Como todo experto autoproclamado, tengo una rara habilidad para la estadística creativa. Todo lo que hace falta para emplear la estadística a mi favor se resume en unos cuantos puntos básicos:

1.- “inventate los porcentajes”. Un porcentaje es básicamente un número seguido de un símbolo rarete que se parece a esto: % . El número es una cosa de matemáticas, y como tal, es imposible de entender por la gente común. La gente común tiene en promedio la perspicacia de un mandril drogado. Así que podemos inventarnos con liberalidad la cifra. Yo recomiendo la cifra 90%, porque si empleamos 87% o 93% la gente tiene visión borrosa, mareos y vómitos.

2.- Cita estudios. Norteamericanos. Inventados. Se hace así: Di “en una universidad nortemaericana han descubierto que” y a continuación añades lo que se te acaba de ocurrir. Si preguntan “quiénes” respón: “unos” si preguntan “en qué universidad” responde “en la de norteamérica”. En definitiva: el enroque corto.

3.- Cuando se trata de datos hay que ser a la vez inexacto y prolijo. Se trata de conseguir lo antes posible el escudo que nos protegerá de toda crítica atenta: el aburrimiento. Hemos de decir cosas que no se entiendan para aburrir a los mandriles más inteligentes de la jaula. Al no haber atención, tampoco puede haber crítica atenta, y todo lo más obtendremos críticas que seran tan naïf como nuestros predicados. Si haces referencias vagas no te pueden enganchar. Si alguien pregunta cómo se fundamenta algo particularmente absurdo, di, sin ninguna clase de miedo a repetirte, que numerosos estudios de universidades norteamericanas demuestran que esto es así en el 90% de los casos.

4.- Emplea los cuatro pilares de la ciencia: la metáfora incomprensible, el insulto personal, las teorías conspiranoicas y el argumento de autoridad haciendo referencia a tíos que duermen haciendo el pino.

A partir de aquí uno puede realizar todas las afirmaciones que le de la gana. Una universidad norteamericana ha descubierto que la cebolla mejora la calidad del sueño en un 90% de los casos. Podría hacer de esta afirmación el núcleo duro de una nueva teoría dietética. Hay que comer lichis y kiwis. Y cubrir la cama de serrín de cerezo.

En vez de “la cebolla” se puede poner casi cualquier sintagma. Se puede poner “la dieta mediterránea”, “un baño de fango putrefacto”, “darle una paliza al muñeco”, “un buen porro”, “espulgar animales domésticos”, “perseguir por el pasillo enemigos imaginarios dando alaridos hasta que los vecinos avisen a la policía”. Da lo mismo. Tenemos dos seguridades: la seguridad de que nuestra afirmación gratuita va a poder ser apuntalada por una estadística inventada, y la seguridad de que dicha estadística va a asombrar tanto a los imbéciles que los va a dejar sin argumentos.

El 90% de la gente es imbécil, por cierto.

Estoy seguro de que estos consejos les servirán para no parecerlo tanto. Ese es el objetivo que hay detrás de tanto afán por la sabiduría.

Purranki