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Porque me quité del vicio por Elia Martínez-Rodarte

Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.

Apretón de manos

Algo me pasa a mí con los apretones de manos. Me sacan de quicio. Nunca hay uno perfecto. Por lo general es una medición de fuerzas entre dos personas: hay una pequeña lucha de poder entre quien tiende una mano desprevenida y quien la blande seguro, como si se dispusiera a triturar incluso a una mano del mismo calibre.

Hay manazas que se vienen encima de las nuestras abarcándolas. De pronto ahí tenemos nuestra manito metida en una especie de guante de béisbol, una mano que incuba a otra mano en los breves segundos en los cuales se da el saludo.

De pronto otras manos te sorprenden por la neutralidad del contacto. Son manos secas, de tamaño mediano, que ni transmiten ni frío, ni calor, ni estado de ánimo alterado que los lleve a apretar o a oprimir nuestros dedos.

No sé por qué, pero jamás me fiaría de una persona con las manos perfectas o sin actitud. Desconfiaría de ellas como se desconfía de quien no tiene vicios.

Las mujeres que dan la mano al saludar, la mayoría, extienden unos dedos medio guangos y sin firmeza, y no la dan entera. Haciendo una especie de pinza, como la forma que uno hace los dedos para proyectar la sombra de un pato, así empuñan al otro algunas mujeres con su manita húmeda y sin fuerza.

No entiendo para qué saludan de mano aquellas mujeres que parecen estar en agonía. Cual casi muertas extienden los dedos al encuentro del otro, que recibe esa mano-pata de pollo, una mano sin pasión.

Esa forma de estrechar es intolerable, así como es una descortesía saludar de mano y apretar demasiado al contrario. Es una forma de violencia, una agresión que no pasiva, porque quien lastima al otro cuando le da la mano, sabe que va a lesionar con su brutalidad.

Quizás el saludo de mano más despreciable es el antihigiénico. ¿Cómo evitar el saludo de esas personas que se viven rascando los genitales o hurgando la boca o las narices?, ¿cómo saludar a esas personas que invaden sus propios orificios con sus dedos y luego pretenden dar la mano a quien se le atraviese sin haberse lavado antes?, ¿cómo tenderle la mano a quien es a todas luces una persona sucia, pero debemos saludarle inevitablemente?

Mi ejemplo preferido sobre la evasión al tacto tiene como protagonista a un expresidentes de México, Adolfo Ruiz Cortines, que era escrupulosamente delicado con la higiene y el intercambio tactil con sus prójimos.
Se ponía el sombrero en el pecho para evitar que la gente que se le acercaba lo abrazase.

Por desgracia ya no se usa sombrero. Para evitar un saludo de mano desagradable por el apretón o la persona, quizás no queda más que ejercer el deporte nacional para evitarlo: haciéndonos los tontos o vivir una epidemia, como recientemente sucedió (y sucede) con la influenza humana.

Elia Martínez-Rodarte | 21 de mayo de 2009

Comentarios

  1. DrStrange
    2009-05-21 20:28

    La ultima opción para evitar el contacto con aquellos que muestran falta de higiene es intentar espantar al que propiamente carente de la misma nos tiende su mano, haciéndole ver que nuestra salubridad es dudosa, es por ejemplo que si te tiende la mano una persona cuyos habitos sean cuanto menos poco higiénicos, podemos nosotros pasar nuestras manos por trasero de forma ostensible y tendersela a su vez haciéndole ver el lugar que ha frecuentado nuestra extremidad momentos antes, a ver si todavía le apetece saludarnos…


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