Ingredientes: 2 onzas de realidad, 1 onza de ficción, 4 gotas de ironía, 1 pizca de mala leche.
Preparación: Mezclar todos los ingredientes en el procesador de textos y servir adornado con signos de puntuación. Puede completarse con ginebra, vodka, tequila…
Tras la barra cada viernes Concha Mayo, nacida en Barcelona, escritora y fotógrafa ocasional.
Gracias a su habilidad untando gobernantes de tres al cuarto, Eleuterio Román había conseguido hacerse con varios terrenos en la Costa del Sol que habían engordado sus cuentas y sus bolsillos.
Pero ese mismo dinero con el que había evitado traiciones y comprado momentos de gran intensidad erótica, había resultado estéril a la hora de sobornar a la magistrada que se hallaba frente a él, a punto de dictar sentencia condenatoria en su contra.
“Tenía que haber sido cineasta o escritor.” Pensó, mientras trataba de imaginar cómo sería el color del cielo a través de los barrotes de una celda.
No escuchó el veredicto que le inculpaba. Perdido en sus divagaciones, hilvanaba la trama de su primer thriller, en el que una jueza incorruptible aparecía muerta en extrañas circunstancias, en los lavabos del juzgado.