Alber Vázquez es escritor. “El mundo gira sobre un eje podrido” es una columna de opinión que se publica todos los lunes y que alberga como firme propósito convertir a este planeta en un lugar más habitable donde los hombres y las mujeres del mañana puedan compartir su existencia en condiciones igualdad y justicia. Estamos seguros de poder lograrlo. El mundo gira sobre un eje podrido dejó de actualizarse en abril de 2008.
No hace mucho, un conocido me contaba, mientras tomábamos unos vinos, que él, desde niño, participa en la matanza familiar de un cerdo. Aunque viven todos ellos en la ciudad, todavía, a día de hoy, conservan el caserío familiar y crían, casi como costumbre, un cerdo al que, anualmente, hay que dar chicharra. No hay cerdo al que no le llegue su San Martín, ya se sabe.
La matanza era, según me contaba, un acontecimiento excepcional como pocos. De hecho, que se te permitiera participar en ella certificaba que, de alguna forma, habías entrado en la vida adulta. Ya tenías edad para estar a lo que había que estar, aunque fuera sujetando al bicho de una pata trasera.
Hoy en día, la matanza continúa teniendo ese carácter familiar y festivo de antaño: se le dedica una jornada entera (hay mucho trabajo que hacer tras matar al cerdo) en el que el matarife es la pieza central en torno a lo que todo pivota.
“Matanza do porco”, de Manuel Vilaverde.
Matarifes itinerantes que hoy matan aquí y mañana allá, apenas quedan ya. Es un oficio que desaparece. Las épocas, que son muy hijas de puta, se le echan encima a la tradición en cuanto se descuida. Este hombre, en concreto, llegaba a primerísima hora de la mañana al caserío en un land rover de cuando Franco era corneta y lo aparcaba un poco alejado del lugar. Aparte. Más cerca del camino que de la casa.
¿Por qué? Porque aunque el tipo, que era todo un señor, traía el instrumental de matanza tan limpio que te podría operar de apendicitis allí mismo, el cerdo huele la sangre de los cerdos que antes que él han sido destripados con esa herramienta. El cerdo huele, literalmente, la muerte. Por lo tanto, un matarife como Dios manda acorrala con sigilo al cerdo y hasta que llega la hora de la verdad, no pide que le traigan el cuchillo de matar. Y, a partir de ahí, todo sucede tan rápido que el cerdo ni se entera de que le ha llegado el punto final.
Hoy en día, este tipo de rituales se permiten más por tradición que por otra cosa. Se trata más de parte del patrimonio etnográfico de una comunidad que de un procedimiento para obtener alimentos destinados al consumo humano. Vamos, que aquí paz y después gloria. Las morcillas se las reparten entre los de casa y a correr.
Porque, claro, matar animales en España es, como cualquier otra cosa, un acto perfectamente regulado y todos aquellos que quieran practicarlo deben, obligatoriamente, cumplir una serie de condiciones. Para empezar, la más obvia: ya no se puede matar por las bravas. Uno tiene que llevar el ganado a un matadero autorizado que reúna una serie de condiciones sanitarias y técnicas y el personal al cargo de la muerte de los bichos debe ser profesional de la cosa. Por no hablar de los certificados veterinarios y del papeleo vario.
Un coñazo, vamos. No hay un solo ganadero en España que no sea partidario de volver al sistema antiguo. Ni regulación ni hostias. Yo, por mi cuenta y riesgo, mato a mis bichos en mi casa. Que para eso son mis bichos y para eso es mi casa. ¿No se ha hecho así toda la vida? ¿No se ha matado siempre al cerdo clavándole un cuchillo en el garganchón? ¿A qué viene ahora tanta tontería que no hace otra cosa que costar dinero? Porque los veterinarios cuestan, los mataderos cuestan y transportar ganado cuesta. Un pastón que nos podríamos ahorrar si nos dejaran matar como siempre se ha hecho.
Pero no dejan. Es lo que tiene el progreso: que alguien viene y te prohíbe hacer lo que tu tatarabuelo ya hacía por la jeta. Porque algún ecologista se ha quejado o por vete tú a saber qué. Es el orden. Es la modernidad. Vale, acatémosla. A fin de cuentas, no deja de ser cierto que, al final, la carne que de ahí sale, es carne que ha pasado una serie de controles que al consumidor, oye, le dan tranquilidad.
Pero, ¿qué pasa si alguien decide que la norma no va con él y pide permiso para saltársela? Y no sólo va y lo pide: van y se lo conceden.
Es el caso de un matadero de Lugo en el que, en breve, se va a habilitar una sala especial para que pueda sacrificarse ganado siguiendo el rito musulmán halal. Los musulmanes practicantes, como supongo que es de común conocimiento, sólo pueden comer carne (obviamente no de cerdo, que lo tienen prohibido, pero sí de otros bichos) sacrificada siguiendo un ritual concreto que lo convierte en aceptable para la sharia o ley islámica. Hay, al parecer, diferentes variantes de ese ritual, pero el más común supone sacrificar al animal “mediante una rápida incisión con una cuchilla afilada en la espalda, cortando la vena yugular y la arteria carótida, pero dejando intacta la espina dorsal”.
Dicho de otra forma: si eres musulmán, en Lugo puedes matar a cuchillo, precisamente como los lucenses han hecho durante toda la vida y precisamente de la forma en la que ahora tienen terminantemente prohibido matar. Lo cual no deja de ser curioso, porque en la Constitución pone eso de que todos los españoles son iguales ante la ley. Y tú no puedes promulgar una ley de obligado cumplimiento para todos los españoles excepto para algunos españoles. Porque si lo haces, todos los españoles son iguales, pero algunos son más iguales que otros. Y jode. Vaya que si jode.
Porque ya estamos con la particularidad religiosa. Es que me lo mandan mis preceptos. Es que peco si no lo hago así. Es que lo hago de esta forma o no lo hago. Es que tengo derecho. Es que.
Bien, pues que no cuela. Para mí no cuela. Simplemente: en España no hay particularidad que valga y la ley es para todos. Punto final. Que los musulmanes que vienen en España no coman carne si así es su deseo. Nadie obliga a nadie a comer carne. Pero si la carne aquí se mata de una forma y esa forma de matar es obligatoria por ley, lo es para todos. Para los musulmanes también. Lo siento, pero aquí así son las cosas. No entiendo por qué en Lugo debe aplicarse la sharia. Uno entiende que en Teherán las cosas sean así, pero, ¿en Lugo?
A pesar de todo, ¿está todo perdido? No, un grupo de irreductibles gallegos resiste ahora y siempre al invasor. Los ganaderos cristianos gallegos, con dos cojones, están dispuestos a dejar de serlo. No ganaderos ni tampoco gallegos, sino cristianos. A la mierda el Cristo salvador. Seamos prácticos, carallo. ¿Que por motivos religiosos te eximen del veterinario, del matadero y de todos esos putos trámites engorrosos que no hacen otra cosa que encarecer el producto? Pues hala, por el camino de en medio: nos constituimos en religión y volvemos a matar a cuchillo. ¿Por qué? Porque lo dice nuestra religión, y punto en boca. Y no nos lo discutas que es un precepto religioso que merece todo respeto y como tú no nos lo consideres montamos un pollo de aúpa. Con la iglesia hemos topado. Con la nuestra, claro.
Y yo, la verdad, no veo el momento de que los ganaderos gallegos se monten su propia religión. Tienen todo el derecho del mundo. Si la religión sirve para saltarte la ley, que sirva para que se la puedan saltar todos. Igualdad entre españoles, como dice la Constitución. Y si tu religión mola, la mía más. Y al puerco, cuchillada hasta lo hondo.
2008-02-25 10:53
Enorme como siempre, Alber ;)
Totalmente de acuerdo. Lo triste es que la gilipollez institucional haya llevado a estos ganaderos gallegos a estos extremos. Basta ya de gilipolleces, la ley es para todos, y al que no le guste, que no hubiera venido.
2008-02-25 11:22
Qué grande eres. Siempre metiendo el dedo en la llaga. No tenía que haberte leido, que ahora me das que pensar y esta semana no tengo ganas.
Ains, si es que no tengo remedio.
2008-02-25 11:40
Supongo que habrás leído la noticia que viene en El Mundo, Alber. Ahí pone que el aturdimiento no se admite en el rito musulmán porque «El rito Halal, heredero de una antigua tradición, exige que el animal sea degollado y sangrado en vivo sin ningún tipo de aturdimiento previo. El fin es obtener una carne jugosa y lo más blanca posible, señal inequívoca de que el matarife ha seguido al pie de la letra el mandato religioso del sacrificio. [“Todo musulmán que provoca la muerte de un animal por medio de una sacudida eléctrica solamente y sin que medie sacrificio alguno, se considera muerte a palos y es ilícito comerlo”].» También pone que el animal es sacrificado mirando a la Meca. Esto ya lo había oído.
Bueno, Alber, parece que seguimos con el asuntillo nada complejo de la semana pasada, ¿no?, ese de las costumbres y las culturas, las leyes, las minorías y la xenofobia.
Pues nada, que los irreductibles gallegos vayan inventando la religión, que creo que en Cuenca habrá muchos que se convertirán, y en Salamanca.
Y para lo demás, ya veremos qué se nos ocurre. Ya se sabe, si no puedes con el tonto que te gobierna, únete a él.
Un beso.
2008-02-25 12:09
No, no había leído el artículo. Mil gracias por el enlace, Ana, porque es estupendo. Exacto, esa es la clave de todo. Entendemos que matar a una animal sin aturdirlo previamente es un acto de crueldad y, en consecuencia, dictamos una ley que regule la matanza de animales. Muy bien. Eso sí, la ley vale para todos. Pero no, no es así: a los que practican una religión concreta, se les da manga ancha. Bula, que se dice.
Ah, y fantástico lo de que deba estar presente un veterinario mientras tiene lugar en sacrificio halal. Un veterinario, en masculino riguroso. Si eres mujer y veterinaria, y te has sacado la oposición por mérito propio, ya te puedes ir a tomar un cafecito, porque en el ritual halal no puedes estar presente. Jódete. Haber nacido hombre.
2008-02-25 12:46
amigo Alber,
completamente de acuerdo con sus planteamientos, éstos y el 99% de los que aquí nos cuela todos los lunes. para comer hay que matar, escribí hace unas semanas en el blog puerco que perpetramos dos verracos a cuatro pezuñas. hartos de tanta tontería, nos quitamos la mala rasmia y el rezumbón de este gilipollismo social que nos rodea. nos encantaría nombrarle embajador de glotonia en su barrio… no pacerá usted por casualidad en las lomas del imponente jaizkibel: en alguna foto me ha parecido localizarle por amute??? enfin, me cuidaré las dioptrías. salud! http://glotonia.blogspot.com/2008/01/para-comer-hay-que-matar.html
2008-02-25 17:13
El lacón bien vale una misa…!
2008-02-26 03:54
ya no se puede matar por las bravas. Uno tiene que llevar el ganado a un matadero autorizado que reúna una serie de condiciones sanitarias y técnicas y el personal al cargo de la muerte de los bichos debe ser profesional de la cosa. Por no hablar de los certificados veterinarios y del papeleo vario.
Yo me sé de unos lugares en España dodne matan toros “por las bravas” y sin tantas vueltas.
Ojo, no quiero justificar una barbaridad con otra barbaridad, me opongo a hacer sufrir innecesariamente al bicho por una creencia religiosa tanto como a hacerlo por un supuesto espectáculo deportivo
2008-02-26 10:29
Elías, creo que no has entendido el sentido de mi argumentación.
Personalmente, no me opongo en absoluto a que los cerdos sean matados a cuchillo. Vivo en un mundo en el que existe suficiente sufrimiento humano como para que me importe algo el sufrimiento de un cerdo. Todo esto de la preocupación por lo que sufren y sufren los animales me parece una obscena frivolidad de nuevos ricos.
Por otro lado, me gustan los toros. Es un espectáculo violento, bello y brutal.
2008-02-26 18:26
Contradiccicones del multiculturalismo. Lo lógico sería que los ganaderos gallegos pidiesen que se aplicase la ley de igual manera a todos, independientemente de religiones y costumbres. Lo de crear una nueva religión me lo tomo como una ironía. Pero tal como está el patio…
2008-02-26 20:27
La matanza es algo muy complejo, Alber. Si hablas de matanzas caseras enmarcadas únicamente en la tradición, no querría yo meterme a discutir. Veo el rito musulmán con los mismos ojos que el rito bucólico-cristiano que has expuesto: a erradicar por peligroso.
Ahora bien, si hablas de las matanzas para simplemente conseguir carne que comerse después (quitando folclores y cumpleaños del abuelo), tanto a nivel explotación como a nivel familiar, tu afirmación “No hay un solo ganadero en España que no sea partidario de volver al sistema antiguo. Ni regulación ni hostias” no es correcta en absoluto. Todo el proceso que se lleva a cabo en matadero es rotundamente rentable para todo tipo de ganaderos (los que sacrifican 2 guarros al año para autoconsumo y los que sacrifican 80 al día para el hipercor). Calidad, seguridad y rentabilidad a años luz del “sistema antiguo” (antiquísimo diría yo).
2008-03-14 19:09
Creo que ya estoy tarde para comentar, pero da igual… por que es cierto que la desigualdad bajo un pretexto religioso se da … y esto en todas partes.. no es posible pasarse la ley solo por tener otras creencias…por lo del cerdo el control es bueno.. dímelo a mi que estoy en esto y no puedo dejar que el animal sufra… que igual ver venir la muerte ya es sufrimiento… e igual de hipócritas son los que dicen que no soporta ver sufrir un animal y luego lo vemos atipado de jamón!!!
2008-08-11 08:14
Que machotes se sienten, cuando no son ustedes los que van a recibir el cuchillazo o la estocada.
Imagino que todas las notas contrarias a lo que ustedes dicen han sido borradas, pues me parece extraño que todos esten de acuerdo. Es facil asi.