El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.
1.- Uno de mis narradores favoritos es Neil Gaiman. No me voy extender en los motivos de mis aficiones y menos entrar en el pantanoso terreno autobiográfico. Gaiman me interesa en éste caso porque sus historias suelen resolverse sin recurrir a esa forma tan socorrida de la narrativa del Siglo XX que es la síntesis dialéctica. La síntesis dialéctica en narración es bastante fácil: están unos, están los otros. Unos y otros se encuentran en un campo de batalla y se pelean, el resultado de esa pelea es la síntesis. FIN.
En las obras de Gaiman no suele haber pelea al final y por ese motivo muchos las han calificado de anticlimáticas. A mi me gustaban precisamente porque señalan que existen otras formas de contar las historias. Es decir, de vivir nuestras vidas.
2.- Las narrativas modernas y sus proyectos políticos asociados a ellas han hecho del escenario de la dialéctica y la síntesis el espacio de juego, pero lo cierto es que no son el único repertorio narrativo ni político. Pienso en Espartaco, una de las grande novelas (y películas) del Siglo XX que enfrentaba dos mitos: el mito de Roma y el mito de Espartaco. Los esclavos de Espartaco no querían ir a Roma a pelear, no querían ir a Roma a tomar el poder de Roma. El horror que esos esclavos representaban para Roma era que lo que querían era, simplemente, marcharse. Irse de allí. Fugarse. Otras formas de narración y de vida.
Ray Bradbury cuenta algo muy similar en sus Crónicas Marcianas cuando los esclavistas blancos descubren que un montón de esclavos negros han estado ahorrando para comprarse un cohete y fugarse a Marte. El panico de los esclavistas es el pánico de Roma. El pánico a la huida.
Porque al poder no le importa la batalla. Está preparado para la batalla. Tiene tiempo, recursos, retóricas. Sobre todo, porque es el poder quién ha decidido cual es la batalla y cómo se juega. La huida de los negros, la fuga de los esclavos… ese es el momento en el que el poder se queda sin su otro para pelear y pierde.
Destruir sin destruir. Defender construyendo. Abandonar el terreno de combate para fundar otras realidades.
3.- Mariano Rajoy se sabe vencedor de las próximas elecciones generales y así lanza su propia forma de autonarración. Dice “Si en los primeros seis meses de gobierno hay una huelga general es que estoy haciendo bien mi trabajo”. Es un envite soberbio a todas las narrativas tradicionales y ortodoxas. Un trapo rojo para toros del Siglo XX : “Venid a por mi” “Venid a defenderos de mi” “Venid a luchar contra mi”. Yo dispongo el tablero de juego. El hype prefigura la realidad. Narra lo que va a suceder antes de que suceda para que suceda. Establece el campo de juego.
Algo similar hace Esperanza Aguirre con la educación o el gobierno de CiU con la sanidad catalana. Preparan la pelea para la que están preparados.
4.- El pasado 15 de Mayo el poder se encontró con una pelea para la que no estaba preparado. Se encontró a miles de personas tomando una plaza cuyo único objetivo era permanencer allí, estar juntos, aprender y expresar un malestar una potencia. Y luego, diseminar esa forma de estar juntos por todas partes.
Esa es una narrativa de nuevo tipo. Narrativa del Siglo XXI. Somos esclavos huyendo de Roma, somos negros buscando un cohete.
Y lo único que el poder va a intentar es que volvamos a ser la vieja narrativa del Siglo XX. Lo único que el poder puede hacer es atraparnos en la lucha contra él. Hubo quien le dijo a Espartaco que fuese a atacar Roma y quien le dijo a los negros que tomaran el poder del amor. Hay quien nos dice que luchemos y luchemos y luchemos hasta robarles el poder.
Que se queden el poder… Nosotros y nosotras nos vamos de viaje. Como Homero, en La Odisea. El Hype quiere guerra. Que se quede solo.
5.- Si superamos la pregunta del combate tendremos que afrontar preguntas nuevas. ¿Qué odisea queremos hacer? ¿Que vehículos hacemos para irnos de viaje? ¿Que vamos a comer, como nos vamos a cuidar, como nos vamos a defender? ¿Que viaje es éste cúando no tenemo un marte al que ir, ni un lugar libre al otro lado del mar? ¿Que odisea es ésta que la tenemos que hacer sin movernos de casa, del barrio, de la ciudad, del mundo? Yo no lo sé. Pero sé que las preguntas son esas. No las otras. Y que las herramientas las tenemos. Vaya que sí.
2011-09-14 14:13
Soberbio su post, enhorabuena, pero me gustaría acotar un punto: no les dejamos el poder, porque el poder no se posee, ni se deja de batallar: se buscan nuevas formas de combatir; de subvertir su poder. La huida, como nos diría Sun Tzu, es otra forma del combate.
Yo tampoco sé cuales son las respuestas a esas preguntas, pero también estoy seguro que son las preguntas correctas. Pero quizás el viaje sea uno que se lleva preconizando dos siglos: el viaje lejos de toda ideología o, al menos, lejos de la ideología dominante.
2011-09-14 16:01
Muy de acuerdo si senyor, sobre todo, cuando al juego al que se ha de jugar se lo inventa ellos con lar reglas que les da la gana.
Que es un Rey sin un pueblo al que gobernar?
Solo otro hombre miserable.
2011-09-20 04:10
Genial artículo, sí señor. Pero no sabría decir si en el 15M tiene más peso la vieja narrativa del Siglo XX o la nueva del Siglo XXI. Por suerte, ésta última se encuentra en muchas otras partes aparte del 15M. Porque lo importante son esas nuevas preguntas, no quienes las plantean. Sólo es cuestión de establecer lazos y nuevos espacios de convergencia. Aún así, creo que aún merece la pena intentar empujar al movimiento en esa dirección.