Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.
Hay muchos más topicarros inmundos por metro cúbico de lo que sería deseable. Con los sueños está el tópico indeseable de que es el mayor espectáculo del mundo. O eso era el circo. O el tópico indeseable de que se goza de libertad absoluta y que si un día quieres volar piensa en algo encantador. O el topicarro indeseable que dice que soñar es algo bueno y deseable y digno de la más dura envidia. Malsana, que de otra no se hace.
Imaginamos fácilmente este diálogo que se puede dar entre dos clientes en la cola de un establecimiento de electrodomésticos de línea blanca. Para hacer más fácil el ejemplo, pongamos que el cliente A quiere comprar una lavadora secadora de 15 petarevoluciones y el cliente B ha venido en busca de la puta goma de la cafetera porque la que venía de fábrica se le ha picado y entonces la cafetera pierde y le han dicho en la ferretería que si acaso vaya a la tienda donde la compró porque las gomas de las cafeteras son cada una de su padre y de su madre, y que lo hacen aposta los muy cabrones.
Para el pelotón de los torpes: El cliente A posee un status social muy superior al del cliente B, porque gasta a riñón cubierto y el otro va de llorica pa que le arreglen un electrodoméstico VIEJO. Lo que quiero que retengan es que hay un diferencial de status conversacional y social que favorece a A frente a B.
El cliente B está evidentemente agobiado, humillado y fastidiado. Agobiado porque un tontolapolla le va a explicar un sueño quieras que no. Humillado porque su capacidad de participar en la localoca rueda del consumo se reduce a peregrinar en busca de recambios chungos de cafeteras discontinuadas. Y fastidiado porque le pica el jersey que es algo que no había dicho pero que los jerseys, por algún motivo, hacen muy a menudo.
Cómo se sale de esta triste situación? Pues ahí está lo bonito de la historia y la moraleja. A veces, en la vida no hay solucíón para las cosas y te tienes que aguantar bastante.
El cliente B se aguanta y espera su turno mientras el cliente A le explica. Le puede explicar que volaba o que le elegían presidente de la república, o que se lo montaba con tres rubias bilbilitanas, o las tres cosas a la simultánea. Al cliente B siempre le queda, sin embargo, la pírrica de decir, justo cuando el cliente A está como marchándose, de decir lo siguiente.