Purranki Sandongui ha colaborado antes con Almacén en su columna Zasnujismo. Además publica la bitácora 3l Potadero de Bleturge. Su columna aparece los viernes. Esta sección dejó de actualizarse en julio de 2008.
Pues esta vez, doctor, fueron dos sueños en uno, y con un gravísimo aire de importancia, que es lo que más me gusta. Yo era un héroe de acción muy estilizado y finolis, o me comportaba como uno: frunciendo mucho el ceño y haciendo muchas cosas improbables.
En la primera parte tenía que subir a lo más alto de un arco de triunfo y robar una estatuilla. Esta parte me gustaba mucho porque soy muy novelero y en el sueño además subía por la fachada haciendo toda clase de alardes y como a la escondida.
No, no era de noche, hacía un sol que rajaba las piedras pero yo iba lo mismo de negro. El arco en cuestión estaba como delante de la recoba de Nuestra Señora de Africa, pasaba gente pero no hacía mucho caso. Ni la gente ni yo. Nadie hacía caso. No sé si me sigue bien.
El caso es que al llegar arriba me encuentro a una tiparraca que también iba a robar la misma estatuilla. Habíamos recibido el mismo encargo, habíamos sido engañados, la magia no estaba ahí, en ese caso la estatuilla no era ya lo importante, debía ser otra cosa. Ahí ya me confundo un poco y todo se hace un poco raro. La estatuilla era muy fea, en blanco y negro, y yo ya estaba cansado de hacer el tonto, me daba de golpe miedo la altura, prefería montar en moto.
Y no lo consigo pero por poco. En la segunda parte trataba de escapar robando un coche de la policía. Parecía lo más lógico. Si robas otro coche te puede perseguir la policía, pero si robas el de la policía no te puede perseguir nadie. Era harto fácil: les decía que fueran a ver unas zarandajas a la esquina y me metía en el coche que era como el de la pantera rosa pero en negro.
Era un super bólido. Y sería un superbólido mejicano porque no tenía volante sino sólo dos botones chiquititos en el salpicadero. En uno ponía “Normal” y en el otro “Guey”.
Eso me rallaba un montón y yo me volvía a aburrir y me bajaba del coche y me iba andando. A veces no hay manera de encarrilar el subconsciente para hacer nada interesante.