El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.
1.- En los últimos meses todos los medios de comunicación del país han dedicado páginas, tinta, ceros y unos, etc. a Agora, la última película de Alejandro Amenabar. Prácticamente todos esos artículos se han encargado de decirnos una cosa: Agora es cara. Muy cara, carísima. Incluso las críticas de la película han dejado caer información sobre los costes de la producción. El Hype justifica la existencia de las cosas por la vía del coste.
Pero el dato funciona también al revés. El estreno de Paranormal Activity y su éxito en los Estados Unidos ha generado un nuevo torrente de información que se justifica porque Paranormal Activity es una película barata, muy barata, baratísima. Poco importa que lo relevante del éxito de la película no sea su coste, sino más bien el complejo proceso de participación y convergencia ciudadana para demandar a través de distintas redes sociales el deseo de ver la película. Eso no es noticia.
2.- El dato numérico determina también la calidad de las películas. Las redes sociales y la web 2.0 son un espectáculo de ambivalencia. Webs como Metacritic, sistemas de puntuación como el de Imdb o el que empiezan a implementar las ediciones digitales de distintas revistas de cine, así como muchos blogs, son un sustituto rápido y eficaz a la opinión argumentada y el comentario. La dimensión cualitativa de todo proceso de intercambio cultural se reduce a lo mínimo.
En realidad, no es muy diferente al proceso por el que funcionan los sistemas parlamentarios: de ciudadanos que expresan sus opiniones de forma libre nos convertimos en votantes. Lo interesante del fenómeno es que esta reducción se nos vende como una “oportunidad”.
Al reducir las múltiples posibilidades a la cifra y la escala, ya no hay lugar para la variedad. El fértil oasis cultural se seca y se convierte en un espacio, como el mundo físico, dónde gobierna la escasez. En el mundo de la escasez, las categorías orientan la percepción, el Hype categoriza. Paranormal Activity no es una película barata, es LA película barata. Agora no es una película española, es LA película española. En el mercado de la escasez, el dato construye entonces una posición en un mapa. Una coordenada.
3.- Este proceso de precarización numérica se acompaña de un proceso de deslegitimación de la “opinión”. La opinión es inmediatamente objeto de sospecha cultural. Valorar críticamente cualquier propuesta implica, además, una intención oculta. Un lugar (también) en el entramado de la industria cultural. Las cosas ya no son las cosas, sino que lo son en la medida del lugar que ocupan en la industria cultural.
Voy a decir una obviedad: un artículo publicado en el periódico El País y el mismo artículo publicado en el periódico Público, no son el mismo artículo. Saber algo tan simple es bastante saludable para cualquier sistema democrático. Conocer el entramado cultural es fundamental para que no nos den gato por liebre. La pregunta constante es un punto de partida para el pensamiento crítico, pero lo que vivimos no es un proceso de preguntas y respuestas, sino un proceso de sospecha. Opinar es sospechoso.
La sociedad de control nos ha enseñado que aquel que opina es alguien que tiene algo que ganar y que perder. ¿En qué lugar se gana y se pierde? En el mercado. Al convertirse toda la sociedad en un gran mercado, sospechamos de la opinión, pero no de la cifra, que aparece como aséptica y no hay que acompañarla de tontas apreciaciones o complejos argumentos.
4.- Pero, despojado de argumentaciones, el dato no es suficiente para el Hype. El mercado cultural no se sostiene exclusivamente por la cifra. El Hype pretende construir una relación y esa relación se sostiene a partir de una narración. La narración está construida a partir de pequeñas piedras informativas: rumores. La base del rumor no es determinar si algo es cierto o falso, sino señalar qué es lo importante.
¿Sabíais que Uma Thurman ha leído un guión previo de una tercera parte de Kill Bill? ¿Sabíais que Johnny Depp podría (o no) participar en la nueva película de Batman? ¿Sabíais que quizás Megan Fox —a la que algún día alguien debería coronar reina del Hype— considera que Tranformers 2 es una mierda? ¿Sabíais que…? ¿Habéis leído qué…? El rumor mantiene la narración en movimiento, pero sobre todo determina aquello que merece ser objeto de rumorología y aquello que no vale para nada.
5.- Hace pocos meses moría Michael Jackson. A los pocos días de su muerte saltaba la noticia de que se estaba preparando un documental que recopilaba los últimos meses de ensayos de su gira. La gira se llamaba “This is it”, es decir “Esto es todo”.
No solo eso, meses después se descubre una misteriosa canción supuestamente escrita por Michael Jackson con ese título: “This is it”. La pregunta que flota en el ambiente, la que el Hype introduce en nuestros cerebros es “¿Sabía Michael Jackson que iba a morir? Poco importa que la canción en cuestión esté compuesta hace bastantes años y que la autoría de la misma no sea solo de Michael Jackson
De lo que se trata es de introducir la muerte de Michael Jackson en un torrente de sentido. Darle un sentido cultural. Si él lo sabía, no hay problema. Es reconfortante. La muerte se eligió. Jackson, como icono pop, no se vio atravesado por la vida. Nosotros nos vimos atravesados por su vida, pero él no. Y la clave está en que, de hecho, no ha muerto. La muerte —violenta, irracional, incomprensible, dolorosa, desintegradora— no se ha producido. Michael Jackson se ha retirado.
Porque al final, el Hype intenta por todos los medios producir un orden social. Jugar con nuestros miedos (Y los mayores miedos contemporáneos en las sociedades-Hype son la muerte y el aislamiento) y ofrecernos la posibilidad de integrarnos. La integración es la promesa del Hype.
Pd.- En el citado documental This is it podemos ver una de las apariciones de Michael Jackson en escena. Se trata de un robot antropoide completamente liso. Sobre su superficie se proyectan imágenes de personas y banderas del mundo. Michael Jackson es el primer icono post-racial y post-nacional. Es un espejo que sirve para cualquiera. No se trata de valorizar su diferencia, sino de producir un conjunto vacío con en el que cualquiera de nosotros puede sentirse identificado. Años antes, en el video de “Black or White”, un grupo de personas de diferentes etnias iba transformándose en una cadena interminable. De nuevo, no se trataba de reconocer lo común a partir de la diferencia, sino de negar la diferencia. Michael Jackson ha dejado el escenario y como cada cual puede proyectar sobre él motivos, sentidos, etc. yo lanzo mi teoría. Michael Jackson ha dejado el escenario porque ha encontrado un sustituto a su altura. Otro hombre post-racial y post-nacional capaz de producir conjuntos vacíos. Se llama Barack Hussein Obama. Se dedica a esa forma de espectáculo que llaman política y que tiene como máxima fundamental la integración. O sea, se dedica al Hype.
2009-11-14 15:41
Solo una columna suya al mes?
2009-11-15 10:03
Sí, ¿sólo una columna al mes? Son magníficos los dos artículos publicados hasta ahora en esta sección. ¡Queremos más!
2009-11-16 10:00
Brillante
2009-11-19 01:28
http://www.harkavagrant.com/index.php?id=228