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Kliong! por Carlos Acevedo

Kliong!, a razón de cada martes, se encargará de desmenuzar el mundo del tebeo y del cómic desde una perspectiva que llama a la rotura y al trompicón. Kliong tiene más que ver con una olla que cae por torpeza que con un arrebato o un golpe, aunque a buen seguro no saldrás sin moratones.

Una posición marginal dentro del sistema de la cultura contemporánea.

Avispado lector, por esas cosas de la vida, la columna que tenía que ir hoy en lugar de esto no me gusta o no me parece importante. No tan importante como el hecho de que desde hace unos días, sobre todo ayer, hemos podido presenciar una de las pocas lecciones evidentes sobre la ausencia de una serie de elementos que permitan el diálogo, la discusión y, por qué no decirlo, la beligerancia al momento de enfrentarse a cualquier instancia artística y/o cultural y, por supuesto, los tebeos forman parte de esto. De hecho, la discusión que hasta ayer parecía condenada a la eternidad, aburridísima como toda eternidad, ha terminado en que si está bien o mal borrar una entrada de un blog, hacerlo mismo con los comentarios, filtrarlos, etc.

Es importante ver cómo se construye la imposibilidad de la discusión, el in crescendo de ciertos razgos que limitan el diálogo, impidiéndolo, porque en ese proceso salen a la luz todos los aspectos que hacen difícil el intercambio de ideas, aspectos que están ahí hace la tira, que aparecen sólo en este tipo de discusiones y que lo hacen en calidad de argumentos, como si tuvieran algún valor por el simple y absurdo hecho de ser formulados, de existir. También llama la atención que la beligerancia, dicho sea de paso, no esté dirigida al tema de discusión ni a las ideas, sino que a los sujetos, a las personas, a los tipos que va y hacen por el statuto del cómic lo que pueden o lo que sienten que deben de hacer, tipos que van y se enfrentan por la opinión sardónica de un autor escocés y la diñan por pura inoperancia y por llevar un buen y cansino rato con un quítame allá unas novelas gráficas o unos tebeos o unos cómics, hombre, que cuando lo acuñamos nadie puso el grito en el cielo, que si esto es auto-odio o snobismo y así todo el rato.

Creo que me equivoco. En realidad, no es importante ver cómo se construye la inoperancia del diálogo, lo importante está en no caer en lo mismo. Lo importante es hacer lo posible para no caer en esas polarizaciones. Buscar matices, encontrar un método o un punto de vista, que al fin y al cabo son la misma cosa, recurrir a la historia y no jugarle en contra a la ídem, coger todo lo anterior y someterlo al juicio del otro, porque en el otro siempre hay algo de razón.

Aunque siempre haga de su voto utilidad, aunque nunca se juegue la vida y la razón por cuatro ideas, y no hablo de la validez de las mismas, aunque para él todo sea utilitario, aunque diga que lo importante de Kurtzman ha sido humanizar al enemigo, el otro siempre tiene y tendrá algo de razón: todos todos todos tenemos la razón.

Ocurre que no hay manera de ver lo sucedido desde una perspectiva amable porque los únicos acuerdos posibles tenían que ver con descalificaciones, con la lectura de esas descalificaciones. Efectivamente, se hizo patente la necesidad de encontrar bandos polarizados que, a título personal, logran parecer infantiles y absurdos, del todo futboleros. Esto último tiene que ver con mi posición ante la lectura de la polémica: la de un tipo que siente simpatía hacia el Barça que se hace del Madrí al leer El Mundo Deportivo o el Sport y que se hace del Barça al leer el Marca o el As, porque esa beligerancia, al basarse en la descalificación, en la mentira y en la manipulación, no hace más que obligarle a ponerse en contra. Sí, en contra de los juicios de lo que leo. Esa beligerancia, burda e infantil, me obliga a ubicarme junto al bando que se critica.

Quizás, todo recala en que nunca había visto una mímesis más exacta entre el mundo político actual y el mundo, digámoslo así, cultural. Nunca había visto tamaño diálogo de besugos en torno a unas declaraciones que, según como se miren, podían resultar interesantes al momento de ver y analizar el panorama del cómic español. La falta de sentido del humor de ambos bandos, la gravedad con la que son tomadas las posiciones… jamás había visto una indiferencia hacia el otro tan seria, contundente y colérica a la vez.

Todo esto me obliga a preguntarme a quién dirige el diálogo, con quién dialoga y por qué. Si existe la posiblidad de diálogo. Y si existe, para quién existe y bajo qué constantes. Cosas que me obligan a meditar si esto que pasa por aquí (casi) cada martes tiene sentido.

Carlos Acevedo | 05 de julio de 2011

Comentarios

  1. Dario_FM
    2011-07-05 15:42

    Como ya comente en la discusión citada aquí falta el paso siguiente, tésis+antitésis= síntesis.

    Yo personalmente creo que una solución buena sería que los NG se apeen del burro y busquen para su arte nuevo un termino nuevo con el que los del cómic global puedan integrarlo dentro del panorama, en lugar de uno ya usado y que representa el prestigio para estos segundos.

    Algo como Nueva narración ilustrada o La Escuela textual sintética. No sé, no soy bueno para los nombres, pero creo que se entiende.


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