Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.
En los centros de estudio del sueño, como en cualquier centro serio de investigación, los experimentos no se hacen porque sí. Se hacen para confirmar o rechazar una hipótesis. Si se empiezan a hacer experimentos para ver qué pasa se puede acabar como un mengele cualquiera, quemando hormigas con una lupa o haciendole agujeros a los perros en la tripa. Y eso sí que no.
Propongo experimentos incruentos y que puedan modificar, si no el sueño, sí el despertar. Hay que empezar por lo fácil, siempre. Irse a dormir disfrazado de folclórica o de asceta o de atún, y disfrutar del fugaz desvanecimiento de la identidad personal por la mañana.
Vestido de ratón miki, el cosmos circundante tarda mucho más en coagularse. También tardamos mucho más en realizar nuestros rituales. Cuesta más realizar la plegaria de la mañana a Arrimán disfrazado de buzo. Las arbitrariedades parecen mucho más arbitrarias, y no tan inescapables. Podemos soñar en habernos realmente liberado, podemos soñar con un descarrile total.
En casos realmente extremos, la conciencia no consigue llegar a formarse. Después de encontrar nuestros pies y nuestras zapatillas, de encontrar de nuevo a nuestras extremidades más queridas, puede que nuestra conciencia se niegue a identificarse con lo que reconoce en el espejo. Puede que nuestro ego, o nuestro super-tú se niegue a reintegrarse a la partida si sorprende la tierna mirada de chewaca en el espejo.