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Porque me quité del vicio por Elia Martínez-Rodarte

Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.

Espejo de tres cuerpos

Marcelo Ebrard, jefe del gobierno de la ciudad de México y el arzobispo Juan Sandoval Íniguez, connotado jerarca católico en este país, se la están jugando buena.

Uno porque defiende sus iniciativas y la separación de iglesia y estado, y el otro porque las quiere tumbar: le incomoda la idea de que dos personas del mismo sexo se casen y adopten criaturas.

La pelea, además, es por una difamación. Sandoval Íñiguez acusa de cohecho a Ebrard y éste justamente se defiende.

Aunque apoyo, sustento y admiro el hecho de que en la ciudad de México, mi amado D.F., ya se estén llevando a cabo los matrimonios entre personas del mismo sexo, respeto el derecho del arzobispo a oponerse a ellos. Aunque su estrategia de asegurar con una dicencia, presuntamente falsa, que el gobierno de la capital fue “maiceado” (ash…demasiado vocablo de rancho que implica que el regente de la ciudad de México ha sido corrupto para plantear una ley que autorice las alianzas matrimoniales entre personas de la misma preferencia sexual) me parece nefasta. Sin embargo, las armas, sucias o justas, siempre se enarbolan en la guerra.

Cuando una está tan convencida de que algo es bueno, como creo que son los matrimonios entre personas del mismo sexo y la adopción de criaturas por parte de éstos, a veces es un tanto difícil entender el punto de vista, como en este caso, de los opositores como los ministros de la iglesia católica y similares.

Además a mí no me ha tocado vivir ningún tipo de discriminación y mi condición de madre soltera heterosexual me ha permitido capotear con cierta libertad cualquier comentario discriminatorio. Ello pese al afán de cierto sector de la población de colgarse de lo que catalogan como normal. Que todavía no sé qué diantres sea…

Acabo de leer una novela, que les recomiendo, cuyo nombre es Espejo de tres cuerpos, de la escritora cubano-mexicana Odette Alonso. Las personajas principales son lesbianas. La trama es harto dramática, intensa y sobre todo, cuenta una historia de amor que es estrujante. Cuando menos lo esperamos, nos encontramos en la liana de emociones tremendas, triángulos amorosos, líos de faldas a niveles hardcore y una telenovelota inmensa de proporciones épicas.

Pero una de las subtramas que mucho me conmueve, es la visión de la escritora para mostrarnos ese mundo que es difícil comprender como lo es el de la discriminación a las personas de la comunidad lésbica. Tener que vivir bajo una apariencia de buga, heterosexual es un trabajo de tiempo completo para quienes no se animan a salirse del clóset. Existir en una sociedad capoteando las malas caras y la sectarización por ser mujer que gusta de mujeres y se exhibe, es otra jornada y es cansado, a veces triste. Asumir la preferencia y orientación sexual en la cancha abierta de la convivencia humana siempre va a ser un acto que tendrá consecuencias.

La razón de ello es porque, como en la novela se expone, las lesbianas por ejemplo, ponen a consideración sus actos y su ser sexual en el aparador, en donde muchas personas las van a juzgar, incluso a erradicar de ciertos círculos.

Una de las protagonistas, Ángeles, está a punto de ser despedida de su trabajo por una relación que mantiene con otra compañera. Berenice, más liberal y “asumida” se la vive en la mira de los demás porque es reprobable que sus sentimientos y emociones sean “tan” públicos. Nunca terminan por complacer a nadie. Esto a muchas chicas de orientación lésbica les viene valiendo…A otras todavía les duele y les lesiona ser señaladas.

A vista amplia, la cuita que se traen el arzobispo y el jefe de gobierno del D.F. guarda muchísima relación con lo que les cuento de la novela de Odette: Íñiguez representa a esa parte de la sociedad que prefiere no integrar a las personas de la comunidad lésbico gay bisexual transexual e intersexual y que les orilla a éstos al estigma. Ebrard al final de cuentas, defiende el derecho a la diversidad.

Post scríptum: Les invito a encontrarnos @Ivaginaria en Twitter y en Facebook. Me dará mucho gusto abrazarles, aunque sea online.

Elia Martínez-Rodarte | 21 de agosto de 2010

Comentarios

  1. E. Carrodeguas
    2010-08-24 21:47

    No tengo dudas de que una de las cosas que mas ayudo a los indecisos o “ajenos al tema” en Argentina, a la hora de decidirse en medio del reciente debate publico sobre la promulgacion de la Ley de Matrimonio Igualitario, fue la forma y contenido extemporaneo y fachista de los planteos de la Iglesia. Coincido en que tienen derecho a expresarse. Y hasta me alegro, porque sus dichos nos recuerdan quienes fueron a lo largo de la historia. Y me refiero a la cupula, porque hay mucho cura luchador en los barrios pobres. Exitos y buena onda para Marcelo Ebrard y su proyecto.


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