su visión del mundo, puede que sí lo sea: una especie de estoicismo más a través de la empatía que de la ataraxia, y sin esa droga moderna llamada felicidad. Sí, digamos que es radical, y en todo caso mejor que sea autodestructiva que no llanamente destructiva, como suelen serlo las visiones del mundo basadas en la felicidad.

    Sobre la traducción, es, y seguirá siendo algún tiempo, una traducción de trabajo para mis tareas docentes, y por tanto no publicable. Pero, quién sabe, puede que a lo largo del curso la refine. Ya os aviso.

  5. Ana Lorenzo
    2008-09-21 14:52

    Muchas gracias por el enlace al discurso completo, Josep.
    Los autores pesimistas suelen tener un excelente sentido del humor: no sé si son ellos quienes se lo forjan para poder sobrevivir entre tal exceso de lucidez o si la naturaleza trata de compensar un tanto los dones —o maldiciones— que reparte. En España, parece que el humor en un autor lo entienda mucha gente como excluyente de seriedad en un autor: craso error.
    Lástima que no publiques la traducción con lo bien que entiendes al autor: estaremos atentos al aviso.
    Un beso.

  6. Achernar
    2008-10-13 06:07

    Muy interesante análisis de “Everness”… Sin embargo, el primero verso no es:

    “Sólo una cosa hay. Es el olvido”

    Sino así:

    “Sólo una cosa no hay. Es el olvido”

    EVERNESS

    Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
    Dios, que salva el metal, salva la escoria
    y cifra en Su profética memoria
    las lunas que serán y las que han sido.

    Ya todo está. Los miles de reflejos
    que entre los dos crepúsculos del día
    tu rostro fue dejando en los espejos
    y los que irá dejando todavía.

    Y todo es una parte del diverso
    cristal de esa memoria, el universo;
    no tienen fin sus arduos corredores

    y las puertas se cierran a tu paso;
    sólo del otro lado del ocaso
    verás los Arquetipos y Esplendores.

  7. Carlos
    2009-02-24 16:56

    El discurso y sus comentarios me recuerdan un poema de Gonzalo Millán, poeta chileno, que comparto con uds.:
    “Y a veces pienso que después de tanto
    y tanto aire, soplo y saliva malgastados
    en el intento de apagar el sol,
    como me dijeron,
    estará sólo la manta de la oscuridad,
    ahogándome,
    y nada más en torno de mi cabeza,
    si lo apago.


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