Libro de notas

Edición LdN
Transtornos del sueño por Purranki Sandongui

Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.

Pedirle ciruelas al melonar

Precisamente porque también mentimos acerca de los sueños se puede afirmar que los sueños son una forma más de la ficción social que nos vamos tejiendo.

En efecto, de alguna forma creemos que lo que soñamos nos define. Y por eso nos vemos obligados a mentir. Para ser aquellos que creemos ser también a ojos de los demás.

El problema es que los sueños no se pueden elegir como las faldas. A Gadafi le hubiera gustado realmente soñar con el profeta. Pero a mí me da que tuvo uno de esos sueños raros en los que uno no para nunca de abrir cajones. Y cerrarlos luego.

Uno esperaría de Dalí sueños locos e imperecederos, y así nos lo fingía él hasta la nausea. La realidad es que tal locura estaba dotada del mismo grado de autenticidad que el de las santeras que han de entrar en trance por la mañana y después otra vez por la tarde, en misa de ocho. Es lo que espera la gente. Han venido a ver eso. Chou must go on.

La triste realidad es que Dalí era uno de esos tipos que jamás recuerdan sus sueños. Y que el día que los recuerdan han soñado con escoger lentejas porque se han pasado la tarde anterior escogiendo lentejas. Y seguramente lo sacó todo de recortes de periódico y de unos reader’s digest que mangó de la consulta del dermatólogo. Estaba sometido a una gran presión soñadora. Se esperaba eso de él, y puede que sobrecompensara.

Incluso a través de polvorientos cristales se puede ver lo que sucede: asignamos a los demás un pequeño espacio de comportamientos estereotipados. En cuanto se salen de la zona, dejan de ser visibles para nosotros. Por eso no tuvieron éxito las pinturas de Lola Flores, ni Enrique del Pozo post-niña, ni la película de Vanilla Ice. Bastante difícil es reservar un espacio a todas esas zarandajas como para que luego todo el mundo pretenda ser un hombre del renacimiento multimedia con gusto para las artes y las ciencias. Al carajo, hombre. Cada uno en su sillita y ya está.

Es decir. Que hay que desconfiar la próxima vez que nos hablen de los sueños eróticos de Marilyn, de los sueños místicos de Escrivá de Balaguer, de los musicales de Luis Cobos. Seguramente el erotismo es angustia, el misticismo polución nocturna y la musicalidad una mezcla de ambas cosas.

Purranki Sandongui | 19 de agosto de 2005

Librería LdN


LdN en Twiter

Publicidad

Publicidad

Libro de Notas no se responsabiliza de las opiniones vertidas por sus colaboradores.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Desarrollado con TextPattern | Suscripción XML: RSS - Atom | ISSN: 1699-8766
Diseño: Óscar Villán || Programación: Juanjo Navarro
Otros proyectos de LdN: Pequeño LdN || Artes poéticas || Retórica || Librería
Aviso legal