Libro de notas

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Ánfora de Letras por Max Vergara Poeti

Apuntes de viaje, recorrido en bote o hidroavión por el Amazonas literario. Imágenes desde el Jardín de Corifeo, lecturas recomendadas por Zenódoto de Éfeso. Max Vergara Poeti es escritor y traductor. Ha colaborado para diferentes revistas culturales y literarias de Colombia e Italia, sus dos patrias, asimismo como de otros países Hispanoamericanos.

La tierra de sagas

Hubo un tiempo, dicen los viejos hechos, en que los únicos visitantes extranjeros que llegaban a Islandia eran geólogos y pescadores. Durante sucesivos veranos, los viajeros preferían apiñarse en Miami o Canarias, aunque a veces llegaban hasta la República Dominicana o Bali. Sólo hasta hace poco, muchos se han animado a tomar rumbo polar cuando el sol mejor y más brilla en el año, y aunque un nuevo interés ha surgido por la antigua isla de las sagas nórdicas y las leyendas paganas, todavía los billetes aéreos de Icelandair no bajan de precio.

Islandia quizá no sea el destino familiar perfecto: sin Mickey Mouse o cruceros de lujo con atracciones infantiles, ciertamente puede todavía explotarse como la tierra de los Smurfs… aunque, ¿aún quién los ve? El punto es que, por mucho tiempo, Islandia fue sólo el sitio de escala de muchos aviones que viajaban entre América y Europa, y al aterrizar tampoco nadie nunca quiso bajarse. Pero hasta hace poco.

Volar bordeando el Círculo Ártico siempre es borrascoso, espeso, a veces ligeramente turbulento. Pero de pronto, entre las brumas, aparece una plataforma de tierra, recortada como una chuleta, con campos verdes y a veces la visión de un glacial. Luego, a través de la bahía, el avión parece embestir a Reykjavík, el poblado de puntos multicolores que de lejos se observa.

¿Cómo uno puede interesarse por un país tan remoto como Islandia? Primero, en mi caso concreto, a través de los gnomos de las historias que leía de chico. Más adelante llegó Björk y, un tiempo después, Halldór Laxness, con sus novelas. Pero aunque me atraía, Islandia aún no lograba seducirme. Fue hasta que descubrí un antiguo libro con las dos sagas nacionales del país, las de Njáls y Hrafnkels, y fui invitado a la ártica casa de madera rodeada de un jardín con flores (que en vez de levantarse junto a un río o lago de aguas heladas está en uno de los barrios más suntuosos y por ello sorprende), que es la embajada de Islandia en mi ciudad donde vivo. Así, y con una breve motivación por parte del funcionario consular nacido en Stykkishólmur (cerca del lugar donde el profesor Hardwigg y su sobrino iniciaron su “Viaje al Centro de la Tierra”), decidí viajar.

Las impresiones de quien regresa de esa enorme isla de hielo y volcanes son siempre diversas: Reykjavík, la capital, es pequeña, pintoresca, rodeada de pequeñas formaciones geotérmicas típicas del lugar, en una bahía de aguas oscuras y tranquilas, con una tendencia a embotellamientos en algunas calles, especialmente cuando se espesa el clima. Casi todo el mundo es amable y habla inglés, quizá porque un gran número de sus habitantes nació o vivió mucho tiempo en otro país, y uno sospecha que la mayoría ni una cosa ni la otra. Para ser una ciudad tan chica, tiene muchos restaurantes, almacenes modernos (el Kringlan Mall es un ejemplo), su propio Hard Rock Café y una sensación de seguridad excesiva. Cerca de la bahía hay puestos de hot dogs publicitados por Coca-cola, y la vida nocturna comienza después de la medianoche.

Por las tardes, entre sol y mal tiempo, las aceras se llenan de madres con sus hijos, y muchos de estos chiquillos en el frío del verano llevan puestos shorts y camisillas muy ligeras. Me llamó la atención que ninguno de ellos tuviera un mal estado físico, como sucede en muchos países donde la alimentación se constituye de Trans y almíbares (de lo que muy poco hay en Bonus, el supermercado local). A la pregunta, un lugareño amablemente me explicó: en la educación islandesa, prima la enseñanza de la natación como la historia y la matemática. Aunque nadie nada en el mar ni en los lagos (morirían en el acto), Islandia tiene todo un sistema de piscinas públicas y al aire libre, humeantes, hervidas por la naturaleza misma (Blue Lagoon es uno). No se aleja mucho uno de Reykjavík cuando comienzan a aparecer los vapores y humos.
Todos los poblados de Islandia se parecen, no hay grandes diferencias entre uno y otro. Aunque hay algunos villorrios inmundos, básicamente de pescadores, y lo digo por la forma como el hedor de peces muertos y el fango se agolpa bajo las casas, y el escenario alrededor tampoco les favorece. Pero uno ha venido a Islandia no por los pueblos, sino por las vistas, que son espiritualmente sublimes.

Las carreteras son las más solitarias del mundo (más que las sudafricanas o australianas), y quien se detiene en la berma a contemplar el paisaje y demora bastante, podrá darse cuenta que cruza un coche cuando más cada hora. De tanto en tanto, aparecerá una casita muy alejada de la carretera, en el fondo del campo de visión entre la hierba y la costa rocosa; y si está bastante cerca, merece la pena echarle un vistazo con lupa: las piedras negras que rodean la casa, los parterres de botoncitos coloridos, las cuerdas de colada de las que ahora cuelga el pescado, tan fresco como fue capturado el día anterior, si no vivo.

Hacia el sur de Reykjavík la carretera se hunde y luego levanta nariz en las faldas del Snaefell, en la región del Lónsöraefi. Pero para llegar allí, se ha tenido que cruzar media porción de isla, un viaje que comienza en la pastoril Selfoss, con todos sus hatos lecheros, y sigue hasta los valles de Pórsmörk, con sus bosques espesos y cañones que descienden de picos glaciales donde el viento, con su aúllo, parece llevarte a remo en una travesía vikinga de otrora. Los pinos de Pór es una de las áreas más bellas del mundo polar: por momentos, cuando los troncos musgosos desaparecen, se abren valles completamente encendidos en flores bajo una hierba exuberante que rematan hasta riachuelos salvajes y faldas veteadas de hielo… y la catarata Gullfoss, una de las imágenes naturales más hermosas del mundo.

Los caminos aislados de Islandia son difíciles, y a medida que uno se aleja en el interior del país, se encuentra con senderos sucios que llevan hasta parajes innominados a los que sólo se llega en 4×4. Y por instantes, en esos parajes bañados de sol y velados por una ligera niebla, el viajero se encuentra rodeado de rocas enormes y redondas, como meteoros, que llegaron allí a fuerza de gravedad desde la alta montaña. Hacia el norte, las carreteras pavimentadas se convierten en cintas largas que suben y bajan y doblan y zigzaguean sobre la superficie de una enorme ballena orca, y de vez en cuando, las cimas de las suaves colinas se cubren de un verdor que se asemeja a las algas marinas, escurridizas y frescas, donde anidan las alcas.

Algo sorprendente de Islandia es la visión de sus cielos: donde uno menos lo piensa, surge una pared imaginaria que separa un negror de fondo de un sol profundo en el frente, o un rosado derretirse del día y veteado de púrpura más allá de una nuca hermosa por un blanco completo, totalmente blanco, de los paisajes de páramo muy escoceses que en Islandia son mucho más sublimes. Allí, el aire se carga de skyr, agrio o dulce. Esos cielos son los mismos que gozan de dos estaciones al año: el verano, que comienza el 25 de abril; y el invierno, a partir del 25 de octubre. Y de vez en cuando, al borde del principio de una planicie extensa, sopla un viento que quiere arrancar de la tierra las ovejas y los carneros, y que pica las aguas del océano.

Quien vaya a Islandia en el verano encontrará postales de todo tipo: desde las nieves implacables en el norte hasta el mullido corazón de la isla donde el verde renace, o las costas lejanas, azotadas por alguna tormenta, donde las olas lamen esa arena negra como ala de cuervo, y que solo es posible ver en su dimensión desde un risco o lo alto de una cañada, con la playa en medio, allá abajo, llena de hielo.

En Islandia, ya no se habla tanto de nomos y enanos mágicos, pero en sus montañas volcánicas aún duerme la voluptuosa Brynhildur, mientras quien la contempla recibe el guño de Lofn, aquella visión antigua que llega hasta Dinamarca.

Max Vergara Poeti | 04 de octubre de 2007

Comentarios

  1. luis peraza
    2007-10-04 15:27

    desde washington dc se ofrecen tarifas de ida y vuelta viaje sin escalas a Islandia con dos noches de hotel por 399 dolares…y me acuerdo cuando madrid dublin era prohibitivo..

  2. hermanastra
    2007-10-04 16:10

    Si es que en realidad, lo normal sería ‘hacer el ganso’ y emigrar a la fresca en los meses más tórridos e insufribles del año. Y al verse, claro.

  3. mvp
    2007-10-04 17:33

    Sin embargo, aunque desde Washington las tarifas parecen económicas, desde JFK no bajan. E hice la anotación porque una amiga mía que reside en Rochester, NY, viajó hace 4 días ya a Islandia, y el ida y vuelta por Icelandair le costó US$899.

  4. Marcos
    2007-10-04 17:40

    Qiuero dejar constancia de que en esta ocasión Max me envió un montón de magníficas fotografías, hermosísimas, del viaje, pero por motivos de espacio y de peso se han quedado fuera.

    Yo tengo especial predilección por los países fríos; es sólo un sueño, pero me imagino trasladándome a esos sitios, rodeado de hielo y frío, con una vida más limpia y también más extrema. Puro idealismo, supongo.

    Saludos

  5. *J*
    2007-10-05 03:59

    Es realmente una lástima que Se elijan como destino Turísticos lugares Cálidos, se desconocen lugares que realmente valen la pena ser visitados.
    A partir de Este Articulo que describe y narra a Islandia de una manera hermosísima he visto algunas fotografías, tras cada Montaña se esconde una historia que Merece ser contada y hoy ha sido contada por quien Escribe, Mvp.
    Excelente Artículo, Es cruel esperar un mes para cada entrega.

  6. hb
    2007-10-05 21:15

    Yo también espero el cuatro de cada mes para viajar con Max. Tengo anotada la fecha como si fuera la del cumpleaños de un amigo.
    Ahora con el nuevo diseño de LdNse lee mucho mejor y se aprecia una mayor visibilidad y estética.

    Al terminar de leer el artículo no sé porqué he recordado estos versos de Espriu:

    Oh, que cansat estic de la meva
    covarda, vella, tan salvatge terra,
    i com m’agradaria d’allunyar-me’n,
    nord enllà,
    on diuen que la gent és neta
    i noble, culta, rica, lliure,
    desvetllada i feliç!

    Un saludo

  7. mvp
    2007-10-06 01:17

    Ara que hb esmenta a Esprieu, pinso en alguns apartis de poemes escandinaus, que veurem com sonen en català:
    ——-
    “Algú va dir: el temps et crida.
    Llavors vas contestar: ho sé i no ho sé.
    El temps és un monstre de mil caps.
    Quin dels caps em crida?
    Salva’t per les profundes senderes del record,
    per a preparar allí el futur i arribar a arribar-lo a
    amb una volta diferent a la qual tendeix el dia.
    El futur menor t’oferix més que la seva amenaça
    i la seva joventut que menysprea els records.
    El futur major és altre i està més lluny.
    Està assegut allí, esperant-te al costat del mateix riu que van trobar els records
    quan anaven buscant el seu més profund pou, el seu més llunyà mirall.”
    ——-
    Versos familiars, hb, d’aquell nord profund i de vegades tan proper, que tots anhelem… en les fosques aigües del qual viatgem, i sense tocar-les, així sigui imaginàriament, com l’ampolla que es va perdre en el Mar del Nord però l’aigua dintre d’ella mai va entrar…

  8. jccs
    2007-10-08 01:23

    Mi mujer y yo estuvimos hace poco, y es uno de los destinos que más me ha impresionado nunca. Es lo que yo llamo naturaleza en “estado salvaje”.

    Aunque los precios son altos, creo que merece la pena ver y sentir el espectáculo para los sentidos que nos brinda este lugar.

  9. luis peraza
    2007-10-18 19:15

    para completar mi primer comentario de esos 399 dolares washington Islandia ida y vuelta dos noches de hotel , desayuno buffet escandinavo diario y trasporte aeropuerto hotel aeropuerto la paginaweb es
    www.icelandair.com

  10. luis peraza
    2007-10-22 17:07

    espero que sea lo ultimo que digo sobre estos viajes Washington Islandia ida y vuelta…ahora resulta que el The washington Post anuncia lo mismo pero 100 dolares mas caro, es decir, 499 dolares dos noches de hotel , desayuno buffet escandinavo diario y trasporte aeropuerto hotel aeropuerto la paginaweb es
    www.icelandair.com

    YA SE SUBIERON A LA PARRA

  11. HH
    2008-06-05 22:38

    hola, soy islandesa, viviendo en españa. islandia es preciosa, limpia, el aire es fresco y el agua sabe mejor que en ningun otro lugar. Viaje recomendable.


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