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Crónicas del Hype por Guillermo Zapata

El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.

Dibujar un mapa

1- Hace algunas semanas fui a ver La Red Social, la película es interesante por muchos y muy variados motivos, pero viéndola empecé a pensar en facebook no tanto como un mecanismo de comunicación entre pares, sino como un interfaz para relacionarse con el mundo. Una ventana a través de la cual podemos ordenar y jerarquizar la existencia. Un mecanismo para desterrar la complejidad y orientarnos en un mundo saturado de estímulos, disperso y en el que somos incapaces de producir una narración coherente del ahora. En este territorio el pensamiento consiste en aplanar lo complejo y reducirlo a logos con capacidad memética.

¿Logos con capacidad memética? ¿Alguien dijo Goebbels? ¿Y si los mecanismos a través de los cuales las redes sociales producen pensamiento pudieran generar una nueva forma de fascismo? No fascismo como organización social, no el nacional-socialismo alemán y ni siquiera el fascismo de la nueva derecha o el tea-party. Un fascismo comunicativo y emocional. Un fascismo de los cuerpos sometidos al cansancio permanente por el trabajo (o por el paro) y la comunicación global. Un autoritarismo de nuevo tipo que bloquea la capacidad para comprender el mundo en su complejidad y nos devuelve imágenes, representaciones vacuas, hype.

¿Podríamos pensar así el reciente conflicto de los controladores aéreos? ¿Podríamos pensar así la sumisión política al capitalismo financiero? ¿Nuestra propia incapacidad para orientar y producir campos de batalla efectivos para transformar nuestras vidas?

Sin embargo, esas mismas redes sociales son uno de los campos de conflicto, uno de los campos de resistencia. Es a través de ellas que en éste último mes hemos hablado, analizado, denunciado y resistido la situación de Wikileaks y de su portavoz: Julián Assange. Es a través de ellas que hemos visto a los gigantes del nuevo capitalismo luchar contra la libertad de expresión. Son ellas mismas parte de esos gigantes que han intentado orientar, censurar, negar el apoyo, cortar lazos, con la organización de Assange.

2.- He leído todo lo que he podido estas semanas sobre Wikileaks y ha habido tan solo dos cosas que me han llamado poderosamente la atención. La primera es que la información y el debate en torno a Wikileaks ha sustituído al debate sobre la información revelada a través de Wikileaks. La segunda son los relatos que han intentado explicar Wikileaks como una confirmación de su propia lectura del mundo, aunque para hacerlo tuvieran que embellecer su figura con algún que otro martillazo. He llegado a escuchar que Wikileaks es “la sexta internacional”.

Creo que lo más interesante es, precisamente, lo que no se ha dicho, lo que no se ha publicado. Lo que se ha dejado en sombra, a la espera. Quién no ha apresurado su palabra es porque sabe que, por lo menos, Wikileaks supone algunos elementos de novedad importante y que es pronto para designarlos. Lo demás es ruido.

Me permito adelantar uno de esos elementos de novedad. Pensemos en Wikileaks como yo pensaba en facebook al principio de este artículo: como un interfaz con la realidad. Un interfaz que, al contrario que las redes sociales y que el hype, lo que pone sobre la mesa no es una representación simplista del poder, sino la complejidad pura. La complejidad al completo. Un mundo en el que una multiplicidad de poderes compiten, cooperan, se espían, traman y hunden sus fauces en el cadáver de los demás.

Una complejidad que se nos presenta de forma simple porque el filtro inicial se nos presenta a través de cinco medios de comunicación y es posteriormente reproducida, redirigida, repensada, desde estas mismas redes sociales. Sin embargo, esa complejidad puede ser reconstruida a partir de una multitud de claves.

Wikileaks puede ser tanto un ejercicio de deslegitimación radical de las formas de ejercer el poder de la posmodernidad o su apuntalamiento perverso. Lo que suceda no depende de Wikileaks, sino de nosotros.

Resistir al hype, a la fascistización comunicativa, pasa por la producción de subjetividad. Esto es, ni más ni menos, desentrañar un relato coherente del mundo, identificar sus puntos débiles, sus objetivos, etc. Saber cómo funciona el mundo para poder atacarlo con mayor eficacia. Wikileaks sólo nos ha dado una herramienta para que éste trabajo sea algo más sencillo.

O dicho de otra forma: “No hay mapa del tesoro, el mapa es el tesoro”.

Guillermo Zapata | 14 de diciembre de 2010

Comentarios

  1. Abraham
    2010-12-15 23:27

    Excelente articulo, me hiciste pensar.

    Saludos, te seguiré la pista.


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