El otro elemento de übertecnología que me propongo analizar es el atrapasueños. Punto y seguido. El atrapasueños consiste en una especie de diu hipertrofiado conectado por una malla así como las que se usan para que no se despeine el mostacho durante el sueño. Es una cosa muy rara, y se corre bastante peligro de tirarlo durante una limpieza rutinaria, porque se parece bastante a un trasto inútil y además feo.

En conjunto, parecería como un dispositivo de pesca diseñado por y para un imbécil con mucho tiempo libre y pocos peces. Parece hecho a medida, vaya.

La cuestión es que el elemento en cuestión parece tener la función de atrapar únicamente los sueños chungos, y dejar pasar los sueños buenos y agradables. Es utilísimo, y se ha de colgar encima de la cama del durmiente, tirando al container del reciclaje ese antiestético crucifijo y esa gazmoña foto del rey cuando hizo la comunión. El atrapasueños cumple una función de orden superior. Filtra la roña soñarreril. Se ha de reconocer que no es muy bonito, un cacharro así con plumas de pájaros colgando y tal. Pero mejor que la sangrante imagen de una persona torturada hasta la muerte sí que es.

Seguramente habrán visto alguno en las películas kumbayás, en los domicilios de los kumbayás, en las tiendas kumbayás, y hasta en ocasiones colgado del propio cuello de los kumbayás, como si temiesen caer dormidos y expuestos a las pesadillas en cualquier momento, alejados de sus vértebras de perro adivinatorias y de sus colección de mileranes.

Atrapasueños lo que es atrapasueños los hay de varios tamaños, nadie sabe por qué, si es que el más grande deja pasar un 30% de sueños feos menos que el más pequeño, y por eso su precio es mayor, o bien si es que colocando varios atrapasueños pequeñines pero en los ángulos exactos de donde suelen proceder los sueños pues ya haría la función de uno mayor. Eso es una idea mía. Es mi forma de pensar.

Tal forma de pensar procede de una creencia común, que con frecuencia he compartido. La de que los malos sueños proceden de focos de negatividad localizables geográficamente. El halcón milenario. La logia toledana. La cope. Que esta creencia es infundada se demuestra con facilidad. Si pensamos en modelar los sueños como una especie de esputo ectoplasmático que podría llegar a mancillar nuestra virginal psique siestera, seguramente nos equivocamos. Dado el nivel de contaminación por fútbol y por agentes inmobiliarios y otras lindezas, nuestro mundo es habitado por cabrones y cobardes, y a nuestro alrededor las influencias malas no pueden más que flotar hinchadas como venas varicosas. Me parece. Los hijosputas nos rodean y bullen a nuestro alrededor. No descartemos ser nosotros uno. Estadísticamente, tiene vd una probabilidad no nula de serlo. Su médico y su farmacéutico pueden ayudarle a dejarlo.

Una de las cosas que mitigaría la incertidumbre dreccional sería modificar el diseño del atrapañeños hasta hacerlo omnidireccional. Sería como una especie de dodotis gigante para el alma, una mosquitera universal que filtraría las chungueces permitiendo tan sólo el paso de los sueños de volar en los que no te caes y de los sueños lúbricos en los que no sale el cuervo de Joseluis Moreno.

Aún suponiendo realizada tal gesta constructora, aún hay un problema más: el tamaño de la malla. Me doy cuenta de que el concepto que subyace en la construcción del atrapasueños es que las pesadillas son peludas gordas y torponas, y que los sueños felices son filiformes y escurridizos. No tengo experiencia de que sea así. Y me doy cuenta, horrorizado, de que los atrapasueños grandes tienen la malla más grande que los pequeños. No se entiende nada. A ver si esto va a ser mentira. No puedo creerlo.

En la próxima entrega, explicaré cómo una esfera de cuarzo puede ser una obra de arte y cómo una pirámide de cristal de roca puede ser una fuente de energía.

Purranki