Libro de notas

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Cóctel del día por Concha Mayo

Ingredientes: 2 onzas de realidad, 1 onza de ficción, 4 gotas de ironía, 1 pizca de mala leche.
Preparación: Mezclar todos los ingredientes en el procesador de textos y servir adornado con signos de puntuación. Puede completarse con ginebra, vodka, tequila…
Tras la barra cada viernes Concha Mayo, nacida en Barcelona, escritora y fotógrafa ocasional.

Si la vida te da limones...

La intensa vida social de mis nuevos vecinos está acabando con mi descanso y mi salud. Ayer me desperté sobresaltada en mitad de la noche a consecuencia de un golpe que hizo retumbar las paredes. Mi corazón latía desbocado y la adrenalina se arremolinaba furiosa por los rincones de la habitación. Pensé que habían tirado abajo la puerta del piso y estaba siendo atacada por un grupo de delincuentes.

No tardé en percatarme de que se trataba de otra fiesta. (Ya van tres en lo que va de semana.) Sentí ganas de abrir el cajón de la mesita de noche, sacar mi bazuka y, sin moverme de la cama, apuntar al techo para abrir un boquete que pusiera punto y final al jolgorio.

Afortunadamente, aunque mi hipófisis es generosa a la hora de producir adrenalina (así como otras tantas hormonas inapropiadas según las circunstancias) no tengo un bazuka. Y de haberlo tenido, no cabría en mi mesita de noche. Así que pasé al plan B: “ir a casa del vecino” y me dirigí a la cocina en busca de otra arma que me ayudase en el proceso negociador.

Una es coqueta y al ver mi silueta reflejada en el espejo del pasillo, constaté que debía arreglarme el pelo antes de salir de casa y que tampoco era conveniente presentarme en pijama y sin maquillar en una fiesta en la que no sabes a quién te puedes encontrar.

Decidí abortar el plan B y emprender camino de regreso a la cama, con los niveles de adrenalina ligeramente más bajos y un par de tapones para los oídos. Entonces llamó mi atención un diminuto objeto clavado en la planta de navidad de hermosas hojas rojas, que de modo atípico este año sigue estupenda y conserva la mayoría de ellas intactas.

No se me suelen dar bien las plantas. Quizá no les dedico el tiempo suficiente. No sé a quién oí decir que hay que hablarles con cariño y dulzura, como a los hombres. Y ya que en el momento presente no hay varón que me inspire ese tipo de atenciones, mando emails llenos de ternura (me expreso mejor por escrito) a mis queridas plantas. Mas a pesar de mis generosas muestras de afecto, no les noto mejoría. Tendré que probar con los hombres.

Me acerqué a la poinsetia y pude ver un gnomo encaramado en lo alto de una diminuta escalera que me apuntaba desafiante con un bazuka. Tuve apenas tiempo de apartarme antes de que un proyectil impactase en la bombilla del comedor dejándome a oscuras.

Me desperté sobresaltada. Una sirena como de ataque aéreo sonaba en el piso de arriba y los asistentes a la fiesta daban botes y proferían gritos de éxtasis mientras la música retumbaba en mi caja torácica.

Me levanté, fui al baño, me duché y perfumé. Me puse un tejano ceñido y una camiseta escotada. Cogí un puñado de limones, una botella de ron y me planté en la fiesta.

-Buenas, soy la vecina de abajo ¿tenéis menta para hacer mojitos? Por cierto, os he traído esta poinsetia como regalo de bienvenida.

Concha Mayo | 20 de febrero de 2009

Comentarios

  1. Santiago
    2009-02-20 10:17

    ¡Ah! Así que la que trajo la poinsetia eras tú… Nos tenía muy intrigados el origen de la planta.

  2. felipe
    2009-02-20 17:32

    Cada día te (me) superas ¿Lligaste? ¿Te trataron bien?

  3. CONCHA
    2009-02-21 02:29

    Santiago, espero que estéis cuidando bien de mi gnomo. Si le dejáis dormir, no tiene mal carácter. Por cierto, ahora recuerdo que aún no he cambiado la bombilla del comedor…

    Felipe, lo que pasó en la fiesta será tema para otra historia.

    Gracias a los dos por leerme.

  4. Javier
    2009-02-21 02:33

    Si la vida te da limones échale tequila y sal.

  5. Ana Lorenzo
    2009-02-22 12:32

    Lo bueno de las plantas, Concha, es que lo mismo da que les digas ternuras que que te desahogues con ellas: eso sí, por e-mail no sirve. Aunque yo siempre me pregunto por qué, si son mucho más fáciles de tratar que los hombres, se me dan tan mal. Probaré con las que llevan gnomo incluido ;-)
    Estupenda tu columna.
    Un beso.

  6. Concha
    2009-02-22 23:43

    ¡Eso lo explica todo!
    Gracias, Ana.


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