Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.
Muchas veces, en el invierno, estamos tres o cuatro nada más en la discoteca, y el camarero se sirve un cubata y se sienta con nosotros.
A veces me ha pasado, después de estar seis días seguidos de fiesta, que el cuerpo no aguanta y no puedo más, y me quedo dormido en los sitios más inhóspitos. Pues bien: no es suficiente con la inhospitez intrínseca de algunos de estos sitios, en los que ya prou que haces sosteniendote sobre una sola de las escuadrillas del pie, o equilibrando el omóplato sobre el quicio de la puerta, hay sitios extrínsecamente inhóspitos de los que te echan si te quedas dormido. Como por ejemplo: la disco.
Es socialmente aceptable estar borracho o enpastillado, pero por lo visto dormir constituye una ofensa grave. Es el colmo del aburrimiento. Parece que sospechen que ya nadie se traga eso de que la discoteca es divertida. No me jodas, vamos. Si llevan haciendo el mismo rollo de droga y música alta desde los años setenta. Se trata de alimentación simulada con el propósito de crear una impresión duradera de sociabilidad.
Entonces, sobre todo si digo todo esto superando lo que parece ser una legaña oral, entonces me obligan a salir rodando hasta la playa y dejar que me achicharre el sol mientras duermo la mona. Hasta cuándo estarán las autoridades competentes tolerando este tipo de injusticia?
Propongo que todo sea opcional en todas partes. Que me pueda sentar en los sofás del Corte Inglés sin puñetera intención de comprarlos. Que pueda bostezar en los pubs y dormir en las discotecas, y en cambio pasármelo cañón en el Ikea.