El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.
1.- Si pensamos el hype como la explotación perversa de fenómenos reales convertidos en espectáculo, podríamos hacer un ejercicio de previsión (casi un hype del hype) para identificar cual puede ser el siguiente campo de experimentación cultural que las dinámicas del hype se lanzaran a saquear y despotenciar: El Crowdfunding.
Hasta el momento, la dinámica del crowfunding (minoritaria, pero creciente) se basa en lo siguiente: Alguien tiene un proyecto y usa la web para conseguir la financiación suficiente para el mismo a través de una red de micro-aportaciones económicas. Aquellos que financiar el proceso tienen, a cambio, algún tipo de premio. Sea ver realizado aquello que han apoyado, sea un potencial beneficio posterior de la explotación del producto, sea alguna otra cosa.
Lo que el crowdfunding permite son niveles potencialmente más altos de libertad y autonomía y por tanto, una potencia de riesgo mayor en el tipo de proyectos que se ponen en marcha.
De momento, el crowfunding financia lo que las jerarquías culturales y/o industriales clásicas se niegan a financiar por considerarlo, efímero, arriesgado o (al contrario) poco trascendente o porque atenta con la producción de escasez de determinadas industrias.
La experiencia de autoorganización de los mecanismos de financiación permite una concepción radicalmente distintas de los públicos (o lo usuarios) como agentes activos de participación, pasando de “espectador” a miembro de una determinada “comunidad”.
2.- Como si hiciéramos una autopsia de las lineas de tensión a través de las que el hype va a intentar reapropiarse de este tipo de fenómenos vemos lo siguiente.
a.- Especialización/ Jerarquización: La industria del cine en EEUU está absolutamente plagada de seminarios en el que expertos de todo tipo te cuentan la mejor manera para atraer micro-inversores. Al transformarse el flujo de la “idea” y posterior búsqueda de financiación para la misma a la producción de un conjunto de saberes (académicos incluso) sobre la mejor forma de conseguir financiación, lo que se genera es un campo acotado de “lo posible” una frontera, unas normas y unas jerarquías. Así, la idea ya no es el motor del crowfunding, sino que el motor es la adecuación de esa idea al campo artificialmente construido de “lo posible”.
b.- Producción de intermediarios: La sobredosis de páginas web que se venden como “espacios de encuentro” entre gente con proyectos y gente con dinero para financiarlos funcionan sobre una lógica de control magnético. Cuanta más gente crea que ahí y solo ahí están los proyectos más fácil será que allí y solo allí estén los proyectos. Lo que aparece como un “lado bueno” que es que todo será más fácilmente identificable es en realidad la expropiación de las redes autoformadas y autoorganizadas que la propia Internet genera cada día. El flujo de información, que antes aparecía como independiente va encontrando, de nuevo artificialmente, sus propias “paradas obligatorias”.
c.- Promesas: El Crowfunding se sostiene sobre la construcción de un deseo colectivo y la movilización de muchas cabezas en pos de un objetivo común. Ese deseo y ese objetivo puede ser “transparente” u “opaco”. El crowfunding ha optado siempre por la transparencia, pero el hype, bien lo sabe la economía financiera, funciona muy bien sobre el secreto. La diferencia importante es que dónde la transparencia produce democracia y control de los procesos, el hype produce decepción.
Y la decepción mina los procesos reales hasta dejarlos vacíos de sentido.
3.- Pero no perdamos el foco. El problema es el hype, no el crowdfundind. El crowfunding es una de los procesos más intensos e interesantes de experimentación de formas más democráticas y colectivas de producir bienes y servicios. Si el hype intenta saquearlo es por su potencia, no por su debilidad. De lo que se trata es de identificar en ese mapa de tensiones entre expecialización, intermediarios y promesas, mecanismos que eviten el saqueo y defiendan los procesos reales.
Mantener el acento en la idea y no en “posibles” a prioris. Convertir los públicos en comunidades (y no al revés) mantener la pregunta abierta y constante, la participación radical en los procesos, la cooperación y la singularidad de los proyectos es lo que determina la potencia de un fenómeno de esta riqueza.
En definitiva, recordar que las cosas no suceden porque exista una tecnología que las posibilite, sino por el uso social, singular y creativo que le damos a esa tecnología y que, por tanto, el campo de definición de “lo posible” es siempre abierto, no acotado. Y que la propia potencia puesta en red y cooperación rompe fronteras aparentemente inamovibles.
Si no, el Crowdfunding no existiría… y el hype no estaría siguiendo sus pasos.