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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Cultura libre y propiedad intelectual

En mi anterior artículo traté de argumentar que, al margen de aspectos legales, la compartición de cultura sin ánimo de lucro es algo intrínsico a la naturaleza del ciudadano. Pocos de los muchos comentarios que hubo se ciñeron a ese tema, y por lo general las argumentaciones fueron por derroteros marginales, aunque algunos muy interesantes. Entre estos, la intervención de Alber Vázquez fue, como acostumbra, contundente, e introdujo una aseveración con apariencia de irrefutabilidad:

«Sea lo que sea lo que yo soy, es mi derecho serlo. Mi derecho moral a ser como yo quiero y a disponer de mi trabajo en el modo en el que yo determine. Y deseo que mi trabajo literario se divulgue bajo los criterios que exclusivamente yo decido.»

Sin negarlo u oponerme abiertamente a algo tan razonable, expondré un par de reflexiones que, al menos, matizan el aserto.

Los derechos, morales y legales, cambian, son coyunturales, contextuales, y responden a realidades históricas, sincrónicas, que configuran cada época. Antes del nacimiento de la imprenta ni siquiera existía el concepto de propiedad intelectual, mucho menos en el ámbito literario o creativo. Una obra era elaborada total o parcialmente por alguien, individual, sujeto con nombre y apellidos, pero en el instante en que esa obra se hacía pública dejaba de ser suya para pertenecer a cualquiera que quisiese reproducirla, modificarla, expandirla, cortarla, ponerle música o quitársela. Y ganar dinero con ella, no otra cosa hacían los juglares, cuyo repertorio estaba constituído por obras de otros que el interprete modificaba a su gusto. La imprenta cambió esto porque cambió el modo de producción y facilitó la fijación de un texto único, autoral, lo que revalorizó la figura del autor. Ahora Internet viene dar otro vuelco al modo de producción, y en muchos aspectos se recuperan las características de la oralidad medieval, y en cualquier caso parece evidente que el cambio es lo suficientemente poderoso como para que se vuelvan a cambiar los modos de producción y distribución de la cultura, y es razonable pensar que esta metamorfosis destruya y cree empleos, derechos y leyes.

Y esta metamorfosis es, además, imparable. Decía Alber Vázquez (comentario 24) que se siente indefenso y que espera que nuevas leyes le protejan. Si lo que quiere es, como parece, que protejan su actual modo de producción, no lo van a conseguir, porque la naturaleza de la red se lo impide. La lucha no es nueva: antes fue con la música, acuérdense de Napster y la cruzada legal contra el programa, y vean ahora cuál es la situación ahora. Una opción es empeñar todos los esfuerzos en proteger un modelo de producción de cultura creado para sobrevivir a Gutenberg, sabiendo que la guerra está perdida de antemano, y otra opción es adaptarse y abrazar la nueva imprenta.

Y una última reflexión: aunque no creo que suceda, no veo los perjuicios para la sociedad si el actual modelo de producción cultural se derrumbase; no hay que olvidar que apenas tiene un siglo. No olvidemos tampoco que muchos, la mayoría, de los que hoy consideramos grandes escritores no vivían de la literatura y no creo que se haya incrementado la calidad junto con la dedicación exclusiva, no parece al menos que los que más ganan sean los que mejor escriben. Y una cosa es segura: jamás dejaría de crearse por el hecho de, llegado el caso, no obtener beneficios a cambio; esto no hace falta argumentarlo, un vistazo a la historia es suficiente.

Marcos Taracido | 05 de enero de 2012

Comentarios

  1. Alber Vázquez
    2012-01-05 11:35

    Ante todo, gracias, Marcos, por plantear el tema en términos civilizados. Lo habitual suele ir desde lo pretendidamente pedagógico a lo patibulario y siempre es terrible.

    Me gustaría comentar varias cosas:

    1. Las dos primeras palabras del título son Cultura Libre. Yo defiendo con uñas y dientes la cultura libre. La cultura y la libertad. Por eso, yo soy libre para vender mis libros como desee y tú, o cualquiera, es completamente libre para comprarlos o no. Libertad sí, pero para todos. Yo, ya lo he dicho, me siento, últimamente, muy poco libre.

    2. Sí, la propiedad intelectual es un derecho reciente. ¿Y qué? Casi todas las cosas buenas que le han sucedido a la Humanidad (al menos en Occidente) son recientes: la democracia, la penicilina, la contracepción, la erradicación de analfabetismo, el fin de los estados racistas, el agua corriente, la libertad de prensa, la lavadora, las vacunas, el alcantarillado público, los derechos de las mujeres, los aviones, las pensiones de jubilación, el pronóstico meteorológico, la tasa de muerte cercana a cero en los partos, las lentes de contacto, los rayos X, la inviolabilidad del domicilio, la educación pública, la abolición de la esclavitud, etc. Todo coyuntural y todo contextual, si lo observamos desde un punto de vista historiográfico. ¿Volvemos al medievo, esa arcadia feliz? Yo no. Me quedo en el siglo XXI.

    3. El problema no reside en saber o no adaptarse a la nueva imprenta. Yo quiero vender miles de libros y me da igual si lo hago en formato impreso o electrónico. ¿Importa algo? Yo lo que quiero es vender mi, por decirlo en términos marxistas, fuerza de trabajo. Vamos, como haces tú y como hace todo el mundo. Y, además, no lo someto a escrutinio público porque lo considero un derecho irrenunciable: crear productos o servicios y hacerlos llegar a un mercado para que él decida si los adquiere o no. Es lo que en los países occidentales todos (salvo los empleados públicos) hacemos. Y claro que quiero que este derecho sea protegido. Es que faltaba más.

    4. El problema, pues, reside en la divulgación no permitida de obras protegidas. Por ejemplo, las de Lucía Etxebarria. Jamás habría dicho que iba a defender a Lucía Etxebarria en público, pero ella tiene razón cuando clama contra la piratería de sus propios libros. Es que son suyos. Es que es ella, por muy mal que caiga a todo el mundo, la dueña del derecho a divulgar su propia obra. Ella y nadie más.

    5. En cuanto a tu último párrafo: el actual modelo de producción cultural es el que es porque así lo determina libremente el mercado. Es decir, la sociedad. Es absolutamente cierto que se fabrican best sellers (y no sabes de qué manera) y que esos best sellers, en general, suelen tener una calidad literaria más que cuestionable. Pero, en último término, las personas acuden voluntariamente a las librerías y compran voluntariamente un libro. Algo de lo que podrían prescindir tranquilamente (no es comida, ni medicamentos, ni nada realmente importante: es sólo un libro). Esto, y no lo digo con ánimo trasgresor ni provocador, es Cultura Libre. Nada más libre que salir de tu casa por tu propia voluntad, irte a una librería, sacar tu propia cartera del bolsillo y comprarte voluntaria y libremente la última novela de Asa Larsson. Sin ironías: lo que va en contra de la libertad esencial de las personas sería impedirlo.

    6. Una consideración final: lo cierto es que tampoco me molesta excesivamente el tema de las descargas. ¿Quién no se ha descargado cosas? Lo que me molesta es la jactancia, la petulancia, el engreimiento. La elevación a puro derecho propio la expropiación y la negación del ajeno. No soporto todas las teorizaciones que leo a diario, las excusas, las motivaciones. ¿Pero cómo va a ser, por el amor de Dios, un derecho inalienable bajarte gratis el último capítulo de House? Es algo que se da y que se aprovecha. Bien. Pero, ¿derecho?

  2. Josélure
    2012-01-05 12:31

    Que robar sea fácil no lo convierte en socialmente aceptable ni licito ni lo convierte en derecho. No solo entiendo lo que dice Alber, es que además lo comparto. Descargo cosas, es verdad. Y os aseguro que he leído todo lo que he podido para tranquilizar mi conciencia pero cuando me descargo algo no puedo evitar la sensación de que a alguien le estoy quitando de ganar lo que merece. Esto es así. Porque no hay nadie mas dueño de su obra que el propio creador. Hay que defenderles porque los necesitamos… Como el comer.

  3. Juan Carlos
    2012-01-05 12:54

    Estoy de acuerdo en que el autor debe percibir una remuneración suficiente por su trabajo, al menos para que le permita seguir llevándolo a cabo. Sin embargo, en un medio que (se quiera o no, existe) permite copiar hasta el infinito casi sin esfuerzo, casi sin que uno se de cuenta, es absurdo pretender que la remuneración de los autores continúe viniendo de la venta de copias. La única manera en la que el sistema actual puede permanecer tal y como ha venido siendo hasta ahora es la represión. Y, sinceramente, no creo que eso convenga a nadie, ni a los autores ni al público.
    El modelo, nos guste o no, está muriendo. Y, sin duda, algo lo sustituirá en el futuro. Y ese algo incluirá una forma de remuneración al autor, es indudable.

  4. Emilio
    2012-01-05 13:11

    Alber,
    cuando publicas algo lo haces público.

    Fijar los términos en los que deban transferírselo entre sí los miembros de la sociedad no te corresponde a ti, sino a la ley vigente.

    Que dice que puedo bajarme tus libros y compartirlos con todo Cristo.

    Punto. Pelota.

  5. Ismael MB
    2012-01-05 14:30

    Emilio, el problema está en la gente que no respeta la ley, precisamente.

    ¿Represión? ¿Te refieres a que si no cumples la ley puedes ser juzgado? Sí, desde luego. Toda nuestra sociedad se sustenta en estructuras que limitan la libertad individual. Es que no hay otro modo.

    Y los argumentos tipo “algún tipo de remuneración futura llegará para el autor” están muy bien, pero, ¿y si no? ¿y mientras tanto?

    La posibilidad técnica de hacer algo no lo convierte automáticamente en álgo ético, y muchísimo menos en un derecho. ¿No es obvio?

  6. Carolina
    2012-01-05 15:27

    La cuestión es: la autoria es irrenunciable. No es cierto que al publicar, se pierda la propiedad ni la autoria. Sigue teniendo un propietario, que es el que debe decidir si cobra sus derechos, si se los regala a su vecino o a una ong. Por que los autores comen, y si pueden hacerlo dedicandose exclusivamente a escribir, pues mucho mejor, hay que alegrarse por ello.
    Otra cosa se llama robar.

    Y, ¿no os parece absurdo descargar un capítulo de una serie que van a emitir la siguente semana????

  7. Daniel
    2012-01-05 15:29

    Vaya, este es de los casos en los que hay verdad en los dos argumentantes.Creo que Marcos, más que una defensa de un modelo por venir y añú n por definir, hace un diagnóstico, y Alber tiene todo el derecho a hacer valer (valga la redundancia) sus derechos sobre su obra… lo que pasa es que no sé si habrá ley capaz de protegerlos de manera absoluta sin cargarse, simplemente, otras cosas que también apreciamos mucho, como es la propia internet con todas sus posibilidades… Comparto con Alber la molestia con la jactancia de algún tipo de manifestaciones por el lado de los defensores del copyright estricto y por los que se declaran defensores de la “cultura libre”, que sospecho que en su mayor parte claman por “barra libre” sin más. Ni la cultura ni las letras van a a desaparecer porque cambie la protección o por la desprotección de la llamada “propiedad intelectual” (que es un concepto complejo en sí mismo, como demuestran los miles de pleitos sobre plagio, más o menos absurdos que se producen, y, en algunos terrenos especialmente dañino y contrario a la innovación de los pequeños emprendedores,vease las guerras de patentes-) ni la libertad de expresión ni la libertad de la cultura tienen nada que ver con que la gente pueda descargarse Rambo 4 o Fringe, que es lo que hace(mos). Hay más temas aquí, pero no me gusta hacer comentarios “modo tomo”. Un abrazo a Marcos, con quien he tenido más roce, y un afectuoso saludo a Alber, echando de menos su blog del mono…

  8. Dubitador
    2012-01-05 17:48

    Creo que Alber Vázquez se autoengaña cuando habla de su derecho moral …a disponer de mi trabajo en el modo en el que yo determine…

    La realidad es que durante la era de la imprenta los autores solo han tenido el “derecho” a mendigar que se les publique y pretende que esa sea una forma de disponer de su trabajo del modo que el determine. Es un predicado sencillamente falso, donde se hincha la supuesta autonomia del autor, cuando lo que realmente está en crisis en la era digital es la figura del productor y vendedor de copias.

    Amazon y Apple estan haciendo negocio vendiendo accesibilidad a productos musicales, videograficos y literarios, ya que es la sencillez y comodidad de acceso lo que venden, no las copias ya que estas se hacen solas.

  9. Marcos
    2012-01-05 18:09

    Gracias por los comentarios, reflexiones y sugerencias.

    No se trata, Alber, de quedarse en el siglo XXI o volver al medievo: se trata de que cambia inevitablemente el modelo, y tenemos por suerte a la historia para aprender de ella, por eso establezco analogías.

    Y en cualquier caso: se obvia una y otra vez un hecho: ¿cuál es el modo de que con la actual tecnología la copia y su distribución no lucrativa sea frenada sin apagar internet? Porque insisto: por un lado, con la ley actual no es delito que yo comparta con cualquiera una copia digital de un libro o una canción; y por otro, si se cambia la ley, ¿cómo se va a impedir que se siga haciendo?

    Saludos

  10. biblioeteca
    2012-01-05 21:37

    Relamente es sorprendente como los hábitos actuales están tan arraigados en la mentalidad de los individuos. Personas normales hablan de propiedad de las ideas, o de las obras que han escrito, sin el menor pudor y sin pararse a pensar que la mayoría de lo que escriben (y mucho más la inclita Etxebarria) ya lo escribieron otros antes y ellos no pagaron más que la licencia de lectura y no la de utilización que ahora demandan.

    El modelo actual se sostiene solo porque los autores dependen de los vendedores de soportes que son los que realmente hacen dinero.. Y les da igual que en el papel venga el mein kamps, el quijote o dibujos de bob esponja, mientras sigan vendiendo sus soportes. La propiedad intelectual (concepto aberrante, ya que la definición de propiedad requiere una capacidad de ser apropiado que las ideas y las obras no tienen) o mejor llamado derechos de autor, no son sino una licencia que los gobiernos otorgan a los autores para que los editores no abusen demasiado de ellos.

    Lo editores, viendo como su negocio de soportes de cae a pedazos, porque no hay mercado ya para lo que venden, intentan ahora hacer creer a los autores que son ellos los perjudicados por las nuevas formas de distribución, y eso no es así. Las descargas nunca perjudican a los autores, es promoción gratuita, existen multiples estudios que demuestran que no es menor de 1:1000 la proporción de ventas perdidas por las descargas no autorizadas, pero claro, si los vendedores de soportes pueden poner puertas al nuevo mercado que se abre, poner zancadillas a los que intentan acercar cultura a sus consumidores sin pasar por sus manos, pues mejor que mejor… Y han estado trabajando en eso todos estos años, en hacer creer que lo malo es la distribución de la cultura fuera de sus canales (propios) y han puesto a los autores de su parte con un “si no, te quedarás sin nada…”.

    Pero la realidad es tozuda, cuando dejen de existir traficantes de soportes que chantajeen a sus autores igual veremos florecer un nuevo modelo de distribución cultural más justo para autores y consumidores… Y una ultima nota: “no, nadie tiene el control sobre lo que otra persona querrá pagar por su trabajo… Es el mercado (laboral u otro) el que determina lo que se nos paga por hacer lo que hacemos. No podemos pretender hacer lo que queramos, cuando queramos y exigir el pago que queramos (excepto si somos messi, pero hasta él tiene que cumplir un contrato)”…

  11. Miguel A. Román
    2012-01-06 00:24

    “Fue propio de las antiguas costumbres honrar con honores o dinero a quienes habían escrito el elogio ora de los particulares ora de las ciudades. Pero, en nuestra época, como otras cosas distinguidas y egregias, también ésta ha caído en desuso entre las primeras.”
    (Plinio el joven, año 100 dJC)

    Ya que el texto nombra a los juglares, aquellos señores hacían su exhibición pública en plazas y mercados y luego pasaban el gorro. En los teatros renacentistas no se cobraba entrada, sino que al final el público arrojaba al escenario unas monedas si se encontraba satisfecho (y fruta podrida cuando no).

    Creo, sinceramente, que el modelo de dar “la voluntad” por parte del consumidor hacia el creador podría ser sostenible para este último, pero hacen falta canales para hacer llegar ese dinero sin draconiana merma y además que el público vuelva a acostumbrarse a pagar por aquello que le ha satisfecho.

    Creo que sí existe una cierta idea del “todo gratis mientras se pueda” y a mi hija adolescente le parece inconcebible pagar voluntariamente por algo que no tenga precio establecido: echar una moneda a una “estatua viviente” o dársela a un gorrilla eficiente en un parking improvisado le parecen actos de caridad y no pagar un justo precio por un bien o servicio (aunque este no fuera solicitado).

    Eliminar, vía educación social, esa sensación de “tengo derecho a tomarlo gratis” me parece mucho más sensato que prohibir, coartar y amenazar. Estamos instalados en un sistema de desconfianza mutua y eso nos convierte en la primera amenaza de nuestra propia libertad.

    El autor tiene unos derechos legítimos sobre su obra, y eso no es nada nuevo. Cosa distinta es que entre esos derechos esté el controlar la forma en que se ha de difundir su obra. Es complicado, pero en cualquier caso, si existiera la posibilidad de que el autor recibiera un donativo de cada lector ¿no sería el primer interesado en que estos fueren mientras más mejor?

    Me temo que el punto 5 de Alber es algo cándido. El “mercado” no es libre, ni en cultura ni ropa ni música ni alimentación ni probablemente nada: se vende lo que al vendedor-intermediario le es rentable, pero no se considera tanto el interés del consumidor y menos todavía basándose en criterios de calidad y mucho menos aún los del productor, sea este literato, músico o agricultor. Consumimos lo que nos ofrecen, no lo que demandamos, entre otras cosas porque ya se encargan los mecanismos publicitarios de que “demandemos” lo que realmente quieren ofrecernos.

    Precisamente una de las maravillas de esta red de redes es que a algunos nos permite acceder a productos que no existen en el mercado convencional. Eso sí: es agotador, caro y de lentitud exasperante.

  12. Paco
    2012-01-07 01:22

    Marcos: es que además apagar Internet no serviría de nada. Nuestros routers actuales, con un firmware modificado, permiten crear redes “mesh” o “de malla”, que no necesitan acceso ADSL para propagar la información. La información fruye a través de las wifis de los routers colindantes pudiendose cubrir así ciudades enteras. Salvo que se persiga la emisión de ondas de radio no veo cómo se puede parar algo así, a ni ser con el estado de sitio y la dictadura militar.

    Estoy más en la línea de Miguel Ángel Román: la donación, la eliminación de intermediarios y la creación de servicios como netflix e iTunes Match forman parte de ese nuevo modo de entender el negocio de la cultura. Netflix aún no ha llegado a España. Sobre iTunes Match,, estoy seguro que la mayor parte de los 25€ que pagamos al año se utilizan para compensar a los autores cuyos discos hemos subido a la nube, independientemente de cómo los hayamos adquirido.

    El problema es que la literatura va con retraso, pensando que nunca le iba a llegar su hora porque los lectores seguirían apegados al papel. Creo que sólo va a quedar una editorial: Amazon. Si yo pretendiera vivir de la literatura ya tendría todos mis libros subidos allí.

  13. Jaco
    2012-01-08 22:43

    Difícil. Muy difícil.
    Yo cumplo tres perfiles: ávido consumidor de cultura, licenciado en Derecho y autor de libros.
    Muy difícil.
    ¿Por qué? El ser humano, en su concepto de posesión, quiere por partida doble todo lo que sea gratis. Yo, como autor, quiero ver un precio al año y medio de trabajo que me llevó escribir un libro solamente porque yo quiero cobrarlo y no regalarlo.
    Es cierto que el pirata va a piratear siempre. Durante unos años estuve muy metido en el crackeo informático y veía que la gente usaba los programas que eran gratis. Aquellos que se ofrecían a cambio de una donación o precio ridículo acabaron por desaparecer todos: nadie los pagaba. Wikipedia pide donaciones desesperadamente.
    Pero por otro lado ¿si no fuese por la piratería hubiésemos tenido tanto acceso a la cultura como ahora? Si nadie hubiese pirateado el Word, seguiríamos con máquinas de escribir.
    Personalmente tengo libros editados por editoriales ajenas a mí en formato digital y en papel. En papel, la producción de mi libro cuesta 65 cts. Se vende a 12 euros y a mí me dan un euro por libro. Me pagan después de un año y creyéndome el número de ventas que la editorial diga. En formato digital me pagan el 30% de un precio muy inferior (3 euros) y resulta que gano más, me liquidan cada menos tiempo. Y sólo conseguí que me lo pirateasen.
    Muy difícil. Y claro, si pierdo un año y medio de mi vida escribiendo un libro para no recibir ninguna compensación por eso ¿para qué lo voy a escribir? ¿sintetizar años de estudio y aprendizaje para regalárselo a la Humanidad? No soy un filántropo. Que lo haga otro, si tanto cree en eso.
    Muy difícil.
    Personalmente creo que el problema es educacional. He conocido gente que se baja más música que la que pueda oir en muchos años de vida. Conocí gente que empezó pagando la música y que ahora se la descargan, incluso aunque esté a precio ridículo, sencillamente porque es más barato aún. Al menos, un músico puede hacer un directo pero ¿un escritor? Mi gran pregunta es ¿necesitamos tantas cosas o cosas de más calidad? Al fin y al cabo estamos metidos en un consumismo cultural acojonante, donde se consume por consumir. ¿Alguno de vosotros tiene vida para leer los 1400 libros que puede contener un ipad? ¿y qué pensáis, que si desaparece el papel, Apple no pondrá a un precio astronómico unos ipad que se mueren al cabo de seis meses? Quien dice Apple dice Kindle o lo que sea.
    Realmente estas editoriales digitales sólo quieren quitarle el pastel a las clásicas.
    En fin, que podría decir muchas cosas… que el derecho de propiedad intelectual existe (el que crea que no entonces que me justifique por qué el Estado no puede quitarle los hijos a los padres nada más nacer, como se hizo en otras épocas. Es una forma de derecho de propiedad matizada), que la expansión de la cultura es buena para todos, que el autor tiene que comer…

    Al final, casi casi me veo obligado a participar de lo que hacen todos: cuando me piratean grito “¡¡hijos de puta!!” y si pirateo yo digo “¡¡tengo derecho a la cultura!!”.
    Siempre será la misma mierda… ¿alguien recuerda que los directores de orquesta denunciaron al nuevo invento (la radio) porque ponía música que no cobraba?
    Muy difícil…

  14. Tarzán
    2012-02-17 22:20

    Creo que hay un posible error en uno de los argumentos habituales.

    Dice Marcos:
    “…con la ley actual no es delito que yo comparta con cualquiera una copia digital de un libro o una canción…”

    Pero que no sea delito penal no quiere decir que sea legal. Puede ser ilegal “por vía civil”, ¿no?
    Es decir, compartir sin permiso obras protegidas no hace que la policía y la justicia intervengan de oficio, pero sí lo tienen que hacer si hay denuncia previa de los afectados (autores, editores).
    Entiendo que la legislación de derechos de autor le reserva el derecho a decidir cómo se va a distribuir su obra, como dice Alber Vázquez, ¿no?

    No estoy seguro si tengo razón; ¿alguien sabe si es cierto? ¿Jaco?


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