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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

Resumiendo

Quedan tres semanas de esta columna y toca hacer resumen del año. Resumir, echar un vistazo a lo que he visto… por primera vez en mucho tiempo este año lo he pasado en España, he visto las mismas películas que la mayoría de mis lectores y he dejado de ver algunas de las importantes, o de las famosas, o de las que estaban en boca de todos. He hecho una lista de lo que he visto para recordar y que no se me pase ningún comentario.

He pensado en dejarlo, en que ya no tengo demasiadas cosas que decir sobre cine, o que no tengo demasiadas ganas de decirlas. Tal vez lo haga.

Pero de momento vamos con el resumen, y a ver qué pasa.

Lo más impactante

Cada una de las secuencias de viento de The turin horse, de Bela Tarr, anunciando un fin del mundo asombrosamente terrenal que se hace más real mientras más sobrenatural se vuelve. Y no se acababa el mundo, y tampoco tengo muchas cosas mejores que decir de ella, pero reconozcamos que las naves, la base, la ambientación, el fondo del decorado en suma de Prometheus es francamente arrabatador.

Y la violencia, claro, a mí la violencia en primer plano, la violencia del cuerpo a cuerpo, no la de las explosiones y las bombas, la violencia de los puñetazos o los bofetones, no la de las artes marciales siempre me impacta muchísimo. La violencia del entrenador de Alps de Yorgos Lanthimos hacia sus “empleadas”; la de Peter Stormare hacia cualquier cosa y que lucha constantemente por contener en Small town murder songs; la violencia, en fin, de la infinita e insoportable paliza que recibe Ray Liotta en primer plano en la excelente Mátalos suavemente, de Andrew Dominik.

Oh, y el pene de Michael Fassbender en Shame. Impactar, lo que se dice impactar, impacta.

Lo más decepcionante

Cuando alguien como Jaime Rosales bordea tanto el abismo en sus películas, que en algún momento caiga en la mediocridad, como pasa con Sueño y silencio no se debería considerar exactamente una “decepción”, porque esa posibilidad siempre estuvo presente. El Hugo de Scorsese me dio lo mismo y la última de Woody Allen me dejó francamente frío.

Yo no es que esperase grandes cosas del último Batman de Nolan, pero sí que esperaba pasármelo bien con él, como con la anterior, y no ver el pequeño coñazo que vi. En ese sentido mucho mejor Prometheus, que es una chorrada como un piano pero reconozco que me divertí viéndola. Lo que pasa es que no creo que del modo que la película esperaba conseguir de mí como espectador.

Ruby Sparks, de los directores de Little Miss Sunshine es una nadería mal escrita y que hace que la espera para la segunda película no haya merecido la pena. Y Argo es una película relativamente entretenida, más o menos bien hecha, con actores neutros o pésimos, con un final de risa, y que no se merece ni uno solo de los elogios ni de las expectativas que había generado. En ese sentido, podría decir que la película de Ben Affleck ha sido mi decepción del año.

Los papelones

Lo que hace Dennis Lavant en Holy motors es una barbaridad prácticamente insuperable, él es el actor (y los actores) del año. Cerquita le anda el Sean Penn y la increible composición de ex rockero que hace en This must be the place, y justo debajo dos profesores: Fellag, el inolvidable Profesor Lazhar; y Fabrice Luchini, el cínico y no del todo limpio profesor Germain de la muy interesante En la casa, de François Ozon. Y no quiero olvidarme del asombroso debut de Aniello Arena como un aspirante a entrar en la casa de Gran Hermano en Reality de Matteo Garrone, ni tampoco de esos tres minutos de George Clooney despidiéndose de su esposa en coma en Los descendientes y haciéndome inclinar la cabeza con respeto cada vez que lo veo.

De ellas, Rachel Weisz interpreta a una mujer como las de antes en un melodrama como los de antes en The deep blue sea, y Maribel Verdú es una divertida y excesiva —para bien— villana como las de antes en Blancanieves. Las chicas de la estupenda Una pistola en cada mano de Cesc Gay están cuanto menos tan bien como los chicos, en una película donde ellos son los que toman la palabra. Esplendorosas, enormes, magistrales las dos León, Carmina y María, llenando la pantalla en cada gesto, en cada palabra, en cada mirada, en cada risa alocada de Carmina o revienta. Y que no se me queden atrás las actrices de Diamond Flash, de Carlos Vermut, en especial Ángela Villar y Rocío León, personificando el mejor trabajo de casting y de dirección de actores que he visto en años.

Y la semana que viene: ¡las tontadas!

Alberto Haj-Saleh | 12 de diciembre de 2012

Comentarios

  1. gatavagabunda
    2012-12-13 00:34

    ¡Lo más impactante de Prometheus es el Momento Calamar! Dónde va a parar…

    A falta de pocas semanas para cerrar el 2012, para mí The Turin Horse ha sido la película del año. Así, sin rivales cercanas.

    Besos


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