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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

Nascimento

Han pasado casi tres años desde que hablé en esta misma columna de Tropa de Elite, iniciando un debate muy interesante con Xoán Carlos Lagares, al que por cierto echo de menos por Libro de Notas. El debate giraba entorno a la política, a las ideologías, a la situación de Brasil, a qué quiere decir que el público aplauda y jalee las torturas y la violencia del protagonista de la película dentro de las favelas. Mucho menos se hablaba del cine en sí, del fenomenal relato de acción que es la película de José Padilha, de su ritmo apasionante. Esa distancia necesaria, me decía Xoán, es difícil tomársela cuando vives en Brasil y reconoces a los personajes.

Tropa de Elite 2. O inimigo agora e outro es la película de más éxito de la historia del cine brasileño. El filme arranca con una sucesión rápida de imágenes en la que vemos qué ha sido del capitán Nascimento después de los hechos acontecidos en la primera parte. Sigue en el BOPE, ha sido ascendido de Capitán a Teniente Coronel, ha sido padre, su mujer lo ha dejado incapaz de soportar su obsesión con su trabajo. A continuación, comienza la acción: hay un motín en una cárcel de Rio y Nascimento está a cargo del equipo especial que va a intervenir. Sin embargo también está allí Diogo Fraga, político y miembro de una asociación de Derechos Humanos, que ha sido autorizado a entrar en la cárcel para dialogar con los cabecillas. Fraga —en una perdonable concesión al culebrón— es también el actual marido de la ex mujer del teniente. A pesar de que parece que Fraga tiene la situación bajo control, el segundo de Nascimento, Capitán Matías, toma la iniciativa y desencadena una matanza que acaba con el motín y con la vida de la mayor parte de los presos implicados.

A partir de aquí la película se transforma completamente en algo inesperado. La acción queda definitivamente aparcada y el relato se centra en el Teniente Nascimento, situado en el ojo del huracán y acusado por Fraga ante los medios de comunicación de haber ejecutado a sangre fría a los encarcelados. Sin embargo, en un ejercicio de autoconsciencia espectacular, Padilha nos regala una escena sobrecogedora: en un restaurante, el Gobernador de Rio y dos diputados analizan la situación y condenan verbalmente al Teniente. Cuando el propio Nascimento entra en el comedor, los clientes se ponen en pie y le brindan una cerrada ovación. Haciendo un guiño a lo que sucedió en la realidad al público de la primera parte, Padilha nos recuerda que en situaciones extremas, un asesino para unos puede ser un héroe para muchos otros.

Ante la popularidad de Nascimento, el Gobernador decide aplicarle un castigo más sutil: lo nombra subsecretario de seguridad, lo condena a un despacho, lo aparta de la calle, en resumen, acaba con él.

¿Creen que les he contado mucho? Creo que no llega a veinte minutos en una película de dos horas. A partir de aquí, siempre acompañados por la voz en off de Nascimento, asistimos a la transformación mental y moral de un hombre atormentado por sus decisiones, las pasadas y las presentes, por la sensación de haber abandonado a sus amigos a su suerte, como al Capitán Matías, degradado a policía de calle. Nascimento es la máxima expresión del personaje shakespeariano, víctima de sus contradicciones y abocado a la tragedia, abrumado por el peso de la culpa y de la responsabilidad. El mundo maniqueo y profundamente moral —aunque pueda ser una moral equivocada— del protagonista (¿se puede ser mejor actor que Walter Moura?) se ve sometido a constantes pruebas, se resquebraja ante la evidencia de la corrupción instalada desde arriba y se ve pulverizado ante la soledad a la que le abocan sus propias decisiones y que le apartan de su propio hijo.

José Padilha y Walter Moura componen un relato absorbente y complejo, lleno de intrigas políticas y de diversos grados de corrupción, lleno de detalles valientes desde el punto de vista narrativo —por ejemplo que el antagonista, Fraga, sea un personaje definitivamente positivo, o la propia resolución de la película, rompiendo los códigos preestablecidos para los desenlaces—, construyendo una suerte de El Padrino, parte II a la brasileña en la que emerge de forma imponente el propio Nascimento, reencarnación del héroe griego modificado por la pluma de Shakespere. Todo ello para terminar de firmar una obra magnífica e inolvidable.

Alberto Haj-Saleh | 18 de mayo de 2011

Comentarios

  1. gatavagabunda
    2011-05-19 02:39

    ¡¡¡¡¡ Peliculón !!!!!


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