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Porque me quité del vicio por Elia Martínez-Rodarte

Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.

Te voy a hacer tus calzones...

La madre televisión difundió recientemente las imágenes de lindos hombres enseñando sus carnes perfectas: los modelos franceses jamás se andan con cosas a la hora de mostrarse.

Recuerdo hace un par de años una campaña de una loción para caballero, de Yves Saint Laurent, en la cual uno de los mancebos anunciantes enseñaba urbi et orbi el pene mientras la botella de la esencia estaba al lado del interfecto. Cabe mencionar que la botella era más grande…

Desdeño ese cliché sobre los franceses como máquinas de erotismo ilimitado, pero coincidentemente acabo de descubrir una línea de lencería chida en los varones porque: “ellos también quieren seducir”.

Hace algunos años me conformaba con la visión de la alba presencia de la benévola trusa Rinbros: todos los hombres que he conocido, y no solamente en cuestiones sexuales, han utilizado el genérico de los calzones de hombre.
La trusa resume en sí misma la historia de nuestras primeras escenas eróticas o de desnudos parciales, porque finalmente para las mujeres de mi generación los primeros varones usaban ese trapo blanco.

Me pareció de una inmensa terneza, amén de un maravilloso nicho de mercado, que la ropa interior de los hombres se esté volviendo en una prenda que al menos podamos recordar con un toque se lujuria o que cuando te acuerdes de sus boxers kinkis y sensuales, pienses en lo que sucedió después.

Apoyo la idea sobre una nueva legión de hombres nuestros que se pongan calzones que los hagan ver cachondos, o accesorios que los hagan sentir más sensuales. El sexo se trata en un 90 por ciento de estimulación, cinco de preocupación y otro cinco de coito.

Es decir que el fornicio jala en mejor medida cuando la persona se siente sexy o cachonda. Muchas veces haces el amor no estando en tu mejor aspecto físico, pero si te sientes medio avasalladora o sabes que vas a jugar para ganar, entonces será exitosa.

Yo estoy segura que un hombre con una tanga que le quede chida, puede resaltar el tamaño del pene aunque éste se encuentre dormido. Si no tiene buenas nalgas entonces deberá de abstenerse de darle la espalda al enemigo y solamente mostrar la portada.

Si se trata de un hombre con bonito trasero hay que usar un calzón tipo bikini para que la cajuela se vea apetitosa.

Si estás delgado o más o menos en tu peso puedes llevar lo que sea, pero yo recomendaría de esos boxers largos a media pierna de algodón, pero ceñidos.
Y por favor. Si no son afectos a la ropa interior cachonda, evítenos el penoso trámite de verles los calzones balaceados. Qué horror. He visto trusas, boxers y otras garras sin denominación que parecen trapos para lavar el carro. Es lo más anticlimático del universo, así como cuando te cachan en la paja o robando en el súper.

La senda del metrosexual cuenta con múltiples vías alternativas para los hombres que no quieren hacerse peeling facial y pedicure, así que uno de esos caminos sensatos es procurar la ropa interior cuidada, sin agujeros y por supuesto, sin manchas incriminatorias de ningún fluido o excreción de cualquier especie.
Estoy cierta en que lo mejor de un hombre es todo él, pero no está de más que si va a darse de regalo, venga con un bonito envoltorio.

________
Post scríptum: vamos a conocernos, con o sin ropa interior: ivaginaria en Twitter o en Facebook. O bien por favor escríbeme a elia.martinez.rodartegmail.com

Elia Martínez-Rodarte | 06 de enero de 2010

Comentarios

  1. Miguel A. Román
    2010-01-06 23:23

    Vale, pero entonces:
    1) No os riáis. No es un disfraz de boy o gigoló, solo es una variación al rutinario monocolor, una travesura… en vuestro honor.
    2) No nos lo arranquéis a la primera, dejad que los luzcamos unos minutos, aunque solo sea por aprovechar la inversión económica.
    3) De paso, aprovechad las ventajas: palpad las zonas desprotegidas, “admirad” los relieves evidenciados a través de la lycra, buscad los accesos ocultos, comprobad la elasticidad del tejido; no seáis espectadoras pasivas a la espera de que se baje el telón.

    Porque, si no nos demostráis que ir así por dentro es importante para vosotras y tiene utilidad práctica, nos volvemos al gallumbo proletario, que es más cómodo y más barato.

  2. yola
    2010-01-07 00:52

    QKe memorables aquellos calzones estilo periquita que te trajeron de BCN hace dos navidades: todavía estoy esperando la foto del estreno jejejejeje…Era a de lo más coqueto. Oye y bebé habemus…? por el mono de la rosca digo, no se nos vaya infartar pablito. Te mando abrazo, te qm.

  3. Elia
    2010-01-07 17:13

    Querido Miguel: tienes razón, primero a regodearnos en la imagen que nos ofrece la lencería masculina y a gozar después de la carne que contiene, faltaba más. Vaticino que será un éxito para los varones que se decidan a verse bonitos en trusas sexys.
    Querida, esos chones han sido un clásico de clásicos. No me vas a creer que ni un pedazo de rosca me he comido, que de hecho no me gusta tanto, pero bueno.
    Lo interesante de la lencería masculina francesa es que es realmente linda, no se ve nada cursi, es absolutamente metrosexual.
    Abracito.
    E.


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