Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.
Me acuerdo con más frecuencia de la que me interesaría de la banda sonora de la serie de televisión “Ruy, el pequeño Cid”. Era una serie española del tardofranquismo en la que se cantaban las hazañas infantiles y nacionalcatólicas del Cid Campeador. No estaba basada en nada histórico, sino en la leyenda que rodea al Cid y que probablemente constituya toda su sustancia.
Casi todos los personajes históricos tienen el defecto de no haber existido nunca. El Cid era en realidad un contrabandista musulmán. César Augusto medía 1,68. Pitágoras en realidad no existió sino que era una especie de Luther Blisset encumbrado por una comunidad de semihippies.
Por lo demás, en sueños, Ruy el Pequeño Cid me persigue cantinelando la infecciosa canción que lleva su nombre, que está encima compuesta por Emilio Aragón. Algún día los niños de treinta años le daremos su merecido a la familia Aragón, a todos ellos.
Cuando me despierto, tengo todavía la canción enganchada al cerumen. Sigo con ella puesta mientras bajo a la mina y la canto en lugar del existencial soyminero que es tradicional entre los curris carentes de conciencia de clase.
Cinco minutos antes de acostarme consigo quitarmela de encima tarareando las cortinillas de Ana Rosa Quintana.
Pero en cuanto me duermo ahí me está esperando Ruy con energías renovadas para cabalgarnos la Estepa Castellana. Dios.
2006-12-01 15:53
Ya. Y querías compartirlo con todos nosotros, ¿eh?
Por tu culpa ahora no dejo de tararearla grrrrr…