La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
Vivimos tiempos de extraordinaria movilidad social, en que la clase obrera se ha encontrado sin proponérselo y casi sin saberlo convertida en clase media gracias a la bonanza económica de los años 90, a la presión inmigratoria, que ha ocupado su espacio social, y a la especulación inmobiliaria, que ha duplicado o triplicado el valor de sus “ahorros” en forma de piso, con la subsiguiente capacidad de endeudamiento. Este movimiento social que bien podríamos calificar de frenético hacia arriba y hacia abajo, en que hay fontaneros que ganan más que ministros, y profesores que ganan menos que camioneros, ni la conciencia ni la solidaridad de clase han tenido tiempo de establecerse, con la subsiguiente “americanización” de buena parte de la sociedad española, como bien decía Gil Calvo en un certero artículo de opinión en El País el dieciséis de junio de 2007 (y que no enlazo porque es de pago). Esta “americanización” social producida por tasas muy elevadas de inmigración y movilidad social son campo fértil para populismos de toda laya, de los que sin duda empezamos a estar bien surtidos, entre los que no es menor la ocurrencia que ha tenido el presidente de la Generalitat Valenciana de impartir la asignatura de Educación para la ciudadanía en inglés.
Y no porque no necesitemos formas a nuestros niños y jóvenes en la lengua franca del mundo contemporáneo, sino porque será absolutamente ineficaz.
Y eso por la simple razón de que volvemos a sobrecargar el sistema educativo con responsabilidades que no son sólo suyas, pero que le atribuimos en exclusiva: formar ciudadanos y formar personas competentes lingüísticamente son sólo dos ejemplos de una larga serie. Si el objetivo es éste último, les aseguro que prohibir el doblaje de las series de dibujos animados que ven nuestros hijos, y sustituirlo por un subtitulado adaptado a las capacidades lectoras de cada etapa de crecimiento del niño resolvería el problema. Que se lo pregunten a los finlandeses, y en inglés, y verán.
El problema sigue siendo social, y no educativo, en la medida en que la bonanza económica y el desclasamiento han provocado la sustitución de la cultura del esfuerzo por la cultura de la satisfacción inmediata. ¿Para qué voy a aprender nada, ni enseñarlo a mis hijos, si ya tengo todo lo que quiero? No hará falta que les cuente el chiste del chocolate del loro, ¿verdad? No me hagan eso que yo los chistes los cuento fatal, y, como acabo de hacer ahora mismo, destripo el final antes de haber empezado. Bueno, ya saben, aquel en que una familia pretendía ahorrar y llegan a la conclusión de que lo único de lo que pueden prescindir es del chocolate del loro. Así somos, primero las longanizas para atar al perro y, si sobra algo, puede que le compremos al niño alguno de esos cursos de idiomas en DVD que prácticamente regalan en el todo a cien en que se ha convertido el periódico moderno, para que se vea en la estantería cuando vengan las visitas y así proclamar a los cuatro vientos lo buenos padres que somos. Si ustedes son de esos, les aconsejo que tengan la precaución de quitarles el plástico protector a todos los de la colección. Ya sé que es un problema porque así el niño puede abrirlos, toquetearlos, perderlos y, en el peor de los casos, poner uno en el reproductor más que nada por esa curiosidad tan mala que tienen los niños y quieran ver si son dibujos, y que le guste y que le llore cuando se lo tiene que quitar para ver usted el tomate, o Yo soy Bea, porque si es el fútbol o los Simpson no hay problema, ya se sabe, ¿en este país quién no quiere ver el fútbol o los Simpson?
2007-09-21 19:14
Los curas estarán encantados con la propuesta: con el nivel de inglés que tenemos, nadie entenderá nada de nada. Congratulations. Qué país.
Saludos
2007-09-21 23:30
Claro, Marcos, pero se van a enterar los inmigrantes, que sí dominan el inglés la mayoría. Ja, ja. Lo cierto es que es surrealista: educación para los ciudadanos pero no para los educados en el sistema educativo de acá.
Josep, tienes toda la razón, si seguimos teniendo la tele doblada no hay manera de que los niños aprendan inglés (no sé qué pasa con la enseñanza de lenguas en este país; es increíble que desde la generación de mi madre a la de mi hija todo vaya igual de pobre).
Lo de las colecciones en DVD me ha hecho reír («les aconsejo que tengan la precaución de quitarles el plástico protector a todos los de la colección»; qué bueno, no creas que no es real como la vida misma). Mis hijas se aficionaron a Muzzy (I’m big, big Muzzy) y ocupaban la tele. Luego la peque descubrió que venía también la opción de francés e italiano (no sé por qué descartó el alemán) y acabamos de Muzzy…
Estupendo artículo: para pensar, para reír, para llorar, para actuar…
Un beso.
2007-09-22 23:13
Josep, te dejas lo más hilarante, propuesta es para el caso de que pierdan las elecciones ¡
y si perdemos… tachán¡
2007-11-19 03:27
Pues como sigan pasando en Espana los programas americanos doblados, poco avanzara la educacion del oido para aprender ingles. Los idiomas tienen su propia musica y estilo y es indispensable acostumbrar al oido antes de hablarlos. Porque de lo contrario hablareis ingles en espanol y no os entendera ni el portero.
Naturalmente que los actores ‘dobladores’ y su industria se opondran fuertemente.
Estais presos.
Desde Houston, see ya!