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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Acabar de una vez por todas con la Real Academia

¿Tiene algún sentido que el Estado siga sufragando el 50% del presupuesto de la Real Academia? Unos 4 millones de euros al año.

La Real Academia es una institución antigua, regida por métodos antiguos y con objetivos trasnochados. Como asociación sus miembros son elegidos con los votos de los miembros, pero esos académicos marcan las normas y las pautas de todos los hablantes del idioma español, y en la práctica dirigen las líneas del sistema educativo español en materia de lengua. ¿Y es necesaria esa labor de unificación y vigilancia? Miren a la lengua inglesa y juzguen, pues ellos carecen de Academia; es más: la lengua sigue su curso independientemente de las normas, y son estas las que, normalmente décadas más tarde, no tienen más remedio que amoldarse a lo que dicta el uso.

Como muy bien ha explicado Addenda & Corrigenda esta entidad sin ánimo de lucro sufraga con aportaciones privadas todas sus ediciones, ¿cómo es posible que después cobren cada uno de sus libros, y habitualmente a precios no precisamente asequibles? Y si el estado paga la mitad de su presupuesto, ¿su labor no debe de ser accesible para el ciudadano de un modo libre y gratuito? ¿por qué no publican una versión digital de libre descarga de todas sus obras? Si pretenden la unidad y el esplendor de la lengua, ¿no deberían buscar su máxima difusión entre la ciudadanía? Pero parece que el lucro tiene mayor peso, como parecen constatar las sucesivas versiones del su diccionario, la saga Harry Potter de la lengua.

Y vamos ahora con un ejemplo recientísimo del modus operandi de la Real Academia, de la tremenda impunidad con que trabajan y del rigor y la fe que impulsan su labor divulgativa y normativa: su colección Biblioteca clásica. Escuché en la radio la noticia; que si quieren fijar el canon, que serán unas ediciones cuidadísimas, que serán todas obras imprescindibles, que si valdrán entre 20 y 30 euros… Al instante pensé que el canon estaba más que fijado, que hay múltiples ediciones de nuestros clásicos estupendas y mucho más baratas, pero además, los varios títulos que avanzaban en la noticia me hizo recordar algo que comprobé en cuanto llegué a casa: la colección Biblioteca clásica ya existe, fue labor de la editorial crítica hace una década, constaba igual que esta de 111 libros, cuyos títulos se repiten en su casi totalidad, así como los autores de sus estudios preliminares y filólogos encargados de las ediciones críticas, y, claro está, su director, el insigne Francisco Rico, director también de la colección homónima de la editorial crítica, es decir: la misma colección reeditada con un puñado de cambios en los títulos. ¿Alguien lo advirtió en la presentación de la colección? No, y los medios lo repiten uno tras otro sin la más mínima puesta en duda o revisión.

No, la RAE no sólo no nos representa sino que se lucra doblemente, a través de nuestros impuestos y cobrándonos sus productos, así que los ciudadanos deberíamos exigir o bien que ponga a disposición de todos libre y gratuitamente sus publicaciones o que el Estado deje de contribuir con nuestro dinero a sus oscuras maniobras.

Marcos Taracido | 16 de junio de 2011

Comentarios

  1. A&C
    2011-06-17 12:31

    Muchísima más información sobre las razones para acabar con una rémora histórica como es la RAE, próximamente, aquí:
    http://youtu.be/iH34fo-v3MA

  2. Cafecuento
    2011-06-17 12:54

    Solo quería hacer una puntualización sobre esta parte del artículo: “esos académicos marcan las normas y las pautas de todos los hablantes del idioma español”. Los países latinoamericanos tienen sus propias “academias” y (aunque desde hace no mucho años) las decisiones normativas (ortográficas, morfológicas, sintácticas, semánticas, gramaticales…) sobre la lengua que se habla en todos ellos (y que afecta a 400 millones de pesonas) se toman ya (afortunadamente) de forma concensuada.

  3. Silvia Senz Bueno
    2011-06-17 13:09

    El consenso no se da en el caso del DRAE. No hay comisiones formadas. Y en el resto de las obras académicas panhispánicas quien tiene siempre la última palabra en el proceso de normativización es la RAE, que centraliza la redacción y producción de su obra normativa.

  4. Silvia Senz
    2011-06-17 14:02

    Algunas precisiones:
    Cabe señalar que las finanzas académicas se nutren en buena medida de las ventas de sus obras. El resto (mucho más de lo que Marcos Taracido señala) les llega por dos vías: 1) dinero público, en partidas diversas del Estado, las 17 CC.AA. y algunos ayuntamientos; y 2) financiación privada, de sus empresas patrocinadoras (Telefónica, Inditex, Repsol, BBVA…, por vía Fundación pro RAE). Se desconocen las proporciones porque no se muestra jamás al público una memoria de las finanzas de la institución. No puede hablarse, pues, de porcentajes.
    Sí se sabe a ciencia cierta que, de estas tres fuentes, por cauce público reciben más de 6 millones de euros fijos anuales, no 4. Hay que buscar partidas muy dispersas, además de los presupuestos generales del Estado. No se sabe cuánto llegan a ingresar por venta editorial y financiación privada, pero ha de ser sin duda un dineral si sólo atendemos a lo poco que sobre esas cantidades se publica. Las ventas editoriales invitan a pensar en cifras astronómicas: todas sus obras son best-sellers al poco de publicarse y jamás se publican a la vez en versión descargable. Algunas no llegan a estar en línea nunca, y las que lo están tienen versiones de usabilidad francamente limitada. Del DPD, un profesor de un college de los EE.UU. sacó una versión mejoradísima por su cuenta y riesgo: hhh.gavilan.edu/fmayrhofer/spanish/RAEdpd/dpdI/index.htm
    Basándose en el DRAE, también independientemente de la institución, Gabriel Rodríguez ha sacado una versión multibúsqueda infinitamente más aprovechable: dirae.es/.
    Y luego está el tema de cómo se reparten esos ingresos, sabiendo que los académicos que están al frente de proyectos de la casa cobran más allá del estipendo habitual, que también se oculta.
    Próximamente se publicará una extensísima obra que incluye muchos detalles (inéditos en su mayoría) sobre la política editorial de la RAE y sus finanzas (v. comentario 1).

  5. Marcos
    2011-06-19 12:41

    El pasado martes pedí a través del formulario de contacto de la RAE que me enviasen la nota de prensa que anunciaba la colección Biblioteca Clásica. Me llegó ayer, sábado. Leerlo directamente y no a través de citados de otros periódicos resulta todavía más obsceno. En el apartado en que justifican la elección de los libros dice:

    La selección de autores y la preferencia de unos títulos frente a otros resultan sin duda opinables. ¿Por qué, por ejemplo, El vergonzoso en palacio y no Marta la piadosa, por qué María de Zayas y no Castillo Solórzano, etc., etc.? El parecer de la Academia ha sido que, supuesto que la colección no pretende ser exhaustiva, en el canon elegido no falta ninguno de los grandes libros ni de los grandes escritores españoles y hay una muestra suficientemente representativa de los hispanoamericanos hasta bien entrado el siglo XI.

    Obsceno, porque los libros que citan son 2 de los 4 ó 5 cambios respecto de la colección de la editorial Crítica, y dicen tan alegremente que ha sido su elección.

    Saludos

  6. Aloe
    2011-07-02 16:07

    Estando más que de acuerdo con el tono del artículo, creo que es un error admitir que la RAE marque pautas normativas para la lengua (ni la RAE ni la confederación galáctica de AEs si existiera).
    La RAE no puede pretender ser normativa en el uso del español, y de hecho ya no lo pretende oficialmente.
    Es cierto que el apeamiento de tal pretensión no lo hace ni de buena gana ni asumiendo las consecuencias totalmente, y que los interesados están más que complacidos con el gran número de personas que les conceden dicha autoridad. Pero no la tienen.
    No pueden tenerla. Y, aunque haya gran número de académicos de la Lengua que no son académicos en el sentido usual de la palabra (en el mundo occidental) porque no son científicos ni estudiosos de la Lingüística, algunos hay que sí, como el Rico mencionado. Supongo que gracias a eso la RAE ha abandonado oficialmente su dieciochesco y despóticamente ilustrado lema, sospecho que a regañadientes.

    Otra cosa es en la ortografía, desde luego, Pero la ortografía es solo una convencion de estandarización para la representación visual del lenguaje, no el lenguaje mismo. Como las mil comisiones ISO que hay en cien ámbitos, p.e., cuyo valor está exclusivamente en que, usemos el protocolo que usemos, usemos el mismo todos, no en que una convención sea “mala” y otra “buena”. Podríamos tener perfectamente una comisión ISO para la ortografía, que sin chaqués y sin salones Luis XV la mantuviera estandarizada, y nos saldría por el cinco por ciento del coste actual, con más eficacia y menos alharacas.

    Yo además abundaría en que, si la RAE no es útil, es más bien dañina. Creo sinceramente que lo es, porque si su valor práctico es nulo, su valor como representación simbólica de una cierta clase de poder sí que es real.
    Es real y funciona con una visibilidad considerable (mayor que en otros tiempos maś analfabetos). Y esa representación visible, y los valores que promueve, es lamentable y dañina para el espacio público y la ciudadanía, además de mantener vivas supersticiones pre-científicas en muchos hablantes respecto al uso y la innovación en nuestra propia lengua nativa


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