Alber Vázquez es escritor. “El mundo gira sobre un eje podrido” es una columna de opinión que se publica todos los lunes y que alberga como firme propósito convertir a este planeta en un lugar más habitable donde los hombres y las mujeres del mañana puedan compartir su existencia en condiciones igualdad y justicia. Estamos seguros de poder lograrlo. El mundo gira sobre un eje podrido dejó de actualizarse en abril de 2008.
Me encanta la idea de que el mundo no es más que una gran simulación, como Antonio Martínez Ron propuso hace cuatro días en estas mismas páginas. Y no puedo estar más de acuerdo con él y con los que opinan como él. Tenemos entre oreja y oreja la versión de la existencia que con mayor o menor fortuna hemos querido o podido formarnos y apechugamos con ella hasta los restos. Y ya está.
Quizás por esto, no me gusta tomarme demasiado en serio. No es que me vaya a echar a la bebida de la noche a la mañana porque total para qué, pero procuro, cada vez con más insistencia, relativizar lo que soy y lo que hago. Lo cual, dicho sea de paso, no es más que parte de mi propia simulación mental, pero bueno, es lo que hay: por suerte o por desgracia, uno tiene que vivir dentro del equipamiento humano con el que ha venido al mundo.
Total, que en esta línea de pensamiento, comencé hace ya tiempo a prestar atención a propuestas a las que, teóricamente, un tipo como yo no debería atender jamás. Dicho de otra forma, me he ido buscando la vida para proponerme un modelo de simulación mental heterodoxo y ecléctico. Por variar.
No debo de estar consiguiéndolo a la velocidad que yo pretendía, porque han sido necesarios los cuatro párrafos anteriores para introducir la afirmación que justifica este artículo: a mí me gusta “Humor Amarillo“. Y me gusta a rabiar y cada vez más. No veo el momento de que llegue la sobremesa del domingo para ponerme frente a la tele y reírme a mandíbula batiente durante un buen rato.
Para los no iniciados, resumiré: “Humor Amarillo” fue un concurso japonés de finales de los ochenta que Telecinco emitió en España a principios de los noventa. Ahora, bastante tiempo después, Cuatro ha recuperado aquellos capítulos y los ha vuelto a emitir con nuevos doblajes.
El concurso tiene una estructura sencilla: un buen montón de concursantes tiene que conquistar el castillo de Takeshi Kitano y él, gracias a su pintoresco ejército, tratará de evitarlo. Para lograr la conquista, los concursantes deberán pasar pruebas y más pruebas en las que, como resultado, recibirán fenomenales trompazos. Y he aquí a donde yo quería llegar.
Me emociona la idea, cada vez más, de considerar la posibilidad de que el mundo es una gran farsa. Desde prácticamente la adolescencia (en cuanto me libré del yugo de los curas), estoy convencido de que no venimos de ningún sitio ni vamos a ningún otro, de que esto no es más que una mala jugada del devenir. La vida es un bug dentro del plan global de la creación (o de un no-plan, vete tú a saber). En cualquier caso, un bug minúsculo y en absoluto molesto.
Pero, a pesar de todo ello, tenía cierta idea heroica de la existencia. Entre otras cosas, porque yo estoy implicado en ella y me gustaba jugar con el pensamiento de que esto merece la pena, de que somos gente digna, de que estamos haciendo algo realmente bonito. Legar algo maravilloso a los que vienen detrás. Leonardo da Vinci, Albert Einstein, Mahatma Gandhi y cosas así. Lo mejorcito entre lo mejorcito. Ya, pues de un tiempo a esta parte, me han entrado dudas. Como una anécdota que te cuentan tantas veces que, al final, pierde la gracia. Ya no me pone tanto la idea de una humanidad heroica.
Total, que ahora pienso que puestos a vivir una simulación mental, por lo menos que sea divertida. ¡Al diablo con la versión épica de la existencia! Al diablo con todo eso. Hemos venido a jugar. En este mundo podrido y sin ética, a la gente sensible lo único que nos queda es la estética. Y la comedia. Que esto no sea un ir para nada. Que cuando la diñes, puedas decir “me estoy muriendo, pero, jo, lo que me he reído…”.
Por eso veo “Humor Amarillo” y por eso ya no contemplo a un patrullón de subnormales haciendo el ganso para ver si consiguen hacerse con el millón de yenes que daban de premio al ganador. Ahora veo a gente tomándose a sí misma muy poco en serio, recibiendo golpes y cayendo de bruces en el barro para que los demás se rían de ellos y riéndose ellos también. Y eso me parece muy sano. Mucho. De lo más inteligente que ha parido este mundo podrido.
Los curas, tradicionalmente, han temido a la risa. Dado que, como todo el mundo sabe, los curas son el mal, la risa debe ser, en consecuencia, algo bueno. Muy bueno, a juzgar por la vehemencia con la que han tratado de imponernos la seriedad. No en vano, en “El nombre de la rosa“ más de uno la palmó por intentar leer un libro que jamás debería haber sido escrito: la comedia de Aristóteles.
Seguro que si alguno de esos curas que me atormentaron de niño estaría hoy a mi lado, me prohibiría ver “Humor Amarillo”. Porque sí, porque no es un espectáculo edificante, porque la gente se pone en ridículo a cambio de nada, porque no contribuye a mi crecimiento interior como ser humano. Etcétera. La misma porquería de siempre que me provoca un tic en el ojo izquierdo en cuando la escucho.
El mundo debe ser una simulación de nuestras mentes. Vaya que si debe serlo. En esencia, y mientras nadie tenga la habilidad de convertirse en ectoplasma y traernos pruebas de que lo contrario, tenemos que convenir que esa es una teoría sin fisuras. Nuestro mundo es lo que nuestro cerebro conviene que somos. Una gente maravillosa o unos auténticos hijos de puta. Incluso ambas cosas al mismo tiempo. Así de torcida es la naturaleza humana. Pero ay de aquel que no tenga un Chino Cudeiro bullendo dentro. Ay de aquel.
2007-08-27 11:09
Ay madre, lo que me he reído con el video…. Y sí, definitivamente cualquier acercamiento a la felicidad empieza en no tomarse demasiado en serio nada.
Saludos
2007-08-27 11:51
Por cierto, el primero que seguía esa máxima, era el alma mater del concurso, Takeshi Kitano (de hecho, la versión en inglés del programa se llamaba Takeshi’s Castle), un actor y director japonés digamos serio pero que en este concurso no tenía el menor pudor en ponerse en ridículo. He aprendido mucho de él.
2007-08-27 12:46
Confieso que me he reído con el vídeo y que vi Humor amarillo cuando la pusieron allá por los 90 (en el doblaje de entonces salía uno de los que lo doblan ahora, ¿no?). Ahora no lo aguanto pero mi marido y mi hija de 10 años andan enganchados y se ríen a lo loco: da gusto verles.
Lo que sí comparto es eso de tener un Chino Cudeiro cualquiera: un lo que sea que me hace reír sin ninguna razón y sin perseguir ningún crecimiento interior ni exterior ni ná de ná. Humor puro y duro. Que me quiten lo bailao. Debe de ser la edad; pasa uno la crisis de la filosofía de la vida y se reencuentra con la risa de cuando era pequeño: como los bebés.
Por cierto, la estructura sencilla del concurso es la primera vez que la pillo, gracias.
Un beso
2007-08-27 13:33
Efectivamente el Chino Cuderio es nuestra religión, pero debo decir que me parece injusta la falta de mención al Pressing Catch!
Otro buen puñado de sabiduría, jejeje Saludos
2007-08-27 13:45
No sé hasta qué punto lo dices en serio, pero el Pressing Cathc es lo opuesto, en mi opinión. Ese deporte simula en un sentido global: espectadores, participantes y comentaristas “simulan” que lo que está sucendiendo es real, pero no lo es: nada de eso hay en Humor amarillo, pues precisamente todo aspecto de ficción está exagerado y, diríamos, “burlado”.
Saludos
2007-08-27 14:21
Marcos, sí y no. Es cierto que el pressing catch es una simulación total. De hecho, no es un deporte y sí algo que tiene mucho que ver con las artes escénicas. Y por supuesto todo es simulado (aunque yo he visto combates junto a personas que no lo tenían claro del todo), y los luchadores son actores más que deportistas. Y estupendos, la mayoría de ellos. Tanto que cada dos por tres tienen que salir (vestidos de calle y en actitud serena) advirtiendo a los niños que no lo intenten en casa o en el cole.
Pero el pressing catch es un divertimento en el sentido más amplio de la palabra. La gente lo ve para divertirse de una forma completamente mundana y nada trascendental. Y eso mola. Personalmente, soy un gran fan de Batista, y no me pierdo sus combates. Es lo más.
2007-08-27 16:04
Lo que me molesta del Pressing Catch (PC) (yo no lo soporto) es lo que supone de realidad aparente. Cuando vemos Humor amarillo nadie engaña ni se autoengaña: vamos a reírnos con y de los golpes que se pegan unos y otros. Pero el PC no, el PC trata de simular que lo que se ve es real, que los contendientes se odia, se rompen unos a otros; si te fijas en la web de Batista, no hay en ella nada que difiera de la de un boxeador, por ejemplo. Iba a decir que es como ver un espectáculo de los toreros-payasos, pero no: es como ir a los toros sabiendo que todo lo que vamos a ver es una ficción: el toro está amestrado para envestir sin hacer daño, y los toreros de vez en cuando se dejan pinchar y les explota una bolsa con sangre que llevan escondida.
Saludos
2007-08-27 18:16
Sí difiere en algo de la web de un boxeador real: en que todo es tan exagerado que un espectador avispado tiene que terminar por concluir que estamos ante una farsa (es que no puede ser de otra forma).
Yo me tomo el Pressing Catch como el teatro: cuando dos actores se besan en una obra de teatro, todos los espectadores asumen que no se aman en la vida real y que una vez que acabe la función cada actor se irá a su casa. Y no hay nadie que advierta al final de que estamos ante un beso simulado. Es algo que el público asume porque conoce los códigos propios del espectáculo. En el Pressing Catch pasa lo mismo. El otro día, sin ir más lejos, vi un combate en el que uno de los contendientes se queda sin sentido durante minutos. Está tendido en el cuadrilátero y el público, detrás, continúa sonriendo y pasándoselo en grande. Es decir, que no se toma el asunto realmente en serio, no se cree que la pérdida de sentido es real por mucho que se finja que es real.
2007-08-27 20:14
Reconozco que ese tipo de humor no me va mucho, demasiados golpes. Y puestos a gente que de verdad renuncia a “la versión épica de la existencia” prefiero a los que la practican en el día a día y algunos incluso llegan a concejales.
Pero este tipo de programas me ha servido mucho para relativizar ese “idealismo” del ser humano criado en oriente frente al bárbaro criado en occidente.