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El mundo gira sobre un eje podrido por Alber Vázquez

Alber Vázquez es escritor. “El mundo gira sobre un eje podrido” es una columna de opinión que se publica todos los lunes y que alberga como firme propósito convertir a este planeta en un lugar más habitable donde los hombres y las mujeres del mañana puedan compartir su existencia en condiciones igualdad y justicia. Estamos seguros de poder lograrlo. El mundo gira sobre un eje podrido dejó de actualizarse en abril de 2008.

Aquí lo que hay que hacer es publicar más libros

No hay un solo intelectual en España que, en un momento u otro, no haya soltado la sentencia del millón de dólares: “Aquí, amigos, se publican muchos libros”. Sí, así es. Verdad insondable de cuyo influjo ni los más avispados escapan. Una sentencia inmutable.

¿Y qué impele a hombres hechos y derechos a formular, con solemne rotundidad, tan increíble aseveración? No lo sabemos. Es lo que tienen las verdades inmutables: que se formulan y punto. Uno le sacude otro trago al whisky o se rasca la oreja. Depende lo que te pille en ese momento.

Porque, a ver, ¿de qué hablamos cuando hablamos de muchos libros? Pues de lo que a uno le parece. Ni más ni menos. “Esto es una pasada”, dicen algunos. “No podemos vivir así”, aseguran otros. “Hay una superinflación en el mercado editorial español”, sentencian, finalmente, los de formación más técnica.

Sí, como en el porno, pero ahí nadie dice esta boca es mía. Cabrones.


Foto (cc): Ian Wilson.

Total, que nos hallamos ante una de las grandes aseveraciones de la Era Moderna pero nadie, absolutamente nadie, dispone de un solo dato que pueda defenderla. Defenderla desde un punto de vista científico, se entiende. Con la copa de whisky en la mano, yo defiendo hasta la honorabilidad del Planeta. No te jode.

El intelectual español que se preocupa por el estado de nuestra literatura se divide, a saber, en dos tipos. Establezcamos una categorización del sistema, qué carajo. Total, son intelectuales.

Bien, por un lado, están los que creen que aquí se publican demasiados libros pero que no están dispuestos a predicar con el ejemplo. Nada más soltar la frasecita de marras, se van a su casa, arrancan el Windows pirata y se ponen a mandar cientos de mensajes a cientos de editoriales rogando que, por el amor de Dios, les pongan negro sobre blanco su última y genial ocurrencia. E-mails que van, dicho sea de paso, directamente a tomar por culo. El mundo del filtro electrónico ha avanzado a pasos agigantados, sobre todo, gracias al sector editorial mundial.

Y luego, por otro lado, está el que afirma que aquí se publica un montón y ya está. No envía mensajes rogatorios a las editoriales porque ni siquiera ha escrito nada. ¿Para qué? A gandul no lo gana nadie. O a pragmático, quién sabe. El caso es que este tipo de intelectual ni siquiera se ha molestado en echar las horas ensanchando la gloria de la literatura patria. Otro güisquito, si me hace usté el favor.

Y no hay más. Hablamos de intelectuales españoles. ¿Qué esperaban? ¿Una docena de categorías con sus consiguientes subcategorías? Pues no, esto es lo que hay. Y a Dios gracias.

Total, que estamos como al principio: aquí se publica mucho, pero porque a uno se lo parece. No hay un solo dato que apoye esta afirmación. Pero es que yo, ahora, digo algo más: ¡Qué país de hijoputas es este en el que hay tipejos que desean que se publique menos! Pero, ¡cómo, por Dios!

Más, carajo, hay que publicar más. Mucho más. Muchos más libros y muchos más libros de todo tipo. Los malos también, sí, los malos también. ¿Por qué no habrían de publicarse libros malos? Es lo único que me garantiza que los buenos puedan también ver la luz. Y que pueda yo leerlos.

¿Pero no es este el famoso paradigma de Internet? Aquí basura la hay a manta. Chusma tecleando aleatoriamente sobre un teclado, para parar un tren. Empezando por un servidor de ustedes, si quieren. Pero exactamente eso es lo que a mí me garantiza que lo que realmente merece la pena esté ahí. ¿Que no puedo encontrarlo en semejante maremagnum? Pues problema mío. A espabilarse toca. Que para eso fui a un colegio de curas y mis padres se sacrificaron lo suyo por mí: para hacerme un hombre de recursos.

Ergo tú escribe como los ángeles que, por mis cojones, yo te encontraré. Y punto. Y el que afirma, sin quedarse calvo detrás de la oreja, que aquí se publica mucha basura, es que no ha salido en su vida de su puto barrio. ¡Pues claro que se publica mucha mierda, alma de cántaro! Pero como en todo. ¿Acaso la literatura debería ser especial al resto del universo conocido? ¿Acaso no es el 99% del mundo del jarrón decorativo una puta mierda pinchada en un palo? Pues sí, claro que sí. Pero mira, por elemental resta, hay un 1% de mearte encima. Y puedes, porque puedes, contemplar la belleza del cosmos reunida en un humilde jarrón de Josep Llorens Artigas y en una de sus curvas perfectas.

Así que, por Dios bendito, dejemos que el mercado del jarrón decorativo se desarrolle en paz. Que nadie nos venga con la chorrada de que “el mercado del jarrón cerámico está sobredimensionado”. Porque no lo está. Porque cuantos más jarrones, mejor. Porque ahora la pelota está en tu tejado y eres tú el que debe decidir cuál merece la pena y cuál no. Tú y sólo tú decides qué hace que Artigas merezca la pena y Porcelanas Viuda e Hijos de Martínez Belmonte S.A., pues no.

Tú mandas. Tú decides. Tú tienes las herramientas para hallar. Busca. Busca ahora o cierra el pico para siempre. Pero no pongas puertas al campo. Ni lo intentes. Ni lo sugieras. Lo único que así demuestras es tu propia mediocridad. Editemos libros. Muchos libros. Hasta reventar. Aunque nadie los compre. Aunque nadie los lea. Pero publiquemos libros, por el amor de Dios. ¿Pero alguien en su sano juicio puede estar en contra de algo tan elemental?

Alber Vázquez | 11 de febrero de 2008

Comentarios

  1. José María
    2008-02-11 10:56

    Estoy contigo. Además hay una garantía de calidad si, como en la foto que pones, los libros tienen una procedencia cultural superior.

    PS:(No tengo gana de perfeccionar la ironía, así que la aviso)

  2. Ana
    2008-02-11 12:30

    Estoy de acuerdo. Es como cuando los medios de comunicación tradicionales insiten en decir que internet está lleno de basura y que mueve a la desinformación, cuando sólo hay que saber qué es lo que se busca y cómo buscarlo para encontrar información precisa.

    Me alegro de que hayas vuelto, estos últimos lunes se hacían más pesados en la oficina sin poder dar una vuelta alrededor del eje podrido.

    Saludos

  3. Carlos Alonso
    2008-02-11 16:11

    Capto el mensaje y lo comparto. Cuantos más títulos, mejor. No obstante, hago un par de comentarios:

    1. ¿En qué grado este marasmo de ediciones consolida una estrategia comercial y hace cada vez más difícil que no se pueda pagar a los autores dignamente? Porque sacar tanto título con tan poca venta y tanta devolución sólo es rentable si se paga al autor miseria (y a porcentaje).

    2. Yo, que siempre he escrito mal (y, en consecuencia, gratis), creo que tu crítica mantiene intacto el punto de vista del objeto criticado. Ellos publican, nosotros escribimos. No veo tan claras esas subjetividades diferentes. Yo me he autopublicado desde adolescente. Con escaso éxito, eso sí... pero para que me paguen miseria, mejor me la pago yo.

    Total, hace años que lo de escritor ya no es oficio para prácticamente nadie sino un mero sobresueldo.

  4. Carlos Alonso
    2008-02-11 17:13

    Disculpen, me retracto del segundo punto. Era, por lo visto, un prejuicio mío. He releído el texto y no existe tal separación. Lo único que mantengo es que escribo mal y gratis.

  5. Ana Lorenzo
    2008-02-11 21:33

    Qué bueno leerte de nuevo, Alber. Y, como siempre, poniendo el mundo podrido patas arriba, así da gusto, se te echaba de menos.
    Bueno, pues a discutir: genial lo de publicar cuanto más mejor, oye, que yo a eso no le veo nada malo; lo malo es que esto de publicar y vender libros no es la red, vamos, que ocupan espacio, que hay que distribuirlos y que en las librerías tienen que estar un tiempo si realmente queremos encontrarlos. Si se publica mucho y malo y encima está respaldado por grupos fuertes que tienen un marketing estupendo y que inundan la librería con tres títulos, pues los muchos y buenos no duran en las estanterías —no digo ya en los mostradores— ni una semana; así que la sobreabundancia sí me parece que oculte un poco el abanico, porque no se expone igual. En la red puede que no se llegue de primeras tampoco a lo que es más interesante, pero como no hay problemas de espacio ni de tiempo ni devoluciones, al menos por ahora, con paciencia y con ayuda del azar —que también hace mucho en la red y en los libros, y también la serendipia— acaba uno llegando.
    Pero siempre podemos pasarnos por los libros de saldo; una pena para el autor, porque de verdad hay veces que uno va allí buscando lo que nunca consiguió encontrar en la librería: tan corta puede ser la vida de un libro.
    Un beso.

  6. Paco
    2008-02-11 22:30

    De acuerdo. Busquemos, busquemos, pero si encontramos algo compartámoslo, ¿vale? Porque no tenemos tanto tiempo para buscar.

    Ese es el drama de nuestro mundo, el mito de Tántalo: rodeados de literatura que se aparta cuando queremos alcanzarla, o se convierte en basura ramplona.

    Por supuesto ninguno de los que dicen que se publica demasiado se considera prescindible. Y me temo que esa categoría existe, aunque sea desde el punto de vista del lector.

    Hacen falta sistemas que recomienden, sean humanos o mecánicos.

    Mientras tanto los editores pillando subvenciones…

  7. Pablo
    2008-02-11 23:49

    De acuerdo con Alber.

    Es cierto que el volumen resulta molesto para las librerías y las editoriales, que se ven incapaces de procesar tanto volumen de papel de dudosa efectividad comercial y que consume metros cuadrados de local, pero oye, si supieran seleccionar mejor el material que distribuyen, a lo mejor no les pasaría.

    Vale la pena que la gente escriba y que esté ahí lo bueno y lo malo. Luego cada uno escogerá qué se queda, puesto que es subjetivo qué es bueno y qué es malo. Afortunadamente, la red permite llevar a cabo ese cometido sin gastar metros cuadrados y sin deforestar el planeta.

    Coincido con otras personas en que se echaban de menos los artículos de Alber ;)

  8. María José
    2008-02-12 01:09

    Yo también me alegro mucho de la vuelta de Alber.

    Como siempre, enfoca los problemas de forma original, así que le voy a dar la razón en que se dice que se publican demasiados libros y no se dice que se hacen demasiados jarrones, demasiados discos o hay demasiados blogs.

    Pero creo que su afirmación: “¿Por qué no habrían de publicarse libros malos? Es lo único que me garantiza que los buenos puedan también ver la luz. Y que pueda yo leerlos.” no es cierta. Publicar mucho no garantiza que los buenos vean la luz, salvo que ver la luz sea simplemente estar impresos, ni que nadie pueda acceder a ellos. Porque lo que ocurre es que se pierde todo en esa maraña y cuando uno ha escogido al azar 20 libros y son basura, no prueba el 21 por si acaso. Sencillamente uno decide que ya no hay nada bueno, cuestión de probabilidad.

    Para que no parezca que es algo personal con los libros, pienso que hay demasiado de todo: libros, discos, jarrones, artículos “científicos”... sobre todo porque no son cosas de calidad. No quiero decir que no se deba dejar a la gente que escriba, haga jarrones o lo que quiera. Siempre se ha hecho y se lo enseñaban a sus familia y amigos. Me preocupa más que la gente no se dé cuenta de que lo que hace no tiene el más mínimo interés (salvo el personal que es muy loable y muy sano), ni calidad para hacerlo público. Uno de los signos fundamentales de la inteligencia. Y yo no creo, como he dicho otras veces, que sea subjetivo lo que es bueno o malo. O por lo menos es igual de subjetivo que lo es qué jugador de fútbol juega mejor o que el mejor jamón es el de pata negra (por supuesto, habrá a quien no le guste).

    Yo dejo que cualquier mercado se desarrolle libremente, pero veo el resultado como espectadora y sigo pensando que se publican demasiados libros. No lo voy a impedir, pero no me parece ni bueno ni deseable.

    Ana, tienes suerte si te resulta fácil encontrar lo bueno. Yo creo que es muy difícil, el tiempo es limitado y la información casi infinita, así que la probabilidad tiende a cero.

    No quiero ocupar mi tiempo en leer lo que escriba cualquiera, porque al final lo que uno lee es lo que va formando su mente y no creo que leer cualquier cosa sea mejor que no leer. Así que ya que las editoriales no hacen ya la criba espero que alguien o algo me la haga.

  9. Alber
    2008-02-12 10:56

    Un millón de gracias a todos los que tanto en público como en privado os habéis interesado por mí. Por suerte, ya estoy bastante recuperado de mis problemillas de salud. Ahora, apenas oigo ya las voces.

    Ciñéndonos al tema, lo hinchante es que ya ni siquiera hace falta que te escribas tu propio libro. ¿Que has vivido una vida interesante a más no poder y crees que el mundo necesita saberlo pero te da pereza eso de ponerte a escribir tú mismo tu propia biografía? Pues nada, nada, siempre hay algún mindundi dispuesto a hacerlo por ti.

  10. El jukebox
    2008-02-12 11:19

    Está guay que se publique mucho y de todo. Lo malo también. Sobre todo lo malo. Desde mi punto de vista el único problema es que los libros pasan por la librerías apenas con tiempo para saludar. Esto genera ansiedad, al menos a mí, que me veo obligado a comprar cuanto libro me parece interesante sin respetar tiempos de lectura. Así, los volúmenes se me acumulan en casa a más velocidad de la que soy capaz de despacharlos. Además, la falta de espacios provoca que todas las librerías tengan lo mismo y sean todas iguales. A los seis meses de publicarse un título ya no aparece por ningún lado, lo que te obliga a encargarlo y en algunos comercios resulta una proeza o a recurrir al iberlibro.com.

    P.D.: No te preocupes por las vocecillas. Todos las oímos.

  11. david
    2009-04-20 08:10

    se que hay libros malos o buenos , pero tambien se que que hay lectores buenos y malos . a lo que me voy es que para cada lirbro existe un lector, y para cada roto hay un descocido .


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