Apuntes de viaje, recorrido en bote o hidroavión por el Amazonas literario. Imágenes desde el Jardín de Corifeo, lecturas recomendadas por Zenódoto de Éfeso. Max Vergara Poeti es escritor y traductor. Ha colaborado para diferentes revistas culturales y literarias de Colombia e Italia, sus dos patrias, asimismo como de otros países Hispanoamericanos.
Recientemente, se ha dicho que nuestra lengua es una, que apenas varía un poquito de país a país, y otro poquito más con respecto de España. También, de nuevo, han salido a relucir los filólogos con las comparaciones de términos que, para un ciudadano común y corriente de Málaga o Toledo, lo distanciarían tanto a veces de otro ciudadano común y corriente de Montevideo o Bogotá. Pero lo cierto es que, a medida que viajas por la América Hispana, tanto la forma como es hablado como sus términos, quienes habitamos el mismo continente resultamos tanto distanciados. Sólo en una ciudad como Miami o Nueva York, donde se habla el español de la extranjería, podría un hispano entender y hacerse entender a la vez frente a un hondureño, un peruano, un dominicano o un chileno. Y porque en últimas, la lengua es justa.
En 2003, mientras estaba en Ciudad de México, se me antojó una visita de última hora a Cuernavaca, antes de seguir a Cancún. Telefoneo a la aerolínea, muy temprano. En mi acento neutro-sudamericano le digo a la operadora:
— Deseo viajar a última hora de la tarde a Cancún.
Ella me comparte su tecleo.
— Está todo completo, parece — me dice al fin—. Sólo hasta las 7pm tengo algo para usted.
Creo entender lo que escucho. _Completo_… significa en mi léxico “lleno”. Bien. Vamos bien.
— Perfecto, a las 6 de la tarde está bien — digo contento.
Hay un silencio y más teclear del otro lado de la línea.
— Le repito, señor, que sólo hasta las 7pm puede hacer una reserva. Le ofrezco una frecuencia desde las 9pm.
Hasta, _desde_… jamás me había enredado tanto con adverbios. Digo, preposiciones. ¿O son adjetivos? En aquel entonces ya no lo supe.
Si hubiera estado en Quito, la operadora de la aerolínea me habría dicho, sin tantos enredos: “Le tomo la reserva para cualquier vuelo después de las 7pm, y hasta las 9pm, hora del último”. Lo que quiere decir que sólo había disponibilidad para dos o tres vuelos entre las 7pm y las 9pm. Quizás, así, habría llegado sin retrasos a Cancún.
En España, quien viene del otro lado del charco y tiene que vérselas con una operadora de centralita (conmutador, en mi español), escuchará que la voz le ordena pulsar almohadilla o la tecla estrella. ¿Cuál almohadilla?, es lo más que uno se pregunta. ¿De qué estrella me habla? ¡Acaso no ve que es de día? ¿Cuál estrella, la luna? En mi “americano”, # se llama numeral o número. Y * es asterisco.
A quien le guste el néctar de frutas, puede que tenga problemas para calmar su sed. En los países del área andina, prima el uso de la palabra jugo, contra la que los australes tienen siempre su exprimido, los centroamericanos un licuado, y en España el zumo. La primera vez que estuve en Buenos Aires, pedí un “jugo de naranja”. El mesero, de un restaurante en plena Pellegrini, con el subte pasándote por debajo de la mesa, asintió, y al cabo de un momento, me trajo un vaso de contenido naranja muy ligero. Le dije: “¿Es esto natural?, y me respondió: “Un exprimido, señor”. “¿Exprimido?”, susurro de vuelta. El hombre me mira con ojitos que comienzan a ocultar las pasiones que se encienden detrás de sus pupilas. “Es un exprimido de naranja, señor. Usted lo ordenó. Si no me cree, atrás está la máquina, y lo puede exprimir usted”.
Uno nunca imagina que pueda quedar como un tonto con algo tan obvio. Pero suele suceder.
En esta Nueva España, los americanos rara vez nos ponemos bravos. Aquí, si no se tiene cuidado, se rompe la vidriera de una cafetería salvadoreña. Una pareja argentina discute y el marido le dice a la mujer: “No me retes”, aunque lo que quiere es que no lo riñe. En el Caribe, las mujeres aún usan polleras (que en Panamá es el vestido nacional), aquella primera falda que en el siglo XVII las mujeres se ponían sobre el guardainfante y que, ya en 1737, el mismo Diccionario de Autoridades calificaba como de palabra anticuada. Después del trabajo, una mujer espera la guagua en La Habana y una hora después, otra esperará el trufi en La Paz. En Santa Marta, un chico come un banano; en Buenos Aires, otro compra la banana; en Ciudad Bolívar, uno arroja en el cesto la cáscara del cambur. Estando ya en Venezuela, necesitas apio y vas a un supermercado en su búsqueda; no lo encontrarás, pues se trata del céleri, y tú jamás habrías buscado celery en Sudamérica. Vas a desayunar: en Colombia pedirías papaya en tu porción de frutas, en Caracas dirías “y un poco de lechosa”. No hay nada a veces como una bebida a base de helado, cuando cae el sol: un batido, en Monterrey; una malteada, en Bogotá; un milkshake, en Buenos Aires; la merengada de Isla de Margarita; el genial sorbete de fresa en una heladería de Managua. Y a veces, te puede llegar sin su pajilla: entonces, pides un pitillo, o un tubo o un sorbete. Los canapés son en Colombia los pasabocas, en Venezuela los pasapalos, en México la sobremesa y en Argentina, esta última, significa conversar después de cualquier comida. Y no olviden, si hay mucho viento, llevar la chamarra en Taxco, la chompa en el Lago Titicaca, el pullover en Bariloche y la chaqueta en Bogotá. Pero también, en el Sur está el lunfardo, que te dice que “sin guita no hay boliche”. De ahí, que sólo en Chile los pingüinos tengan un nombre propio para su territorio: pingüineras, y que se pronuncia muy rápido. O se hable de un porteño y no se sepa si es de la Boca de la Plata o de Valparaíso. Y recuerde: si en verano está en el altiplano chileno y cae una llovizna, le dirán que es el invierno boliviano; recuerde que encontrará siempre un chaparrón en pleno verano de Colombia; y, si está en Bolivia, le devolverá a los australes su viento frío y su llovizna diciendo que se trata de un surazo. A buenos entendedores, pocas palabras.
Por algo, Juan Ramón Jiménez no se complicó y dijo: Un español no es el español ahora para mí; el español que yo quiero es todos los españoles y todos los hispanoamericanos.
2007-04-04 13:29
Preciosas palabras y rico vocabulario el de nuestros amigos hispanoamericanos, cuyo desconocimiento nos obliga, en ocasiones, a recurrir a alguien próximo para que ejerza de improvisado traductor. Qué placer leer esos viejos términos de la Nueva España, tan lejanos de ese lamentable espanglish que, consciente —no sea que nos tilden de anticuados— o inconscientemente, hemos incorporado a nuestra lengua materna.
Estupendo, este viaje mensual.
Saludos.
2007-04-04 14:26
Es una riqueza. Suena estupendamente todo.
Espero que nadie intente una homogenización de la lengua. Sería un atraso
2007-04-04 15:40
M encantan estos viajes. ¿Puedo añadir alguna parada? En la heladería (o nevería) mexicana antes de pedir una pajilla habría que pedir un popote. Y si es invierno, vale la pena ponerse una chamarra (aunque no estoy seguro si eso es sólo en el norte); y si el invierno es austral, en el Río de la Plata, por ejemplo, lo mejor es ponerse una campera. Si llueve, claro, la gabardina argentina se llama piloto.
Es precioso este juego de las diferencias. Es señal de una lengua viva.
2007-04-05 06:36
Interesante y precioso artículo: agil, ameno y relevante. En el campo sexual hay también muchas diferencias semánticas. Cuando en clase leemos un cuento en el que aparece la palabra bicho algunos alumnos puertorriquenos se ríen maliciosamente… Y qué decir si es la palabra concha la que sale, los peruanos y los argentinos también se ríen maliciosamente.
2007-04-09 05:32
Nuevamente una deliciosa lectura, cómica y viva a la vez, que va de boca en boca en quienes cada día hablamos un español para alejarnos de todas nuestras diferencias y que, por fortuna, no es el mismo de lugar en lugar, pero sí nuestra lengua querida.
2007-04-11 21:49
Soy mexicano y no le llamamos sobremesa a los bocadillos, sino bocadillos o canapés. Sobremesa le llamamos precisamente a platicar después de comer.
Es cierto que en México usamos ‘hasta’ como ‘desde’, pero no usamos el ‘desde’ como ‘hasta’, lo cual me hace dudar del origen de la telefonista o de tu memoria.
2007-04-15 03:54
Soy también mexicana y sí le hallo razón al articulista de decir nuestros pésimos usos del “hasta” y el “desde”. Además, en nuestro léxico, otra forma de llamar los bocadillos es sobremesa. Creo que por mi experiencia aquí en Ciudad de México donde se escucha gente de todas partes de la república, los usos sugeridos tanto por quique et alia como por Vergara Poeti son correctos.
2007-04-19 05:07
Quisiera agradecer a los lectores (por supuesto, siempre más inteligentes que quien escribe esta humilde nota todos los días 4 de cada mes), por sus comentarios, y porque es sencillamente un placer de tenerlos, y aunque yo a muchos nos los veo y a otros un poquito, sé que están ahí y me reconforta su compañía por las noches y más cuando voy a escribir un artículo para esta maravillosa casa que es Libro de Notas. Interesante las polémicas que se plantean, los comentarios, absolutamente todo tiene un valor inmenso para mí, y bienvenidos siempre serán toda clase de lectores, invisibles o no, pero presentes. Lectores amigos.
2007-04-20 05:29
Leyendo la nota de MVP, tan inteligente y tan equilibrada, he recordado una carta que Vicente Aleixandre escribió a HB hace ya la friolera de casi 40 años y que, precisamente hemos glosado esta mañana en clase, junto a dos de sus poemas: “Canción a una muchacha muerta” y “Rostro final”, dos poemas maestros y que tienen mucho en comun.
Una de las frases que Aleixandre escribió un 30 de junio de 1968 dice: “ Los desconocidos lectores son los desconocidos amigos, !pero cuán verdaderos!” Probablemente uno de estos días siete los lectores de Libro de notas podrán leer la carta completa.
2007-06-11 01:46
Me hice en Santa Marta, Colombia, y allí no se le dice “banano” al banano, se le dice “guineo”
Saludos desde estas tierras colombianas
2007-11-19 01:21
Dicen que solo quien no monta no cae.
En Mexico no llamamos “sobremesa” a los bocadillos, a los canapes, a la botana. La sobremesa es la sabrosisima manera de conversar en la mesa despues de haber comido y se puede; mejor dicho, se debe acompanar de aromatico cafe, gratificante licor, pipa, puro o cigarrillo y agradable compania.
Lo demas, es lo de menos.
2010-01-31 15:53
Te corrijo, en Venezuela no le llamamos al “célery” “apio” , pues apio es un tubérculo de color amarillo pálido parecido a una papa y se utiliza en sopas . El célery a que te refieres le llamamos “apio españa”. Creo que necesitastes mas información, Además, no es un vegetal exclusivamente español . Te invito a visitar las siguientes direcciones o Site o paginas Web:
http://es.wikipedia.org/wiki/Apium_graveolens.
http://www.mailxmail.com/curso-cocina-afrodisiaca/celery-apio-espana
2010-10-04 08:35
me fascino, es internarse en tantos sitios, que se vuelve una esquizites, leerlo me hace transportarme a mis paises vecinos que apesar de estar relativamente cerca, aqui se nos vuelven casi invisitables, estando en sudamerica todos quieren ir a centroamerica o a europa y no saben de la belleza que se pierden en su territorio.
esto me ha hecho recordar una vieja frase “ para intentar conocer el resto, termina de conocerte a ti mismo”
2010-12-28 23:43
Hoy como mucha veces, me he puesto buscar información sobre el Español, y por azares del destino he caido en este libro de notas.
Me encanta el artículo escrito por Max, es interesante y me hace apreciar cada vez más mi idioma.
Cuando me fui a la República Dominicana, aprendí que la papaya es lechosa, y el camote es batata, que no se dice buenos días, buenas tardes o buenas noches, todo eso es: “saludo”, pasas por la casa del vecino y dirás “saludooo”, y si subes a un carro, lo mismo, ahhh y no podia tomar un bus, debía tomar una guagua, en mi país podría ser una “combi”. ¿cómo estás? en una forma informal… ¿qué lo que?… mis primeros días eran de aprendizaje… y ahora como extraño ese país.
En Chile, te dicen: te caché!! cuando te encontraron haciendo algo, y eso en mi país es como” te hice el amoooor”!, vamos a “coger” un bus en España… pero no en Argentina.
Uy y en Ecuador en el hotel mi amigo y yo, bajamos a la recepción y pedimos una “funda” (para la almohada), y la recepcionista nos dijo que podiamos comprar en la farmacia, como no entendimos, le pedimos explicación, y es que funda = condón :(
Que rico es el Español!
Pero tambien en cada país hay regionalismos eh? En la costa de mi país hablan un poco diferente de la gente de la sierra o de la selva. La gente de la costa (no todos,pero un 90%) tiende a añadir una “s” a la segunda persona del singular en el pasado, por ejemplo, necesitastes, en vez de necesitaste, o dijistes, en vez de dijiste… en mi opinión suena tan mal, pero así es, y en la selva, la gente habla como cantando… y aquí en la sierra, tenemos un acento muy fuerte, y mucha gente pronuncia muy fuerte la “r” o “rr”. En Cusco (mi ciudad) decimos Makurki al dolor muscular, pero ese dolor que tienes después de hacer ejercicios, no por un golpe o una caida, solo el que viene despues de hacer ejercicios, se las dejo porque es tan específica “MAKURKI.”