El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.
1.- Hoy íbamos a hablar del humor como mecanismo fundamental para atacar al hype. Íbamos, porque no vamos a hablar de eso. Vamos a hablar de hype y de fútbol. De hype y “la roja”, de hype y el mundial. Es una operación complicada, contradictoria, violenta, casi intuitiva. Pensar implica superar los “a prioris”. ¿Hay algún lugar en el espectáculo mediático y la sociedad de control en el que haya más “a prioris” que el fútbol?
2.- El hype funciona a partir de la construcción artificial de un fenómeno utilizando los medios de comunicación, las redes sociales, etc., convirtiendo algo aparentemente exterior y aparentemente ajeno en imprescindible. Desde esa perspectiva, casi cualquier fenómeno de importancia mediática podría ser un “fenómeno hype”, pero la clave está en la dimensión (difícilmente mensurable) de “lo artificial” del mismo.
3.- Para muchos la serie “Perdidos” es un ejemplo de hype, por su dimensión globalizada, apasionada, etc. Sería materia de otro artículo intentar explicar porque el “fenómeno Perdidos” tiene mucho de cultura participativa y convergente, pero hay al menos tres elementos que lo separan por completo del hype: Su carácter procesual, su carácter fundamentalmente lúdico y no trascedente y la amplitud y complejidad de sus interpretaciones… Si Perdidos fue hype alguna vez, los públicos construyeron otra cosa con ese hype. Algo parecido pasa con el Mundial del fútbol.
4.- Empecemos por la parte del evidente del discurso: El Fútbol es un negocio multimillonario que aniquila el fútbol, un mecanismo de especulación de primer orden (nadie se está preguntando que hará mañana Sudáfrica con sus enormes estadios) Es además una máquina de captura de la identidad nacional, uno de los pocos elementos capaces de reducir la complejidad del estado-nación globalizado a lo uno.
Y sin embargo… el fútbol es también un juego. Olvidar la parte lúdica del fútbol nos impide analizar su importancia. Olvidar la dimensión comunitaria de la experiencia futbolística nos impide visibilizar las trazas que lo separan del hype. Nos convierte en seres que viven la vida con el cerebro y no con las tripas, seres que ya tienen respuestas para todo.
5.- Las millones de personas que el pasado domingo saltaron de puro goce al ver a Iniesta marcar un gol… ¿por qué se alegraban? Esa pregunta produce un conjunto vacío, un agujero negro de contradicciones, ambivalencias y pulsiones. Hagan el experimento de preguntarle a la gente con la que compartieron el partido por qué se alegraban. Mi experimento personal me dio como respuesta: “Me alegro por ellos, que se lo han currado mucho” “No sé, por todo” “Porque siempre te alegras si gana tu equipo, ¿no?” “Me alegro porque mañana en el metro todo el mundo va a estar contenta” “Me alegro porque… no sé, porque me gusta el fútbol” “Me alegro porque igual las cosas van mejor ahora… no sé”
6.- Pregunten mientras puedan porque a partir de mañana, de ya mismo, los agentes del hype están construyendo sus respuestas y organizando sus preguntas. Nos están extirpando el goce y construyendo el fenómeno. Nos están negando la pasión y la están convirtiendo en trabajo, nos están borrando el juego y procesándolo en consumo, nos están robando la cercanía para producir un mito, etc.
Resistir el hype es no dar por hecho que todos nos alegramos igual o por lo mismo. No dejar que nos roben las palabras y nos las devuelvan envueltas en un sentido. No dejar que el goce se convierta en trascedencia, lo concreto en abstracto, lo singular en un lugar común.
7.- Anuncio de televisión, Telecinco retransmite un campeonato sub-19 con la música de 300. Carrusel deportivo anuncia que ya somos españoles, los programas del corazón dicen que el mundial es una historia de amor a contracorriente entre un portero y una periodista, el presidente del gobierno habla durante diez minutos sobre el mundial flanqueado por los jugadores y llama al país a trabajar para mantener “el espíritu de la roja”. La derecha dice que la bandera es roja y amarilla, la izquierda dice que el fútbol es el opio del pueblo.
2010-07-15 01:23
Lo de por qué te alegras es muy fácil, uno se alegra, porque durante un rato llega a sentirse identificado con la selección, esos jugadores vestidos d rojo (o azul) en la pantalla de la tele, representan una parte de ti. Si no te sientes identificado, te importa tres leches, y dependiendo del grado de identificación, pues te lo tomas más o menos a pecho.
2010-07-16 04:03
Hola, Guillermo. Sólo para comentarte que me resulta muy acertada (productiva, movilizadora e inquietante) toda esta elaboración que vienes haciendo a partir de esa categoría: el hype. Te sigo atentamente. Gracias.