No creo en dios desde que hice la primera comunión y no pude fingir el orgasmo. Pero a Satanás sí que lo sigo viendo de tanto en tanto, sobre todo en sueños, que es mucho mejor que verlo a plena luz del día, dos treinta de macho cabrío con olor a sulfhídrico en el asiento del copiloto de la caja del camión. Me lleva por sobre de los tejados de ciudades desconocidas, y me muestra las maravillas del mundo. A nuestra derecha el Cañón del Colorado, con sus más de doscientos kilómetros de largo, y sus caprichosas formas producto de la erosión del agua y el viento. A nuestra izquierda vemos ahora la ciudad turca de Balduch, renombrada por su fina repostería.

Mucho más como un guía de museos cincuentón que como un demonio de verdad. No está por los grandes engaños de otros tiempos, me explica mentirijillas benignas un poco por cumplir. Me habla de las civilizaciones ocultas de la luna y me regala remedios homeopáticos que me da pena tirar. Yo creo que no se esfuerza, y que se hace mayor, como el Papa. Me preocupa su salud, la del coco y la otra.

Hablamos de todo un poco. De arte y cosas por el estilo, porque al contrario que el otro tipo, Satanás siempre ha sido un tío culto y le ha interesado lo que hacemos los seres humanos en vez de tanto criticar sin saber.

Aunque parezca increible, Satán tampoco ha leido el código Da Vinci. Ni siquiera lo ha inspirado. De hecho, el último libro del cual reconoce la autoría es “pánico nuclear” de Tom Clancy, del cual no se siente particularmente orgulloso.

“Antes me dedicaba más a la música, creo que se me da bastante mejor. Sin embargo, no es cierto nada de lo que dicen de si he puesto a no he puesto mensajes al revés en los discos de unos greñúos. A mí lo que de verdad me ha gustado siempre es la música celta y el programa de Ramón Trecet. Algunos de los solos de gaita más largos del mundo estan inspirados por mí, y en otros hasta toco yo directamente. Es un instrumento muy puñetero, la gaita, no te imaginas cómo.”

Satán se queja amargamente de que Allá Abajo no se pilla bien la televisión. Por supuesto niega y negará siempre en público que Kiko de Gran Hermano sea ninguna clase de enviado o representante suyo. Antes sí, antes sí que tenía mucha gente en plantilla. Ahora dice que para las tres o cuatro intervenciones que hace al año se basta y se sobra solo. Hace como el rey y sale una vez por Navidad, a inspirar a los de los adornos navideños, y otra por Pascua, en las procesiones que se organizan en su honor. Difícilmente se le puede diferenciar de un presidente honorífico de club de fútbol. Un poco es como el Manuel Fraga de la filosofía. Hace una labor que ya no tiene mucho sentido y quizás no lo tuvo nunca.

Cuando le comento todo este rollo del dualismo y tal, me responde crípticamente que a él siempre le ha parecido que esto sólo se interpreta así desde la aparición en escena de Star Wars, que él siempre ha visto la realidad mucho más Trek que Wars.

“No creo haber tenido tanta influencia como se dice en la cultura universal. Eso es para vender más películas o lo que sea. Eso de hablar de cultura universal es una exageración grandilocuente, y está mal que yo lo diga. Estoy un poco harto de palabras detrás de las cuales no habita nada. Empezando por la propia palabra Satanás. Yo quería que mis padres me pusieran Ramón, como a los demás niños. Pero me pusieron Luzbel porque salí rubito como el abuelo Joaquín.”

Tenemos una relación distante pero cordial. El tampoco cree en mí.

Purranki