Entre las causas de tipo ruidito que nos pueden impedir dormir estan por ejemplo los mosquitos zalameros o las clases nocturnas de batería del vecino o tal vez el vecino que tiene un taller clandestino de fresa y chorreado de metales donde un ejército pequeñito de norcoreanos se prepara para marchar sobre Logroño. Un poco. Hasta la Pza Orfila y volver.

A mí una de las causas que más me impide conciliar el sueño es la causa de oir una conversación como la que sigue:

-Barguñofles.
-Fruamble de la parra para aleccionar melocotones furblambu hefu.
-Ñíspara segmento curvilíneo albaccofraumfas Luxor.
-Hay que decírselo a tu madre.
-Sí.

Porque soy, por naturaleza, muy curioso.

Como soy, por naturaleza, cuidadoso, siempre busco en el código penal antes de emprender cualuier tipo de acción, por nimia que ésta sea.

Me entero de que está penado el invadir la intimidad de otras personas, pero únicamente si empleo medios artificiales. Por medio artificial se entiende un fonendo, o un micro paredonero. Por medio tecnológico no se entiende pegar la oreja a la pared o emplear el culo de un vaso o el propio.

Me planteo diversas alternativas. No puedo llamar a los vecinos y pedirles por teléfono que hablen más alto porque eso sería emplear un medio tecnológico para invadir su intimidad. No puedo tampoco lijar el tabique hasta que casi sea transparente porque se notaría mucho, y eso no sería un medio tecnológico pero sí una fuerte tontería.

Por otro lado: me planteo que la dirección de propagación del sonido, sea cual fuere el medio tecnológico empleado, es siempre desde la chabola de los vecinos a la mía. De alguna forma, la invasión de su intimidad se produce como consecuencia de la invasión de mi espacio por las ondas acústicas generadas por sus aparatos fonadores, reproductores, televisores, etc. Podría hablarse de un caso de respuesta metafísica de invasión de un concepto (la intimidad) frente a la invasión previa de una realidad física por parte de un frente de onda. Pienso que estas justificaciones de defensa ofensiva sólo le funcionan a los jefes de estado más fuertes del patio, no así a los neuróticos insomnes como por lo pronto yo.

Inmediatamente después me planteo qué puede significar invadir la intimidad. En las novelas rosas y en los anuncios de jabón íntimo, la intimidad es lo que comunmente se entiende por “tó lo negro”. Así que no me queda muy claro si de alguna forma accedo a un tólonegro por culpa de querer desentrañar qué dicen cuando dicen churbuflús de jurbamultas. En caso de efectivamente estar accediendo durante mi presueño a un tólonégro, en ese caso no estaría disfrutando lo suficiente y como contramedida tendría que tratar de fijarme más, o al menos más a menudo. Eso sería un problemazo.

En caso de que los medios tecnológicos sigan siendo insuficientes y no tenga más manera, trataría de extrapolar toda clase de desastres socioconyugales a partir del material oligofrénico infernal y subsónico recopilado.

No se si se entiende bien todo esto. Entre todas las opciones a mi alcance, opto por la siguiente: estar seguro, por mi parte, de que todo esto ha quedado perfectamente claro. Y ahora irme, con la frente muy alta, con la conciencia muy limpia y con todo eso.

Purranki